Foto: Artur Widak/NurPhoto via ZUMA Press

Las “guerras culturales” llegan a Canadá

Canadá es uno de los países con las políticas más inclusivas en relación a las comunidades LGBTQ+. Pero una parte de la sociedad ha reaccionado contra medidas que ven como una invasión ideológica.
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Dependiendo del titular de prensa que usted lea, puede interpretar las manifestaciones que se dieron a finales de septiembre en varias ciudades de Canadá como movilizaciones en oposición a la comunidad transgénero, contra la inclusión y la diversidad de géneros, la educación sobre los temas LGBTQ+ en las escuelas, o la “marcha del millón por los niños”, según la consigna de los organizadores. En Montreal, Toronto, Vancouver, Saskatoon, Calgary, Ottawa, entre otras ciudades, miles de personas salieron a las calles coreando “dejen a nuestros niños tranquilos” (en referencia a los cambios curriculares que prescriben la enseñanza de contenidos sobre la diversidad de género y las personas trans). Al mismo tiempo, salieron a las calles personas y organizaciones pro derechos LGBTQ+ en contramanifestaciones denunciando la “transfobia” y otras formas de discriminación hacia las comunidades sexodiversas. En algunos casos, el encuentro entre manifestantes y contramanifestantes terminó en agrios enfrentamientos verbales.

Canadá es uno de los países con las políticas más inclusivas y liberales en relación a las comunidades LGBTQ+. El parlamento canadiense aprobó el matrimonio igualitario en 2005, si bien desde 2003 varias provincias del país ya habían cambiado sus leyes para permitir la unión legal entre personas del mismo sexo. Aunque la aprobación se dio bajo un gobierno del partido liberal, los conservadores que llegaron al poder después no revirtieron la ley. El ahora primer ministro liberal, Justin Trudeau, es un defensor de los derechos LGBTQ+. Su gobierno ha adoptado políticas en defensa de las personas sexodiversas, con especial énfasis en las personas trans. El gobierno federal ha asumido el discurso LGBTQ+ en todas sus instancias, con programas para destacar los logros en derechos, realizaciones y valores de diversidad, aceptación e inclusión.

¿Cómo se explica entonces esta reacción de una parte de la sociedad canadiense ante lo que ellos llaman la “invasión de la ideología trans” en las escuelas? Una reciente encuesta realizada por el Angus Reid Institute reveló que 56 por ciento de canadienses define el género de una persona como femenino o masculino; un 34 por ciento dice que la división binaria (masculino/femenino) no es suficiente. Con respecto a la cuestión transgénero, la encuesta mostró que ante la pregunta “¿Qué es una mujer?”, un 34 por ciento dice que es una persona que nació biológicamente de sexo femenino, un 35 por ciento dice que cualquiera que se identifique como mujer, y un 18 por ciento que se trata de una persona con órganos reproductivos de mujer o que se realizó una operación de cambio de sexo.

Cuando se trata de los niños, un 69 por ciento manifestó que estaría de acuerdo con que uno de sus hijos/hijas quisiera cambiar de identidad de género, incluyendo un 61 por ciento de los padres que manifestó su acuerdo con que eso ocurra antes de los 18 años. Pero solo un 20 por ciento de los padres dijo estar de acuerdo con que sus hijos comiencen tratamientos hormonales.

La sociedad multicultural reacciona

Canadá es un país de inmigrantes, y eso está cambiando la composición demográfica del país. Aunque todavía las religiones no cristianas son minoritarias, están registrando un incremento en los últimos años. La proporción de musulmanes, hindúes o sij se ha duplicado en los últimos 20 años. De 2001 a 2021, los musulmanes pasaron de 2 a casi 5 por ciento, los hindúes de 1 a 2.3 por ciento, y los sijs de 0.9 a 2.1. Los grupos denominados “racializados” también están creciendo. Según el más reciente censo (2021), las personas del sureste asiático (Pakistán, India, Bangladesh, Sri Lanka) forman 7.1 por ciento de la población, los chinos un 4.7 por ciento y los negros un 4.3, lo que quiere decir 16.1 de toda la población del país.

Estos cambios demográficos tienen implicaciones en las manifestaciones contra la inclusión de contenidos LGBTQ+ en las escuelas. Muchos padres musulmanes se han unido a los sectores socialmente más conservadores, y se han volcado a las calles para protestar contra los cambios curriculares de lo que ellos consideran “adoctrinamiento trans”.  Una comentarista de Quebec señalaba la paradoja que deben experimentar las personas más a la izquierda de la sociedad canadiense. Ellas, que siempre han estado a favor de abrir las puertas a los inmigrantes y refugiados, como fue el caso de los refugiados sirios y de otros países musulmanes, ahora tienen que constatar que esos mismos inmigrantes no comparten sus valores con respecto a las comunidades LGBTQ+, y que se movilizan contra las políticas que las organizaciones sociales de izquierda consideran progresistas.

