I
En soledad de mar,
muy lejos de la vanidad del hombre,
del Orgullo Vital que la planeara, yace tranquilamente.
II
Aposentos de acero, extintas ya las piras
de todos sus salamandrinos fuegos,
son traspasados por las frรญas corrientes, vueltos liras de rรญtmicas mareas.
III
En los espejos, creados con el fin
de enmarcar al magnate,
se desliza –grotesco y viscoso, callado, indiferente– un gusano de mar.
IV
Las alegres alhajas, diseรฑadas
para arrobar las mentes sensitivas,
yacen yertas y todos sus fulgores son nimios, negros, nulos.
V
Peces con ojos de menguante luna
miran aquel dorado equipo desde cerca
y se preguntan: “¿Quรฉ hace aquรญ abajo tamaรฑa petulancia?”
VI
Pues bien: mientras se estaba construyendo
esta criatura de ala surcadora,
el Destino Inmanente, que todo lo remueve y lo propulsa,
VII
le preparรณ un siniestro compaรฑero
a ella, tan graciosamente grande:
un Figurรญn de Hielo, por entonces obeso y apartado.
VIII
Mientras crecรญa la elegante nave
en estatura, gracia y colorido,
a una distancia oscura y silenciosa tambiรฉn crecรญa el Iceberg.
IX
Parecรญan ser dos desconocidos:
ningรบn ojo mortal pudo advertir
la soldadura รญntima de su postrera historia.
X
O seรฑal de que fueran orillados
por rutas coincidentes
a ser, poco despuรฉs, las mitades perfectas de un Augusto suceso.
XI
Hasta que la Hilandera de los Aรฑos
dijo: “¡Ahora!” Y cada quien lo oye,
se consolida la consumaciรณn y hace estremecer dos hemisferios. ~
Versiรณn de Hernรกn Bravo Varela
Dos hemisferios
Setenta y cinco aรฑos antes de que el director James Cameron lo convirtiera en el romance mรกs insรญpido y costoso del cine, el naufragio del Titanicconmoviรณ al pรบblico de su tiempo a travรฉs de la prensa. Baste citar los dos artรญculos que escribiรณ Joseph Conrad (reunidos en un pequeรฑo volumen titulado Acerca de la pรฉrdida del Titanic) y el poema “Convergencia de dos”, del novelista y poeta inglรฉs Thomas Hardy (1840-1928).
Razones sobran para que el tema haya movido de tal modo a Conrad y Hardy –la espectacularidad del naufragio, el atroz testimonio de los sobrevivientes–, pero una fue decisiva: el hundimiento de la nave como la muerte anunciada del Progreso. Dos aรฑos antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, el barco de pasajeros mรกs grande y lujoso del mundo, cuya construcciรณn demorรณ tres aรฑos, se sumergiรณ en menos de tres horas durante su viaje inaugural, la noche del 14 de abril de 1912.
Sin embargo, “Convergencia de dos” no es solo una epopeya en once tercetos sobre el Titanic. Es, sobre todo, una de tantas elegรญas que Hardy le escribiรณ a Emma Lavinia Gifford (1840-1912), con quien compartiรณ casi cuarenta aรฑos de no muy armรณnica vida conyugal. De hecho, en su ensayo “El poeta, la amada y la musa”, Joseph Brodsky afirma que la “metรกfora central [del poema] es el fracaso del matrimonio”. Lleno de culpas que lo persiguieron hasta la muerte, un anciano Hardy comparรณ a la joven Emma con “la elegante nave” cuya vida se impactรณ contra la de su esposo y “siniestro compaรฑero”, “un Figurรญn de hielo, por entonces obeso y apartado”.
En los primeros cinco tercetos del poema, Hardy parece hablar del Titanic, hundido “en soledad de mar”. Pero el retrato, semejante a “El sueรฑo de los guantes negros” de Ramรณn Lรณpez Velarde, constituye la morbosa descripciรณn del cadรกver corrupto de su amada. “Convergencia de dos” es, nunca mejor dicho, la punta del iceberg de un duelo tรฉtrico y temperamental que asomรณ en los รบltimos aรฑos del longevo Hardy. Aunque se casรณ nuevamente en 1914 con Florence Emily Dugdale, el corazรณn del poeta fue enterrado al morir junto a Emma, su primera esposa, en 1928.
Esta versiรณn estรก dedicada a Darin McNabb, filรณsofo de tiempo incompleto, que me descubriรณ el poema de Hardy y a quien le debรญa una explicaciรณn de mi entusiasmo.
– Hernรกn Bravo Varela
(Stinsford, Inglaterra, 1840-Dorchester, Inglaterra, 1928) fue poeta y autor, entre otras novelas, de 'Tess of the dโUrbervilles' y 'Far from the madding crowd'.