Durante las últimas décadas, la vieja historia oficial sobrevivió en paralelo al crecimiento y la consolidación de la historia escrita desde el rigor y la crítica. Con la llegada a la presidencia de un proyecto político que coloca a cierta interpretación del pasado en el centro de su estrategia de legitimación, el tema adquiere mayor relevancia. Como demuestran las cuatro piezas que presentamos en este número, la mirada de los nuevos historiadores elude los
estereotipos de la liturgia oficial y pone el énfasis en la diversidad ideológica del pasado.