Advertencias

Los trigger warnings, o advertencias detonantes, se basan en la idea de que una agresiรณn verbal puede provocar un estrรฉs similar a una agresiรณn fรญsica.
Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

La historia de las advertencias detonantes (trigger warnings) es interesante. Provienen de la investigaciรณn clรญnica relativa al trastorno por estrรฉs postraumรกtico (TEPT) segรบn la cual, cuando se reviven โ€œpalabras, objetos o situaciones que evocan lo sucedidoโ€ โ€“como se sintetiza en un folleto del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidosโ€“, el TEPT puede activarse, lo que a menudo provoca un miedo intenso. En sus inicios, el tรฉrmino se empleaba en un contexto mรกs bien restringido, en el de las vรญctimas de violaciรณn y abuso sexual. Sin embargo, en una cultura basada sobre todo en un punto de vista terapรฉutico y โ€œmetaforizadoโ€ del mundo, en el que no cabe hacer una distinciรณn vรกlida fundamental entre la psique y el soma, probablemente resultaba inevitable que se ampliaran en seguida los contextos en los cuales se tendrรญan por imperativas dichas advertencias, principalmente en los campus universitarios de toda la anglosfera.

Si bien persiste un profundo desacuerdo sobre las limitaciones de su alcance, para los que estรกn convencidos de su necesidad y de su corolario en los campus, a saber, la prohibiciรณn de los discursos de incitaciรณn al odio y la prohibiciรณn de conferenciantes externos, profesores y grupos de alumnos que presuntamente trafican con estos discursos, se aducen reiteradamente dos argumentos. Uno se basa en las pruebas cientรญficas, segรบn las cuales la agresiรณn verbal puede provocar un estrรฉs similar al desencadenado por la agresiรณn fรญsica y algunas formas de abuso sexual, de modo que, si se estรก estresado crรณnicamente, las palabras detonantes se aรฑadirรกn a esa amenaza y tarde o temprano pondrรกn en peligro la salud fรญsica. Ello es lo que explica, entre los muchos ignorantes de la base argumental, la afirmaciรณn absolutamente descabellada de que la expresiรณn de opiniones en el aula o la asignaciรณn de materiales del curso podrรญan no solo ofender a los estudiantes sino poner en peligro su salud fรญsica.

Se trata de la pretensiรณn, por otra parte incomprensible, segรบn la cual, a fin de que los alumnos se sientan a salvo en el campus, deben ser protegidos (o al menos deben ser capaces de protegerse a sรญ mismos) de un discurso estresante que puede resultar tan perjudicial para su salud psicolรณgica como un atraco, un abuso sexual o incluso una violaciรณn lo serรญa para su integridad fรญsica. Esta es la razรณn por la que la revoluciรณn de la diversidad, la equidad y la inclusiรณn, la cual ha llevado a las universidades a garantizar un entorno acogedor para grupos antaรฑo excluidos o marginados, haya venido a definirse empleando la terminologรญa clรญnica de la seguridad.

Se podrรญa objetar que, aun suponiendo la aceptaciรณn en este contexto del rechazo a toda distinciรณn รบtil entre lo psicolรณgico y lo fรญsico, ello no justifica las reacciones (o reacciones exageradas, segรบn se mire) ante afrentas mรกs bien triviales, como la proyecciรณn, sin advertencia detonante, de una versiรณn cinematogrรกfica de Otelo en una clase de la Universidad de Michigan en 2021, en la que Laurence Olivier interpreta el papel homรณnimo maquillado de negro o, mรกs generalmente, el de las microagresiones: desaires al parecer banales que se tienen por todo menos por casos triviales que detonan la violencia verbal. La respuesta, segรบn la psicรณloga Lisa Feldman Barrett, la cual ha promovido la difusiรณn de la idea de que el discurso de incitaciรณn al odio es violencia, es que por sรญ mismo no, un incidente aislado de discurso de incitaciรณn al odio puede no tener un efecto fisiolรณgico, pero que โ€œsi sufres estrรฉs crรณnico, es probable que las palabras se acumulen y lo agravenโ€.

