vestido de flores
fotografía personal
san cristóbal de las casas, 1994
(canción que se repite)
ahí está el hombre acostado en el campo
ahí está el hombre con los ojos abiertos
ahí el hombre con los ojos del campo
en la mirada como en esas fotografías de la tierra
vista desde arriba
él casi nos pudo contener
o nos daba la sensación de un territorio habitable
no fuimos suyas
nosotras no le pertenecemos a nadie
sin embargo había una fracción nuestra
un poco de verdor que no sólo son sus ojos
pero sí
también en sus ojos cabíamos
mi madre y yo hasta que anochecía
ahí está el hombre acostado en el campo
ahí está el hombre con los ojos abiertos
ahí el hombre con los ojos del campo
las capas de una cebolla
—la hondura y el escozor—
frente a nosotras
el llanto de una niña que limpia la cebolla
sentada en la tierra
ahí está el hombre sentado en el campo
la niña se quita las lágrimas
tararea la canción / se enloda la cara
otra vez está a punto de llover
ahí está el hombre con los ojos abiertos
a su lado
hay una mancha de abedules
hortensias con las brácteas expandidas
girasoles / margaritas
los ojos del campo en el hombre
azucenas / lavanda / hueledenoche
el olor de aquel vestido
en un sólo gesto de abrirse
la niña muerde la cebolla
la cosecha de la tierra
su movimiento
ahí está el hombre sentado en el campo
a su lado
mi madre en su vestido de flores
yo frente a ellos tomo la fotografía.
***
asma
acechas desde la ventana:
tendría que aparecer en algún momento
si se escucha es porque existe y si existe es porque puede ser vista
tomada con ambas manos: salvada
ahí está: la escuchaste de nuevo
un silbido que exige tu presencia
una señal de auxilio
atrapada
bronquial y estrecha
en el ramaje constipado del árbol
sales a buscar: sigues el sonido
probablemente no sea nada malo
recuerdas que las aves
—no sólo nosotros—
fingen la muerte y atraen
imitas el silbido
dices: todo va estar bien si me dejas ayudarte
esperas
no hay ninguna respuesta
te diriges hacia la casa
te limpias las botas en el tapete de la entrada
al abrir la puerta confundes
el chirrido de la bisagra con su voz
¿todo bien?
no hay respuesta
entras
azotas la puerta sin entender
toda esa rabia de pronto tirando hacia adentro
en la boca:
un grito de humo que se seca en la garganta
¿es contagioso esto de ahogarse?
de nuevo el gorjeo si abres la puerta
se ocultará otra vez —sabes más
de lo que quisieras sobre la enfermedad—
un sonido crispa la madera
traspasa el espacio estrecho
entre la puerta y el tapete
le pones una toalla a esa hendidura:
es difícil hacerla entrar ahí
sabes que el aire debe ser
espeso a esta hora de la tarde
el pájaro sigue avisando su condición
de extravío / de orfandad del aire
pero tú estás dispuesta a ignorarlo:
no pasa nada, nunca pasa nada
es sólo cosa de dejar que el tiempo pase
abres el libro que dejaste en la mesa:
the birds of america
buscas la imagen de unos pulmones
tiene que haber una aquí
a lápiz y con detalles de acuarela
disnea emplumada sobre la rama de un fresno
la tetera chilla no corres a apagarla
disfrutas el escozor del agua mientras hierve
observas el vapor cuando sale de la boquilla
alargas la espera.
(Ciudad de México, 1982) Poeta, escritora, editora, artista de libro, traductora. Ha publicado los libros un cordero degollado (2009), dualidad (2012), origami (2015), peces anaranjados (2016). Es fundadora y directora del proyecto La Dïéresis Editorial Artesanal.