1. ¿Escribir sobre lo público o lo privado?
En el proceso de la creación literaria esa línea entre lo público y lo privado se desdibuja, se torna ambigua. El último minuto de vida de un diplomático podría ser narrado de una manera tan íntima como el de un prisionero, todo depende en cómo se haga.
2. ¿Escribir de día o de noche?
Cuando salga. Aunque de noche es mejor.
3. ¿Cuál es la obra literaria más sobrevalorada?
Me viene a la mente The catcher in the rye, de J.D. Salinger. No es que él me resulte un mal autor. Para nada. En ese sentido su libro Nine Stories es, de lejos, una joya, pero no gozó de ese mito de libro pervertidor de la juventud (por ello su prohibición durante años en los colegios de Estados Unidos), ni fue el libro que llevaba consigo Mark Chapman, el asesino de Lennon. Como casi todas las obras artísticas sobrevaloradas, algo ajenas a su calidad las convierte en eso. Por eso, cuando vi ese episodio de South Park donde parodian el mito mórbido de la novela, me identifiqué de inmediato. Otra obra sobrevalorada es Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda. La Biblia también.
4. ¿Y la injustificadamente olvidada?
Cosmos, de Witold Gombrowicz. Una obra que ha sido injustamente infravalorada (que es también una suerte de olvido o soslayo) en el universo borgeano por parte de sus mismos críticos: El informe de Brodie.
5. ¿La obra maestra que nunca ha leído y quizá ha dicho que sí?
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
6. ¿Cuál es el secreto literario mejor guardado?
El término me deja aún un poco perplejo. La primera vez que leí sobre él fue en una entrevista a César Aira, y lo llamaban “el secreto mejor guardado de la literatura argentina”y para entonces ya tenía muchas novelas publicadas. Kafka fue también, antes de que Max Brod sacara a la luz sus obras más emblemáticas, un “secreto mejor guardado”. Como es muy relativo, le daré un valor agregado al término: algo que no solo está guardado sino que difícilmente lo podremos ver. Ahí entrarían, de cajón, todos los manuscritos no recuperados de la biblioteca de Alejandría.
7. ¿Hace daño el culto al escritor?
Por lo general los autores de “culto” se tienen que recluir para que “la vida social” que acarrea la ilusión de la fama no joda su creación literaria, en ese caso, en parte, afecta. También puede ser una palmadita a la autoestima en los momentos difíciles. Con lo que no estoy de acuerdo es cuando los autores mediocres se convierten en sobrevalorados a través de escándalos varios (generalmente premeditados) que utilizan para abonar su leyenda personal.
8. ¿Cómo reaccionaría si descubriera miles de copias piratas de sus libros en el mercado negro?
No pararía de reír, hasta me tomaría una foto con algún vendedor pirata y sería yo quien le pidiera el autógrafo.
9. ¿El Estado debe pagar para que los escritores escriban?
En un país con escaso número de lectores se debería priorizar la inversión en crear campañas de hábito a la lectura, que se sostengan y no que se haga un “borra y va de nuevo” como cuando se cambian los presidentes o los ministros de cultura. Medio en broma, medio en serio, diría que esta política cultural debería ser tan radical, ambiciosa y sostenida en el tiempo como la Doctrina Monroe.
Los incentivos estatales son necesarios, siempre y cuando beneficien a diversos géneros y tendencias estéticas y no se queden en las roscas. No afirmo nada nuevo al decir que México, Estados Unidos o Francia han incentivado a creadores extranjeros gracias a convenios multiculturales o con organismos internacionales vinculados con la cultura. Pero una cosa es clara: el incentivo solo es para poder comer mientras creas. El mundo de las ideas, el universo interno del creador seguirá gestándose con o sin el Estado.
10. ¿La 'escritura creativa' puede aprenderse en un taller?
He estado en cuatro talleres: dos en calidad de alumno y dos como instructor. Son útiles pero no imprescindibles. Se pueden aprender las técnicas de la carpintería básica, a ser mejor lector, a crear vínculos de amistad, pero de ahí a hacer mueblería fina, es otro cantar. También hay propuestas más radicales que parten de negar esa posibilidad desde el inicio (y apoyarse en otras artes), como la Escuela Dinámica de Escritores de Mario Bellatín.
11. ¿Qué es un best-seller?
Lo que “une” a Paulo Coelho y Mario Vargas Llosa.
12. ¿Qué hábito envidia de otro escritor?
Quién no envidiaría a un escritor de ciencia ficción tan mediocre como Ron Hubbard. De la nada creó una religión que, no contenta con facturar millones, ha hecho pensar a sus fieles que su fundador se “desencarnó” para poder vivir en otra galaxia. ¡Viva Xenu, carajo!
13. ¿Qué eslogan propondría para una campaña nacional de lectura?
“Read and let die”.
14. ¿Si fuera libro cuál sería?
Lo demás es silencio, de Augusto Monterroso.
15. ¿Cuál fue el primer libro que robó o debió haber robado?
Siempre he sido cobarde para eso. El único que recuerdo haber robado conscientemente es El brazalete y otros cuentos, de Mujica Láinez, este año en Bogotá.
16. ¿Raya los libros?
Los libros de consulta y que no son literarios, sí. Pero mis libros de literatura (y con mayor razón a los que les tengo más afecto) apenas los rayo con lápiz. Siento tal temor como un chiquillo de American Pie cuya primera vez fuera con Pamela Anderson.
17. ¿Con qué cliché literario se (le) identifica?
El escritor peruano Fernando Iwasaki se queja de que cuando termina un acto, en lugar de ser abordado por guapas chiquillas, como los rockstars, se le presentan integrantes de la tercera edad. Rezo a Zeus y a Elohim para que me ayuden y no permitan que eso me ocurra.
18. Si estuviera en su poder ser obedecido como gobernante, ¿qué regla le impondría a los ciudadanos?
Que todos tengan en sus casas el kiteutanásico “Quietus”, como se ve en la película Children of men de Alfonso Cuarón.
19. ¿Qué muerte célebre, de algún personaje real o de ficción, le gustaría tener?
No me gustaría tener una muerte tan risible como la de Esquilo, ni una tan atroz como la del general Eloy Alfaro. Prefiero falsear mi muerte y retirarme a la Polinesia, a lo Gaughin.
20. Si este es su último aliento, ¿cuáles son sus últimas palabras?
“Say no more”.
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Miguel Antonio Chávez (Ecuador, 1979)
Licenciado en Comunicación Social. Finalista del Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo de Radio Francia Internacional 2007 con el cuento La puta madre patria. Actualmente es gestor en la Subsecretaría de Cultura de Ecuador. Miembro fundador del grupo cultural Buseta de papel y colaborador de los sitios literarios Letras S5 (Chile), Letralia (Venezuela) y HermanoCerdo (México).
Libros publicados: Círculo vicioso para principiantes (Universidad de Cuenca, 2005), La maniobra de Heimlich (Ediciones Altazor, 2010).
En 2011, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara presentó 25 formas de leer el continente. La FIL los llamó los 25 secretos mejor guardados de América Latina.