Y en opiniรณn de muchas personas del entorno acadรฉmico y de la sanidad pรบblica, y hasta cierto punto del mรกs amplio รกmbito clรญnico que suscribe en buena medida el anรกlisis del identitarismo y de la teorรญa crรญtica de la raza, los grupos antaรฑo excluidos, sobre todo los negros y los indรญgenas, acceden a la universidad ya profundamente traumatizados desde el punto de vista fisiolรณgico. Lo cual se explica en parte, sostienen los partidarios de este punto de vista, por los efectos del racismo institucional en la vida del individuo. Una versiรณn de ello es la hipรณtesis del โ€œdesgasteโ€, una teorรญa propuesta por primera vez por la investigadora en salud pรบblica Arline Geronimus: el trauma de vivir como un negro en unos Estados Unidos injustos es perjudicial para la salud. Mรกs relevante aรบn es la nociรณn de que los negros, los indรญgenas y otros grupos marginados y oprimidos sufren lo que la Asociaciรณn Americana de Psicologรญa denomina โ€œtrauma intergeneracionalโ€ o โ€œhistรณricoโ€, definido como โ€œfenรณmeno en el que los descendientes de una persona que ha sufrido un suceso aterrador muestran reacciones emocionales y conductuales adversas al suceso similares a las de la propia personaโ€.

En este sentido, los integrantes de grupos histรณricamente excluidos de la academia acceden a ella padeciendo en tanto individuos ese trauma heredado de la experiencia histรณrica de sus propias comunidades. En consecuencia, las universidades tienen la responsabilidad de prestarles suma atenciรณn para evitar un trauma mayor; es decir, para garantizar que se sientan a salvo.

Los conceptos anteriores se derivan del รกmbito de la sanidad pรบblica y de la psicologรญa clรญnica, ninguno de los cuales en su historia ha concedido importancia a la libertad de expresiรณn y, por supuesto, no aceptarรญan el punto de vista liberal clรกsico para el cual la libertad de expresiรณn merece alguna medida de protecciรณn especial. Ello no solo se debe a que la sanidad pรบblica, como proyecto, es por definiciรณn colectivista y no individualista, sino a que tambiรฉn a menudo exige en circunstancias urgentes lo que Agamben denomina un โ€œestado de excepciรณnโ€, en el que se derogan los derechos individuales para hacer frente a una amenaza existencial. Un ejemplo ha sido la furiosa reacciรณn de la sanidad pรบblica y el estamento mรฉdico durante la pandemia de covid-19 cuando se permitiรณ a los escรฉpticos expresar libremente sus opiniones en las redes sociales. Algunas asambleas estatales comparten este punto de vista, cuyo ejemplo mรกs extremo es el de California, donde se aprobรณ una ley en otoรฑo de 2021 que permite sancionar a los mรฉdicos por difundir โ€œinformaciรณn falsa [sobre el covid-19] que contradiga el consenso cientรญfico actual contrario a las normas de atenciรณnโ€.

En retrospectiva, era inevitable que el concepto de trauma en la โ€œsanidad pรบblicaโ€, combinado con el abrumador consenso en el รกmbito acadรฉmico de que el principal cometido educativo es promover la transformaciรณn social en nombre de la justicia, y de que, segรบn una declaraciรณn emitida por la Universidad Estatal de Nueva York en 2018, hay un โ€œvรญnculo inseparable entre la excelencia acadรฉmica y la diversidadโ€, colisionarรญa con las normas ya asentadas sobre libertad de expresiรณn en el seno de la academia. Desde la perspectiva de โ€œla diversidad, la equidad y la inclusiรณnโ€, la libertad de expresiรณn sin trabas, la dependencia de materiales del curso compuestos en su mayor parte por obras de hombres blancos, e incluso los programas que presentan materiales detonantes sin una advertencia, o las tres cosas, son elementos que garantizan el fracaso en los estudios โ€“o al menos impiden en buena medida su culminaciรณnโ€“ de los alumnos de comunidades histรณricamente marginadas y oprimidas.

