El lunes 20 de octubre, el director de la revista Letras Libres, Enrique Krauze, inauguró el ciclo “La literatura es fuego. Homenaje a Mario Vargas Llosa”, en la Universidad Villanueva de Madrid. En su discurso, reivindicó “esa pequeña república que no es ruidosa, ni altisonante, ni irracional, ni violenta, ni agresiva, que es la República de las letras”. La patria de Mario Vargas Llosa, explicó, era la literatura.
El historiador recordó el compromiso del premio nobel con las revistas de Octavio Paz, Plural y Vuelta, precursoras de Letras Libres, donde escribió “grandes ensayos y reportajes sobre la realidad peruana” y donde se produjeron sus grandes metamorfosis literarias y políticas.
Vargas Llosa fue, también, “el padrino de Letras Libres”, fundada por Enrique Krauze en 1999 en Ciudad de México y en 2001 en Madrid. “Nos orientó, nos apoyó, propició el nacimiento de la revista y ayudó a que se instalara también en Madrid, hace veinticinco años”. En las páginas de Letras Libres publicó su último relato, “Los vientos”, donde dibuja un Madrid distópico y a la vez familiar.
Vargas Llosa, dijo Krauze, “pertenecía a la República de las Letras, aunque habló, y habló muy fuerte, en la otra República”. De su faceta como novelista con un pie en la realidad, y de sus incursiones en la política, hablaron los novelistas Arturo Fontaine y Andrés Trapiello en la conferencia inaugural, moderada por el responsable de la edición española de Letras Libres, Daniel Gascón. Ambos autores reivindicaron su “ambición realista” y su rechazo a “los lenguajes ampulosos”, tanto en la novela como en la política, y su “lucha y conquista por la sencillez”. El liberalismo de Vargas Llosa no era solo político, sino cultural y temperamental.
Tras un primer día centrado en la relación del escritor con América Latina y en la relación que tienen sus novelas con la política, la segunda jornada, el martes 21 de octubre, abordó su faceta como crítico y su incursión en el teatro, y dos de sus editores reflexionaron sobre su método de trabajo.
En la primera de las charlas, los periodistas José Andrés Rojo y Javier Rodríguez Marcos, de El País, dialogaron con el escritor y profesor Fernando Iwasaki. Rodríguez Marcos reivindicó el ensayo La civilización del espectáculo, cuyo germen está en un artículo en Letras Libres. Según el periodista, Vargas Llosa se dio cuenta de que la cultura, “que tiene que ser algo que te hace pensar, algo que te incomoda, algo que necesita una cierta concentración, se estaba sustituyendo por el entretenimiento”. Iwasaki, por su parte, reflexionó sobre los fanáticos, locos y obsesos en las novelas del escritor peruano. “Vargas Llosa, en cierta forma, fue también alguien que eligió un tipo de locura, eligió la locura de la escritura, la locura de la política, la locura de la democracia, eligió la locura de la escritura desmesurada”.
En la segunda de las conversaciones, centrada en el papel como actor teatral de Mario Vargas Llosa en Los cuentos de la peste, que él mismo adaptó a partir del Decamerón de Bocaccio, el cineasta Luis Alegre y la actriz Marta Poveda reflexionaron sobre su amor por el cine y el teatro. “Nos dijo a los actores que lo primero que escribió en su vida, con quince años, fue una obra de teatro”, dijo Poveda. “Lo que más le hubiera gustado en el mundo”, le confesó, “es ser actor”. Ese sueño lo cumplió en 2014. “Deseaba profundamente entrar en el barro, encharcarse, y vivir la experiencia actoral”, añadió.
En la tercera conferencia, que clausuró el congreso, el periodista Juan Cruz charló con los editores Gustavo Guerrero, de la editorial francesa Gallimard, y Pilar Reyes, Directora Editorial División Literaria Penguin Random House. Guerrero contó su experiencia editando en francés al premio nobel, pero también su experiencia junto al autor cuando fue nombrado miembro de la Academia Francesa. Reyes habló de su proceso de escritura y de su trabajo como editora de Vargas Llosa en Alfaguara: “Para Mario, la elaboración de una novela, incluso las más fantasiosas, implicaba viajar, ver un lugar, oír un acento y hacer una investigación”. “Mi momento cumbre con él fue relativamente reciente, cuando me entregó el manuscrito de Le dedico mi silencio. Estaba en su casa y me lo entregó personalmente, una copia impresa (luego lo mandaría a la agencia). Me dijo: ‘Esta es la última novela que voy a escribir’.
El ciclo de conferencias, organizado entre la revista Letras Libres y la Universidad Villanueva, se cerró con unas palabras de agradecimiento de Enrique Krauze, fundador y director de Letras Libres: “La grandeza de Mario y su producción literaria trasciende el ruido mediático de los últimos años, amplificado por las redes sociales, las maledicencias y envidias que desviaron la atención del Mario esencial: el escritor, el literato. Y su pasión política, motivada por el anhelo de libertad y justicia, merece que futuros biógrafos le hagan justicia. En medio de la inmensa tristeza que provoca su ausencia, persiste la inmensa alegría de su presencia.”