El mundo no carece de versiones XXX de Alicia en el País de las Maravillas por la misma razón por las que no carece de versiones convencionales. Lewis Carroll (quien naciera un 27 de enero de 1832) nos regaló una historia y unos personajes capaces de trascender la obra escrita y habitar a su manera la vida que hemos llamado “real”. El porno, que en más de una ocasión funciona como parodia de esa vida real, no podía ser ajeno a las tribulaciones de Alicia y el Conejo y el Gato de Cheshire. Una rápida búsqueda en el Google Images con las palabras “Alice Wonderland Sexy Costume” nos daría una idea de los motivos visuales para seguir haciendo parodias XXX por los siglos de los siglos, pero hay algo más: la locura de Alicia es demasiado atractiva como para desperdiciarla en una película que sólo hablara de sexo. Aún así se trate de porno.
Ninguna narración donde estén involucrados un conejo con prisa, un ejército de barajas, un huevo parlante o una oruga que fuma puede ser algo común. Y por ende, sus adaptaciones –las mainstream y las hardcore– se han visto arrastradas por esa extrañeza. Incluso versiones porno tan simples como la reciente Alice (McLean y Batts, 2010), donde parece que existen sólo dos locaciones: una bodega y en un claro del bosque, es rara a pesar de cumplir sin dificultades aquello que esperamos que sea una porno (a menos que creamos que resulta común ver en una película XXX a un tipo ataviado como la Liebre de Marzo). Lo mismo sucede con las previsibles Wonderland (Enright, 2001) y Blanche, Alice, Sandy et les autres (Laville, 2008).
Alice nel paese delle pornomeraviglie (Damiano, 1993) es una adaptación italiana en la que no faltan los momentos surrealistas, la gente disfrazada y los diálogos absurdos (más risibles aún porque se escuchan como si estuvieran mal doblados). Luca Damiano, quien había sido asistente de Vittorio de Sica, nos ofrece una comedia donde la fantasía sexual se ve potenciada por lo que llamamos la fantasía a secas. Ejemplo de esto es un Conejo Blanco que puede desnudar a la gente con un chasquido de dedos. En el mundo de Damiano, la magia no sirve sino para hacer divertido el sexo.
Sin embargo, en el amplio rango de rareza que supone adaptar la obra de Carroll, podemos encontrar dos ejemplos sobresalientes, por su realización y por su apuesta: una es casi una película de acción, la otra es un musical. La primera, Malice in Lalaland (Xipher, 2010), es a la Alicia de Carroll lo que ¿Dónde estás, hermano? es a La Odisea homérica: una revitalización –absolutamente enloquecida- de un clásico, una road movie cuyas referencias al cuento original son más bien sutiles, algo sorprendente en un género cuya mayor estrategia parte precisamente de eludir las sutilezas. Meta en una mezcladora a Russ Meyer y a Lewis Carroll, ponga chicas hermosas y limite (¡por favor!) a Ron Jeremy a un puñado de escenas cómicas. Agregue a un personaje que parezca una cruza entre Slash y el Sombrerero Loco y a otro que sea el vivo retrato de Hunter S. Thompson. Finalmente haga figura principal de su cinta a Sasha Grey, la estrella chic y culta del cine XXX. El resultado no puede ser otro que un viaje tan demente como su trama: una adicta a los alucinógenos escapa de la clínica con la ayuda de un conejo negro. Recorre un hermoso paisaje desértico mientras es perseguida por uno de los enfermeros, que la vio huir. En esa fuga tiene la oportunidad de coincidir con personajes extravagantes, algunos de los cuales usan cabezas gigantes de peluche. Así, de ese nivel. El resultado es un violento delirio lleno de desnudos y guiños, en un formato impecable de 35 mm.
Pero la versión porno más entrañable de Alicia la tenemos que encontrar en 1976, con Alice in Wonderland: An X-Rated Musical Comedy, dirigida por Bud Townsed. Verla 35 años después nos hace pensar en una época dorada donde hasta el porno necesitaba de algo de talento y producción (o al menos tanto personal como para ocupar tres minutos de créditos iniciales). La película nació dentro de una ola de adaptaciones X de cuentos infantiles en los setenta, pero ha sobrevivido gracias a “cierto encanto” que incluso maravilló al crítico de cine Roger Ebert, quien le dedicó el siguiente elogio: “Su sorpresa más agradable es su estrella, Kristine De Bell, que proyecta una frescura y una ingenuidad encantadoras, incluso en escenas donde algunas de las cosas más alarmantes se están llevando a cabo”.
Se trata pues de un musical y de una porno con todas las de la ley, y eso significa que lo único seguro es que habrá gente cantando y cometiendo fornicaciones al por mayor. A diferencia de otras cintas X, esta Alicia tiene muchísimos diálogos y más de uno de sus parlamentos podría caber en cualquier película convencional sobre el choque entre la fantasía y la realidad (“¿Qué te hace pensar que tu mundo es real y el nuestro imaginario?”; “No te estás volviendo loca, simplemente no estás prestando atención a lo que hay por ahí”). Las letras y la música fueron especialmente escritas para la película, y si algo hay que agradecerle a un cuento como el de Carroll es que ha obligado a los pornógrafos a filmar en exteriores. El espíritu que anima a cualquier Alicia -es decir, la aceptación de un universo donde todo es posible- también da la oportunidad a los realizadores de que la locura nunca esté fuera de tono. Así, no parece ningún error el que casi al final de esta musical comedy, aparezca el asistente de dirección cerrando una claqueta.
Según Wikipedia, la cinta de Townsed recaudó más de 90 millones a nivel mundial y eso ya la hace excepcional. En nuestros días puede ser vista como vintage en tanto nos pinta una realidad ya lejana llena de canto, baile y cuerpos salidos de documentales sobre Woodstock; aunque, en lo particular, nada me parece tan vintage como el hecho de que –aun siendo una porno- los protagonistas terminen casados.
Pronostico que, por muchos años más, Alicia seguirá dando material a los genios del cine pornográfico. Si el cuento de Carroll sirve para hacer extraño el sexo o si el sexo es el que sirve para hacer aún más extraño el cuento de Carroll es una pregunta que no sé cómo responder y que quizás cifre esa fascinación por seguir adaptando las aventuras del país de las maravillas. Mientras tanto, sigamos siendo testigos de la manera en que sus personajes están tomado el mundo. Incluso ese otro. Incluso ese que ocupa la carpeta NSFW de nuestras páginas web.
es músico y escritor. Es editor responsable de Letras Libres (México). Este año, Turner pondrá en circulación Calla y escucha. Ensayos sobre música: de Bach a los Beatles.