Mientras tanto, desde la perspectiva de quienes suscribรญan que la labor de las universidades era la libre investigaciรณn sin trabas, las advertencias y las exigencias de los alumnos de no verse expuestos a materiales ofensivos y, por lo tanto, detonantes, representan otra suerte de amenaza existencial. En la cultura en que vivimos, desestructurada en lo fundamental, la posibilidad de encontrar un espacio comรบn entre estas dos visiones parece cada vez mรกs inalcanzable.

Serรญa un error tratar de analizar el auge de las advertencias detonantes solo en el contexto del creciente predominio de las ideas basadas en la polรญtica identitaria y la teorรญa crรญtica de la raza en los campus universitarios de toda la anglosfera. En efecto, dichas advertencias se basan en la idea de que toda posibilidad realista de รฉxito en la inclusiรณn de alumnos de comunidades antaรฑo excluidas y marginadas depende de que estos se sientan a salvo. Una de las primeras declaraciones sobre la necesidad de estas advertencias, una carta abierta publicada en 2015 en el periรณdico estudiantil de Columbia, The Spectator, sigue siendo un excelente compendio del punto de vista. Tomando como ejemplo las Metamorfosis de Ovidio, los autores, todos ellos integrantes de un grupo estudiantil denominado Junta Asesora de Asuntos Multiculturales, escriben de una alumna agredida sexualmente que โ€œse ha sentido afectada al leer los detallados relatos de violaciones a lo largo de la obraโ€. Pero como el profesor se ha centrado en โ€œla belleza del lenguaje y el esplendor de las imรกgenes al disertar sobre el texto… la alumna, para protegerse a sรญ misma, se desentendiรณ completamente del debate en el aula. No se sentรญa a salvo en claseโ€.

En este sentido, los autores de la carta describieron las experiencias detonantes de una manera muy semejante al modo en que se definiรณ el tรฉrmino cuando empezรณ a circular en los foros feministas de internet a finales de los noventa. Pero los alumnos de Columbia se extralimitaron: โ€œMuchos textos del canon occidental [contienen] material detonante y ofensivo que margina las identidades de los alumnos en el aula. Estos textos โ€“escribieronโ€“, forjados con historias y relatos opresivos y excluyentes, pueden ser difรญciles de leer y debatir para un superviviente, una persona de color o un alumno de escasos recursosโ€. En principio, ello implicaba que todo texto que describiera demasiado explรญcitamente la opresiรณn o la exclusiรณn podrรญa detonar efectos psicolรณgicos y traumรกticos (y, por ende, peligrosos para la salud) en los alumnos que hubieran sufrido dicha opresiรณn o exclusiรณn, por muy distinto que fuera el contexto histรณrico de la lectura asignada al de su propia vida.

En su versiรณn mรกs amplia, la necesidad de una advertencia detonante se aplicรณ incluso a obras escritas por integrantes de comunidades antaรฑo oprimidas. Por ejemplo, en 2013, Oberlin recomendรณ al profesorado de literatura โ€œeliminar el material detonante cuando no contribuya directamente a alcanzar los objetivos de aprendizaje del cursoโ€; y a advertir sobre material detonante en textos โ€œdemasiado importantes para pasarlos por altoโ€. Sin embargo, Oberlin adujo como ejemplo de este tipo de texto la obra maestra del gran novelista nigeriano Chinua Achebe, Todo se desmorona, un libro que su colega, el tambiรฉn nigeriano (y premio Nobel) Wole Soyinka considerรณ como โ€œla primera novela en inglรฉs que se expresaba desde el interior de un personaje africano, en lugar de retratar al africano como alguien exรณtico, como lo verรญa un blancoโ€. Para ser justos, la direcciรณn de Oberlin sรญ reconociรณ que la novela era โ€œun triunfo de la literatura que todos deberรญan leerโ€. No obstante, advertรญa que Todo se desmorona podรญa โ€œafectar a los lectores que han vivido el racismo, el colonialismo, la persecuciรณn religiosa, la violencia, el suicidio, etc.โ€ El documento notificaba ademรกs a los profesores que โ€œconsideren en profundidad el desarrollo de directrices para que el material detonante sea opcionalโ€ en todos los casos en que dichas tareas no โ€œcoadyuven directamente a los objetivos de aprendizaje del cursoโ€.

