Las relaciones entre la cultura y el dinero han sido cambiantes: desde el amparo de la iglesia al patronazgo de la burguesía, desde el mercado puro a la subvención estatal. Los artistas han desarrollado su actividad al amparo de instituciones de muy distinta naturaleza, y hoy parece claro que no hay una fórmula única y mágica de financiar la cultura. Zaid defiende una cultura que emana de la sociedad civil con independencia del poder político. Fumaroli alerta de los excesos de la intervención estatal pero señala los límites del mercado. Y Huchín describe los peregrinos oficios que han desempeñado los escritores para ganarse la vida.