Espadas y guerreros
Las espadas en nuestros días suelen tener una función ornamental. Han sido relegadas casi totalmente a museos y obras de ficción. Después de la invención y el perfeccionamiento de las armas de fuego, fueron desapareciendo paulatinamente de los campos de batalla. Es notable que los cuchillos y las bayonetas, parientes menores, sigan presentes en los ejércitos. Cabe mencionar que en la España medieval, los cuchillos eran consideradas armas de rufianes. La espada, que estaba ligada a la nobleza, se usa ahora únicamente en competencias deportivas. Las razones de carácter práctico son obvias: un cuchillo es mucho más portable que una espada, sin embargo, no está de más ahondar un poco para buscar otras vertientes del asunto.
Las espadas han sido parte integral de diversas culturas. Desde que el ser humano atacaba y se defendía usando palos hasta las primeras espadas de los antiguos egipcios hubo un largo trecho. A la par de la creación y uso de estas armas se han desarrollado técnicas para un mejor desempeño en el campo de batalla.
Los estilos de esgrima –arte que, por definición, abarca el uso de cualquier arma blanca- han variado bastante de acuerdo con la época, las armas complementarias y el diseño de la misma espada, ya fueran más largas o más ligeras. Por ejemplo, en la Saga de Nial -texto islandés del siglo XIII que relata hechos del siglo XI- se describe que los guerreros usaban el escudo no solo como medio para atajar los golpes de la espada del contrincante, sino también para desarmarlo. En cuanto se paraba el golpe, si la espada del enemigo quedaba sumida en el escudo, éste se giraba hacia afuera para que el contrincante se viera forzado a soltarla. Esto también se hacía con otras armas como las lanzas y las hachas. Una agilidad extrema era importante para los guerreros islandeses: en ocasiones se debía saltar al menos un metro para esquivar un tajo.
En otras culturas no se usaba escudo. El sable japonés llamado katana se usaba a menudo sosteniendo el mango con ambas manos lo que hacía imposible sostener un arma defensiva al mismo tiempo. Desde luego, los guerreros samurái usaban armaduras, pero la esgrima japonesa o kenjutsu prescribía que cuando la ocasión lo ameritase, se usaran los flancos de la espada como defensa. Aquí cabe hacer notar que, a pesar de lo que dicta el imaginario popular, las espadas eran solo uno de los muchos recursos de los guerreros japoneses. Usaban principalmente el arco y eran expertos en la arquería a caballo. También tenían a su disposición alabardas, cuchillos y la naginata, que a menudo se confunde con una lanza.
Sin embargo, la espada poseía una importancia especial debido a toda la carga simbólica que revestía. Tocar con los dedos desnudos la hoja descubierta de una espada ajena era una gran ofensa. Incluso en el seppuku, la ceremonia del suicidio, debía tenerse mucho cuidado de no manchar la hoja del wakizashi, o espada corta, con la sangre del ejecutante, so pena de perder el honor. El kenjutsu contempla cortes que pueden parecer brutales a nuestros ojos modernos. El kesa giri es un tajo en diagonal desde la cadera hasta el hombro. El kote kiri consiste en cercenar los antebrazos. El o kiri otoshi implica cortar al enemigo por la mitad, desde la cabeza hasta la ingle. La eficacia a la hora de matar es lo que prima en estas técnicas, pero cada uno de estos movimientos debe realizarse con soltura y gracia.
Es pertinente enfatizar que en Japón se conocían las armas de fuego europeas al menos desde el siglo XVI, y aunque fueron usadas en batalla con buenos resultados, se seguía prefiriendo el uso de las armas tradicionales, porque se consideraban más honorables.
En la Edad Media europea, los guerreros usaban diferentes tipos de espadas. Los anglosajones, por ejemplo, que no solían usar armadura y combatían a pie, tenían escudos, mazas, hachas y unas espadas largas, de longitudes mayores a un metro y cerca de dos kilogramos de peso. Su buen manejo dependía no sólo de la fuerza de los brazos, sino del uso prudente del peso de todo el cuerpo para poder cortar al contrario.
La evolución de las armaduras europeas determinó la forma de las espadas. La aparición de la armadura completa y compacta en el siglo XVI, orilló a la fabricación de espadas más largas y más pesadas. El caballero medieval, guerrero que, evidentemente, se distingue de los combatientes a pie, es un grupo minoritario en el campo de batalla. Su equipo completo, incluyendo al caballo, valía más o menos lo que tres decenas de bueyes. Eran necesariamente pocos. Su armadura, su caballo, su lanza y su espada lo hacen prácticamente invulnerable a los ataques de los combatientes sin montura. Deben combatir contra otros caballeros. El adiestramiento en el uso de estas armas requería no solo dinero sino bastante tiempo libre. Los caballeros formaban una élite, con métodos de combate propios y una ética particular. Prefieren derrotar al enemigo antes que matarlo y no tomar jamás una ventaja injusta sobre él. Los caballeros lucen sus armas y sus habilidades no solo en la guerra, sino también en los torneos.
El declive del uso de las armaduras, debido al uso de armas de fuego, hizo que las espadas volvieran a ser ligeras. Los guerreros dependían de una muy depurada técnica de esgrima en las peleas sin distancia de por medio. En el siglo XVII, Luis Pacheco de Narváez publica la Nueva ciencia y filosofía de la destreza de las armas, su teoría y práctica. Se trata de un método de esgrima que se fundamenta en la razón y la geometría. También en Italia y en Francia se publican tratados de esgrima. La idea de fondo seguía siendo la misma: las espadas estaban reservadas a nobles.
La esgrima moderna, deportiva, olímpica, aún conserva ese aire vestigial de nobleza. En la actualidad es posible que alguien necesite nadar o correr, pero será difícil encontrar a una persona que necesite saber cómo manejar una espada. Nietzsche escribió, palabras más, palabras menos, que el oro era más valioso que el hierro porque el primero no tenía un uso práctico. Ciertamente, no hay un uso práctico de la espada en nuestros días, pero allí permanecen, relegadas a museos y competencias deportivas. Los cuchillos, mientras tanto, siguen usándose en cocinas y ejércitos.