La notificaciรณn de Oberlin se tiene a menudo por extrema, por no ser realmente representativa de las exigencias de los alumnos relativas a las advertencias detonantes. Quienes esgrimen este argumento seรฑalan que, tras algunas reacciones del profesorado y la atenciรณn dedicada en los medios de comunicaciรณn al asunto, Oberlin retirรณ el documento. Pero en realidad este es relativamente moderado si se compara con lo que la profesora Jeannie Suk Gerson, de la Facultad de Derecho de Harvard, escribiรณ en The New Yorker en 2014. En su artรญculo, sostenรญa que โ€œlas actuales organizaciones estudiantiles defensoras de los intereses de las mujeres recomiendan habitualmente a las alumnas que no deben ceder a la presiรณn de asistir o participar en clases que traten la legislaciรณn sobre violencia sexual, y que por ello podrรญan resultar traumรกticasโ€. Algunos de estos grupos no solo exigรญan que los profesores de derecho penal advirtieran sobre los posibles detonantes antes de impartir clases sobre dicha legislaciรณn, sino que, segรบn Suck Gerson, โ€œlas alumnas a tรญtulo individual a menudo piden a los profesores que no incluyan la legislaciรณn sobre violaciรณn en las evaluaciones por temor a que el material les impida rendir mรกsโ€.

En tรฉrminos generales, Suck Gerson describiรณ un nuevo contexto pedagรณgico en el que โ€œel aula se ha convertido en un entorno potencialmente traumรกticoโ€ para muchos alumnos, en el que โ€œhan empezado a anticipar los daรฑos emocionales que podrรญan sufrir o infligir en una conversaciรณn en claseโ€. Por ende, se mostraban โ€œinclinados a insistir en que los profesores los protejan de provocar o experimentar malestar, y los profesores, a su vez, estรกn mรกs dispuestos a complacerlos, porque se considerarรญa injurioso no reconocer el trauma o el trauma potencial de un alumnoโ€. Para Suk Gerson, semejantes exigencias, pero, sobre todo, las interpretaciones y expectativas subyacentes, son anรกlogas a las de un โ€œestudiante de medicina que se forma para ser cirujano pero que teme angustiarse si ve o manipula sangreโ€, y exige que sus profesores intervengan.

Sin embargo, el equivalente de tal exigencia se ha normalizado en las humanidades. Es lo que esperan muchos alumnos, una pretensiรณn que muchos profesores han llegado a considerar razonable, quizรกs incluso un avance pedagรณgico. En la Universidad de Greenwich, por ejemplo, no les parece impropia, represiva o censoria la reciente publicaciรณn de una advertencia detonante en un mรณdulo sobre literatura gรณtica, la cual alerta que la obra de Jane Austen estรก impregnada de sexismo, contiene โ€œestereotipos de gรฉneroโ€ y retrata โ€œrelaciones y amistades tรณxicasโ€. Incluso la decisiรณn de la Universidad Highlands and Islands de Escocia de aรฑadir una advertencia al clรกsico de Ernest Hemingway, El viejo y el mar, en la que se alerta a los alumnos de las โ€œescenas explรญcitas de pescaโ€ del relato, resulta especialmente extraรฑa, pues la universidad en cuestiรณn estรก ubicada en una regiรณn en la cual cabe suponer a buena parte del alumnado procedente de familias que por tradiciรณn se habrรญan ganado la vida pescando.

