Quien teme a la oscuridad a menudo es porque aborrece la negritud de los secretos. Uno que palpa la pared con la mano, a tientas, para buscar la luz es Daniel Veronese; alguien que barre las miserias humanas, hace un montoncito con ellas y las expone en un escenario. Si bien hay algo de intimidad violada en la ropa tendida en un balcón que da a la calle, el dramaturgo argentino hace lo propio en sus obras de teatro: cuelga los pecados, los airea a la vista de todos. Algo incómodo y violento cuando se trata de uno mismo, pero perversamente placentero cuando se trata de otros. Bajo terapia, dirigida por Veronese y escrita por Matías del Federico, llega ahora a España, a los Teatros del Canal, para construir una comedia a través de las ruinas. ¿O no se reiría usted si alguien le dijese que cuando era pequeño su padre le pegaba? He aquí la trampa de la tragedia: devasta el mundo para que luego solo nos quede la risa. "El humor me ayuda a que las historias fluyan de manera orgánica", explica Del Federico sobre la obra.
Bajo terapia llega directa desde Buenos Aires para hablar, como viene siendo un continuo en la carrera del director, de la familia rota. Dice Daniel Veronese respecto al teatro que este debería servir para "hacer visible aquello que, culturalmente, de ninguna forma y bajo ningún pretexto puede serlo". En este caso: la mujer sometida, la mujer culpable, la mujer manipuladora. El espectador, confiado, reirá con las tres parejas en escena que se lanzan cuchillos unos a otros, mientras el titiritero argentino aprieta en la herida que late bajo los personajes. "A pesar de moverse dentro del circuito comercial, Veronese no utiliza fórmulas antiguas o prestablecidas, sino que las agita, las descoloca. A menudo, en el teatro comercial la gente va a reírse y a ver a los actores, que son famosos, pero para él lo relevante es la historia", explica Luna Paredes, actriz y doctoranda especializada en el teatro de Veronese. El autor de la pieza, Del Federico, apoya la teoría de Paredes al afirmar que "no hay personajes principales". "Creo que la obra requiere de una coralidad que a Daniel le gusta dirigir. Todos los actores están desde el primer minuto en escena y son necesarios para contar la acción".
Gorka Otxoa, Manuela Velasco, Fele Martínez, Melani Olivares, Juan Carlos Vellido y Carmen Ruiz dan vida a las tres parejas que, sin conocerse de nada, se someterán a una sesión de terapia grupal sin la tutela de la profesional: serán ellos los que deban dirigir la consulta a través de unas indicaciones que la terapeuta ha dejado en la mesa. Como cocinar con aceite hirviendo –imposible no mancharse–, las hipocresías y los reproches de unos y otros salpicarán al espectador, que se verá reflejado en los pensamientos y afirmaciones de los protagonistas. ¿O acaso usted nunca ha pensado que es normal revisarle el móvil a su esposa? ¿Tampoco ha juzgado a una mujer por su vestimenta? El humor obvio de esta obra, con chascarrillos fáciles pero efectivos, es lo que le ha colgado el sambenito de «comedia», pero solo es un mecanismo inteligente para retratar a quienes sentados en las butacas de la sala se ríen con complicidad con los comentarios rancios y machistas de los personajes. El director les está señalando con el dedo.
En una de sus reflexiones, Veronese decía: "Cuando ves a esas mujeres con sus niños muertos en los brazos en la televisión, decís: “¡Qué tremendo!”. Y cambias de canal, y ese dolor era verdadero. Pero cuando el dolor es vivido en el teatro y te dicen: “Miren que nosotros estamos actuando” y vos lo sentiste, queda en vos, y ahí está la posibilidad de encontrarte con ese dolor y repensarlo. Uno como que descarga diciendo: “¡Qué tremendo todo lo que pasa en el mundo!”, y listo, está allá. Mi cuota de comunión con la humanidad ya la cubrí. No hago nada. Sufrí y compartí con esta gente a miles de kilómetros de distancia. Apago y pongo otro programa. Es una forma de descarga. Pero en el teatro no hay posibilidad de irte de ese dolor. Toda la estructura del teatro te está diciendo que es una ficción, que pagaste una entrada, que sabes que eso no pasa. Pero la capacidad de los actores hace que vos te conectes con esa ficción. Entonces, el dolor queda en el público".
Por ello, Luna Paredes, respecto a Bajo terapia, apunta lo siguiente: "Esta obra habla de algo que es necesario tratar, y eso tiene vinculación con el universo de Veronese y su necesidad de desvelar esos monstruos ocultos para mirarlos a los ojos. Pero es cierto que hay algo de facilidad en la historia, en la manera de presentarla, aunque se cuenten cosas difíciles y violentas, quizá porque el final sosiega completamente el vértigo que ha habido en la obra, y esa calma no es tan Veronese". "Creo que para cualquier autor el hecho de que el espectador luego de ver la obra siga hablando de lo que vio durante unos días es una satisfacción. Si eso no se da, si sale hablando del estado del tiempo, hay algo que no resultó. De cualquier manera creo que el teatro tiene preguntas, no respuestas", explica Matías del Federico.
Quizá esta obra sea algo descafeinada. Quizá no salga de la sala con al ánimo soliviantado. Pero tanto Veronese como Del Federico retuercen la sintaxis para mostrarnos algo cotidiano y tan próximo que no solemos advertirlo. Lo tiene usted en el asiento de al lado, en un escenario e incluso se ríe con ello. El machismo es mainstream, ¿se da cuenta?
Bajo terapia, obra escrita por Matías del Federico y dirigida por Daniel Veronese puede verse en los Teatros del Canal hasta el 4 de octubre.
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