Si dan los números, los valores son secundarios. En un escenario multipartidista, los partidos suelen tener la cintura flexible. La decisión de Ciudadanos de vetar al PSOE (su ejecutiva ha decidido por unanimidad que no pactará con el partido de Sánchez tras las elecciones) rompe en cierto modo esa lógica. ¿Por qué establecer un cordón sanitario cuando, tarde o temprano, ambos partidos tendrán que entenderse, al menos si quieren evitar que partidos nacionalistas o populistas condicionen los gobiernos?
El partido y sus cercanos dan varias explicaciones. Una es que Ciudadanos quiere ser el primer partido de la derecha y formar un gobierno tripartito con Rivera de presidente. Otra es que no estamos ya en 2016, cuando Ciudadanos pactó un acuerdo de gobierno reformista con el PSOE: en estos tres años lo que ha ocurrido ha sido el sanchismo, que ha roto todos los puentes. Otra es que la identidad del partido es el antinacionalismo catalán, y que no puede permitirse pactar con quienes han cedido tanto al independentismo. La doctrina bronca y dogmática de Girauta ha triunfado y lleva siendo durante meses la ideología oficial del partido: “Que sigan acariciando el lomo a los separatistas. Si votas Sánchez, traga Iglesias, Torra y Junqueras.”
Las tres hipótesis con cuestionables. Para que Ciudadanos se convierta en el primer partido del centroderecha tiene que perder casi completamente su identidad de centro. El miedo a la fuga de votos hacia Vox les hace escorarse mucho a la derecha. Ciudadanos pierde su identidad liberal. Por otra parte, es cierto que el PSOE ha cambiado desde el “pacto del abrazo” en 2016. Pero también ha cambiado radicalmente la derecha. El PP de Casado es hiperideológico, da la guerra cultural reaccionaria y su política económica es un neoliberalismo ibérico simplón. La irrupción de Vox ha desplazado el eje más hacia la derecha. Que el sanchismo ha sido tóxico no es excusa para pactar con un PP hiperventilado y una derecha autoritaria. Finalmente, la excusa del antinacionalismo no justifica la frase de Girauta. Si realmente el problema es el independentismo catalán, tendrían que evitar a toda costa que tenga algún tipo de influencia en el gobierno. Si Ciudadanos pactara con el PSOE, quizá podría evitar que el partido volviera al diálogo infructuoso con Torra. Al decir “Si votas Sánchez, traga Iglesias, Torra y Junqueras”, Girauta demuestra que realmente no le importa que se repita el gobierno de Sánchez. Ciudadanos habla de urgencia nacional como consecuencia del independentismo pero se niega a participar en una alianza que podría responder a esa amenaza.
Hay razones estratégicas. En una época de polarización, quedarse en terreno de nadie es peligroso. Aunque el sistema es multipartidista, está dividido en dos bloques: a la izquierda, Podemos y PSOE, a la derecha, PP y Vox. Ciudadanos ha elegido este segundo bloque. Pepe Fernández-Albertos da tres razones en un artículo: la cuestión catalana (“ahora sus simpatizantes están más preocupados por la cuestión catalana, y procedían en una proporción mayor que antes del Partido Popular”), el sistema electoral (si baja de un determinado porcentaje de voto, pierde influencia: nuestro sistema electoral penaliza a los partidos pequeños de ámbito nacional, por su sesgo rural), y la derechización de sus votantes.
La decisión es arriesgada. Es posible que la combinación de PSOE y Ciudadanos sea la que más sume el 28 de abril. Pero los bloques ya están formados: si hay coaliciones, serán siempre intrabloques.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).