A diferencia de Suk Gerson, muchos profesores no se oponen a dichas exigencias. Y son categรณricos al aseverar que las peticiones de alertas sobre contenidos no las imponen los administradores, sino que proceden de los propios alumnos. Un portavoz de la Universidad de Greenwich respondiรณ a las preguntas de los medios de comunicaciรณn sobre el aviso que precede a La abadรญa de Northanger en estos tรฉrminos: โ€œLas advertencias de contenido se difundieron por primera vez en julio de 2021, en respuesta a las peticiones de los alumnos transmitidas al cuerpo docente por medio de sus representantes durante el curso acadรฉmico 2020/21. Se acordรณ que las advertencias debรญan incluirse en las listas de lecturas para que los alumnos pudieran tenerlas presentes antes de enfrentarse a cada textoโ€. Timothy C. Baker, profesor de literatura en la Universidad de Aberdeen, y excelente especialista en la obra del gran poeta escocรฉs George Mackay Brown, me escribiรณ en un intercambio en Twitter que, si bien se habรญan hecho esfuerzos en su departamento por โ€œnormar las prรกcticasโ€, el proceso habรญa seguido โ€œlas directrices de los acadรฉmicosโ€. En opiniรณn de Baker, esas โ€œnotas de contenidoโ€ โ€“con buen juicio, prefiere ese sintagma a โ€œadvertencias detonantesโ€ o โ€œadvertencias de contenidoโ€โ€“ no serรญan necesarias si sus alumnos โ€œleyeran por placer… pero como leen para ser evaluados, creo que es justo advertirlosโ€. Para Baker, dichos avisos no deberรญan objetarse todavรญa mรกs que la categorizaciรณn de pelรญculas habitual que difunde la Junta Britรกnica de Clasificaciรณn Cinematogrรกfica (BBFC).

La objeciรณn a este argumento es que el sistema de la BBFC, que comprende desde la “U” โ€“โ€œapta para todosโ€โ€“ hasta โ€œ18โ€ y โ€œR18โ€ โ€“โ€œapta para adultosโ€ y โ€œobras para adultos solo en recintos autorizadosโ€โ€“ determina la pertinencia por edades, como informa el sitio web de la BBFC, y propone โ€œuna clasificaciรณn y consejos sobre el contenido de las pelรญculas y otros contenidos audiovisuales que permitan a los niรฑos y sus familias elegir lo que es apropiado para ellos y evitar lo que no lo esโ€. En el caso de las alertas sobre contenidos destinadas a los alumnos, al menos en el sentido cauto y mesurado en que las conciben acadรฉmicos como Timothy Bradley, no se trata de aconsejar a las familias sobre lo que sus hijos no deberรญan ver. Por el contrario, mรกs bien se acerca a lo que piensan los radicales de las advertencias detonantes: algo que deberรญa dar a los alumnos la opciรณn de no leer un libro determinado, de no ver una imagen determinada (como el reciente caso en la Universidad de Hamline donde una alumna musulmana adujo una suerte de violaciรณn personal en una clase virtual al verse expuesta a una imagen persa del profeta Mahoma) o, como cuenta Jeannie Suk Gersen en su artรญculo del New Yorker, de no verse obligado a leer (o a responder en una evaluaciรณn) un determinado pasaje de la jurisprudencia.

Una expresiรณn mรกs airada de la postura de Bradley fue la de Matthew Creasy, distinguido especialista en Joyce de la Universidad de Glasgow, que defendiรณ su decisiรณn de adjuntar una advertencia sobre contenidos a un curso que impartรญa sobre el escritor irlandรฉs. En esa alerta Creasy escribiรณ: โ€œExaminaremos textos con referencias explรญcitas a cuestiones sexuales… Reconocemos que a algunos alumnos pueda parecerles difรญcil y ofensivo parte del lenguaje y las posturas sobre la raza, el gรฉnero y la identidad nacional que debatimos en relaciรณn con la obra de Joyceโ€. Mientras arreciaban las crรญticas y las burlas a la advertencia, sobre todo en los medios de comunicaciรณn de derechas de Gran Bretaรฑa e Irlanda, Creasy defendiรณ airadamente en Twitter su decisiรณn. โ€œNo me abochorna impartir consejos sobre los contenidos โ€“tuiteรณโ€“. Los incluyo en todos mis cursos para ayudarnos a preparar conversaciones maduras sobre temas para adultos. Es difรญcil y no siempre lo consigo: adapto mis clases y aprendo de mis alumnos constantementeโ€. No obstante, Creasy no abordรณ la razรณn por la cual, una vez mรกs y al igual que Baker, los que actualmente pretendรญan leer los materiales (los alumnos como los que estudian Derecho con la profesora Suk Gerson pertenecen a una categorรญa distinta) sentรญan el imperativo de tal advertencia cuando no la habรญan precisado hace apenas veinte aรฑos.