Los políticos han sido, en algunos sectores, más bien circunspectos cuando se trata de abordar los asuntos de inclusión de las personas sexodiversas. Aunque Trudeau se mantuvo activo en las redes sociales defendiendo los derechos LGBTQ+, el líder del partido conservador federal en la oposición, Pierre Poilievre, recomendó a sus diputados y militantes que se mantuvieran alejados de las manifestaciones. En Quebec, el primer ministro de la provincia francófona, François Legault (de centroderecha), llamó a la calma sobre los temas de identidad de género. Su enfoque, más prudente que el de otras provincias de la federación, promueve primero una consulta ante un “comité de expertos” con el fin de estudiar las próximas leyes y políticas que adoptará su gobierno con respecto a las comunidades LGBTQ+ y las personas transgénero. El peso demográfico de algunas comunidades étnicas en ciertas circunscripciones electorales explica el tacto de algunos políticos. No quieren ponerse de malas con electores que defienden puntos de vista más conservadores sobre el sexo y el género.

Debate académico

El mundo universitario canadiense parece mayoritariamente apoyar los principios de la teoría de la identidad de género. Eso es al menos lo que se constata en el discurso de muchos profesores, estudiantes y de las mismas autoridades universitarias. Sin embargo, la realidad ofrece matices. Por ejemplo, el profesor emérito de biología de la Universidad de Ottawa, François Chapleau, escribió en un artículo recientemente que “se lee frecuentemente ahora que el género es ‘asignado’ al nacimiento. Es falso. Es el sexo el que es constatado en el momento del nacimiento, sin ambigüedad alguna en el 99.98% de los casos. El sexo es una realidad binaria, inmutable e inscrita en cada una de las células del cuerpo […] Es desolador ver que, por una preocupación de aceptación de la diversidad, se enseña a nuestros niños que el sexo es ‘asignado’ al nacer o que el niño puede fiarse de lo que siente para saber si es un niño, niña u otro, y esto, sin tener en cuenta de su sexo biológico…”. Cabe decir que el profesor Chapleau trató de publicar su artículo en varios periódicos en Montreal. Su texto fue rechazado por los editores sin dar mayores explicaciones, hasta que salió en otra plataforma web.

Por su lado, el sociólogo y sexólogo Martin Blais de la Universidad de Quebec en Montreal, un defensor de la teoría del género, dijo en una entrevista que “durante mucho tiempo lo que llamábamos educación sexual, era una educación para la heterosexualidad… La educación sexual fracasaba para los jóvenes LGBTQ+. Si queremos que la educación sexual funcione, debe adaptarse a [la pluralidad] que viven los jóvenes a la que está destinada… A través de ella se formará ciudadanos que no saldrán gritando, como lo hemos visto en las manifestaciones”. 

La guerra cultural

Aunque Canadá se precia de ser una sociedad distinta a la de Estados Unidos, la cercanía y relaciones con su vecino del sur tienen como consecuencia que los canadienses no son inmunes a las tendencias políticas y sociales que vienen del gigante norteamericano. Con menos intensidad, la llamada “guerra cultural” que se vive hace décadas en Estados Unidos se ha ido instalando en Canadá, con expresiones en el mundo universitario, las escuelas y la política partidista.

La encuesta del Angus Reid preguntó a los canadienses cómo se posicionaban ante estos temas asociados con la “corrección política”, indicando que existe una brecha generacional de acuerdo con el estudio: los denominados “activistas” (en favor de la corrección política) son menores de 35 años, tienden a ser mujeres o se identifican como no binarios, y políticamente están a la izquierda; en cambio, los llamados “objetores”, que se ubican en el polo opuesto, son mayoritariamente hombres de 55 años o mayores, que votan a los conservadores o a la derecha más extrema.

Según algunas interpretaciones, una minoría activa y radicalizada estaría imponiendo la agenda sobre las políticas de género en el país. Pero, como lo mostraron las manifestaciones la semana pasada, otra minoría conservadora y étnicamente diversa se está movilizando contra lo que ellos denominan una ideología que quiere adoctrinar a sus hijos. Los debates son más complejos y matizados de lo que se podría uno imaginar desde la izquierda o la derecha.

No es fácil predecir cómo evolucionará la llamada “guerra cultural” sobre el asunto de géneros en Canadá, aunque lo que ocurra en Estados Unidos tendrá influencia, tanto para su posible radicalización de parte de los conservadores sociales o para el avance de la agenda educativa y de derechos propuesta por las comunidades LGBTQ+. Una posible victoria de Donald Trump en las elecciones de 2024 podría reforzar la perspectiva conservadora en Canadá.

Lo que sí parece claro es que las posiciones sobre temas como inmigración o diversidad de género están atadas a la situación social y económica del país. Mientras más incertidumbre exista en el plano socioeconómico, los sectores más conservadores y no tan “progresistas” –especialmente en ciertas provincias, como las Marítimas en el este o en el gran bastión conservador que es Alberta– podrían mostrar mayor resistencia a las políticas educativas para promover la visión sexodiversa y la aceptación de las personas trans. Moverle el piso de las convenciones sociales y sexuales a ciertos padres puede ser el gatillo de mayores protestas en un ambiente de recesión económica, pérdida del poder adquisitivo y ansiedad sobre el futuro. ~

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Profesor en la Universidad de Ottawa, Canadá.


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