El PSOE ha perdido el control de su imagen y discurso. No existe más que en la propaganda de sus rivales, que se aprovechan de sus crisis internas, indefinición ideológica y complejo de inferioridad. El partido no hace nada por contrarrestar su derrumbe, acelerado tras la derrota en el País Vasco y Galicia y la decisión de Pedro Sánchez de convocar un congreso y unas primarias. Incluso las voces que dicen que hay que pensar primero en la gobernabilidad y en España se interpretan como muestras de inestabilidad y discrepancia interna.
Una maniobra efectiva de Podemos es vender una posible abstención del PSOE para que gobierne el PP como una adhesión absoluta e incondicional al gobierno de Rajoy. Podemos se aprovecha de la ignorancia (o la fomenta) sobre cómo funciona un parlamento para convencer al electorado de que abstenerse es formar parte del gobierno de Rajoy, o al menos apoyarlo incondicionalmente.
Si el PSOE fuera dueño de su discurso, vendería una abstención como la posibilidad de ser el líder de la oposición. Podría incluso ofrecerse como el partido que va a hacerle la vida imposible al PP en el parlamento, a pesar de que esto pueda perjudicarle más adelante: si reúne suficientes apoyos en el congreso, puede bloquear al Partido Popular. Puede condicionar su abstención a la aprobación de medidas en las que estarían de acuerdo Ciudadanos y Podemos. El Parlamento podría gobernar contra el gobierno.
El partido intenta en vano combinar un discurso de responsabilidad con otro simbólico y sentimental, en defensa de la dignidad de la izquierda. El discurso de la responsabilidad es Felipe González y algunos barones como Susana Díaz. El de la dignidad de la izquierda es un Pedro Sánchez que se presentó a las primarias del partido en 2014 con un discurso centrista y socioliberal y que ahora insinúa que hay derechistas en su partido pidiéndole que deje gobernar al PP.
El PSOE habla de ideología sin convencimiento. No ha sabido explicar qué significa para el partido ser de izquierdas en el siglo XXI. Es un problema general de la socialdemocracia. Ha fallado en un aspecto clave de la política, que es la pedagogía de la decepción: explicar los límites sin perder la ilusión. De momento, el electorado español ha aprendido a decepcionarse solo a través de la fatiga democrática consecuencia de un bloqueo que dura ya 9 meses.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).