Señoras y señores, ahí está el animal, ese pedazo de universo que alienta y se desplaza, que siente y vive. Los animales pululan. Una fuerza secreta los hace perdurar sobre la faz de la tierra. Allá va la araña escurriendo por su hilo. ¿Qué busca esta acróbata? ¿Se descuelga sólo por afán de lucimiento, deseo de exhibición y notoriedad? No. El funámbulo busca una de dos cosas, o alimento o compañera; porque también entre las bestias los dos temas obsesivos son el trabajo y el amor, estómago y corazón. Observemos a este raro ejemplar de clodovea pomposa o araña de pantano. ¿Qué quiere? ¡Oh, ahí viene su cortejador! Se acerca tímidamente. Música solemne se deja oír: los enamorados ejecutan su danza nupcial. Estas danzas pueden llegar a ser refinado ballet de gran audacia coreográfica o bailes maratónicos como el de cierta variedad de pulga, la llamada pulga de la cebada, que llega a perecer de cansancio en brazos de su pareja antes de consumar las bodas. Pero veamos, ya suenan los últimos compases, la pomposa o cabezona y su esposo están por terminar su baile: Sí, allá va el macho transido de urgencia erótica, y la hembra desfallece de amor entre sus brazos. ¡Oh, no!, ¡qué es esto!, la cabezona ha devorado una pata de su cónyuge. ¡Prefirió un buen bocado a los goces del amor! ¡Atacó a traición! Huye el macho, quiere escapar, muy explicable, dado el caso, pero pomposa ha cerrado el camino y acomete con toda la fuerza que da la gula. Grave confusión de lecho y mantel, la gastronomía en guerra con la lujuria. ¡Oh, no! El filete a la Rossini no podrá escapar: Ya lo trincha su compañera, ya lo tiene en el plato y empieza a dar cuenta de él; observemos que sus maneras de mesa son excelentes y reflexionemos en la fuerza del amor: el macho ha venido a buscar a su compañera a sabiendas del gravísimo peligro que corría. Es, por desgracia, una metáfora perfectamente justa del destino de tantos amores humanos. Pero no incurramos en melancolías: El objeto de la vida no es otro que la conservación de la vida. Y pasemos a otra cosa.
La reproducción, señoras y señores, no siempre es grata, como acabamos de ver. En este insecto volador, el bobo intonsus, el dimorfismo sexual es tan grande que el macho es tan completamente diferente de la hembra que muchas veces es incapaz de reconocerla y se ve forzado a un penoso celibato. Miremos cómo uno de estos bobos se acerca perplejo a este grupo de hembras. Oh, torturas del corazón: ¿Cuál puede ser la amada deparada para su corazón? Allá va el bobo; pero, cuidado, la hembra roja situada a su diestra no sólo no es su pareja, sino se trata de una compolota tártara, ser intratable, verdadero criminal de la naturaleza. Cualquier insinuación del bobo y ella lo destrozaría lentamente y con crueldad insoportable. No, pasó sin decir palabra. Parece que es otra, aquella amarilla, la que lo ha atraído, es la hembra del pomo fetidus, especie de zorrillo de los insectos que se defiende de perseguidores asfixiándolos con hedores insoportables. Pero he aquí que llega esta pequeñita, es una carolina voladora, que parece buscar con insistencia al bobo. Él la desdeña. Grave error: la dulce carolina es su pareja. Pero no, el bobo huye de ella y va en busca de tres carniceras parcas reales que ahí están: si llega hasta ellas no cabe duda de que cada una va a disponer de un generoso pedazo del bobo. La carolina va tras él, el amor le ha dado velocidad, allá va. Mas el bobo está cegado por la lujuria. Ay, la pobre no pudo darle alcance y ya lo tienen la tres parcas. El fin está próximo. Pero no, ya acomete la carolina. Retroceden las parcas. El bobo, aterrado, se mueve a un lado. ¿Qué pasa? La carolina ya devoró a una de sus rivales y va tras las otras dos. Bueno, una parca logró escapar. Ahora sí, el bobo la ha reconocido y se acerca a ella.
Y así, juntos, se van volando, porque, señoras y señores, cuántos trabajos de amor, cuántas tribulaciones para amar encierra el mundo natural… ~
(Ciudad de México, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y académico, autor de algunas de las páginas más luminosas de la literatura mexicana.