Dada la constante intrusiรณn en la vida acadรฉmica de la idea segรบn la cual los estudiantes deben ser salvaguardados de contenidos traumรกticos, e indudablemente no obligados a encararlos, es difรญcil no pensar que los profesores Creasy y Baker son como los mencheviques en Moscรบ en 1917, a los que les gustarรญa correr la misma suerte a manos de las reivindicaciones morales del radicalismo formuladas en las advertencias detonantes, como les ocurriรณ a aquellos en manos de los bolcheviques. En parte porque, a pesar del modo en que la crรญtica presenta el fenรณmeno de las advertencias detonantes, en la derecha y entre muchos liberales (en el sentido estadounidense), como un elemento mรกs de la โ€œwokeizaciรณnโ€ y la โ€œteorรญacriticadelaracizaciรณnโ€ de la Academia a lo largo y ancho de la anglosfera, la reclamaciรณn de salvaguardas parece haber permeado toda esta sociedad: se trata mรกs de una transformaciรณn cultural que, con toda probabilidad, se halla en la raรญz de la percepciรณn estudiantil de que las advertencias detonantes son necesarias (en mi opiniรณn con toda sinceridad y buena fe, cabe aclarar) que del triunfo de la represiva teorรญa crรญtica y el identitarismo ideolรณgico en los campus universitarios desde Melbourne hasta la isla de Skye. 

Basta que los escรฉpticos vean cรณmo, por mucho que se hable del niรฑo contemporรกneo como una suerte de monarca cuyas opiniones se suponen en el mismo plano que las de un adulto y sobre el que los padres ya no pretenden hacer valer su autoridad, los niรฑos estรกn en realidad mucho mรกs constreรฑidos, sobre todo en su libertad de movimiento. Comparemos un parque infantil actual con uno construido hace cincuenta aรฑos y lo primero que advertiremos es cuรกnto empeรฑo se ha puesto en asegurar que, si el niรฑo cae, tenga muchas menos posibilidades de hacerse daรฑo. Y en el mundo de los adultos, al menos segรบn la Norma Global burguesa (es decir, el mismo mundo del que proceden la mayorรญa de los estudiantes universitarios), la felicidad y el llamado bienestar son casi sinรณnimos en la prรกctica. Los estudiantes que quieren evitar los detonantes y verse traumatizados redactan esta reivindicaciรณn empleando el lenguaje de la justicia social, el de la diversidad, la equidad y la inclusiรณn, y en los imperativos de no volver a experimentar un trauma sexual. Como tal se presenta demasiado a menudo (incluso por sus defensores) como una ruptura radical con la sociedad burguesa. Pero los paralelismos entre estas reivindicaciones y las de la salud son demasiado patentes para que lo anterior resulte del todo convincente. Con ello quiero decir simplemente que el elemento woke puede ser parte del relato, pero dudo que ni mucho menos sea todo el relato. No me queda nada claro que siquiera sea el componente principal del relato.

Un ejemplo para concluir: todo aquel que vea Netflix u otros servicios semejantes recordarรก las advertencias que suelen aparecer al comenzar la pelรญcula o el programa. Estas mencionan la violencia, los desnudos, el sexo explรญcito, etc. Pero es habitual que otro elemento tambiรฉn figure en ellas sobre el contenido: fumar. El mensaje no puede ser mรกs claro: el mero visionado de un actor fumando en una pelรญcula, o bien detona en el espectador el deseo de fumar o bien retrata algo terriblemente afrentoso para los sueรฑos del bienestar. Asรญ que si los alumnos de hoy son semejantes a los copos de nieve, como sostienen muchos en la derecha โ€“probablemente con razรณnโ€“, la cruda realidad es que todos nosotros tambiรฉn lo somos.

Traducciรณn de Aurelio Major

+ posts

David Rieff es escritor. En 2022 Debate reeditรณ su libro 'Un mar de muerte: recuerdos de un hijo'.


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: