Lunes 18
Leo una recopilación de estudios del fascinante estudioso de las religiones y la simbología René Guénon (1886-1951), titulado Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, que apareció originalmente en Gallimard (1962) y que desde 1995 Paidós negocia en castellano en su preciosa colección “Orientalia”.
En este libro nutritivo y delicioso hallé una observación que me hizo recordar un artículo de Gabriel Zaid aparecido en Letras Libres hace unos meses, “Antiguos dólares de México” (agosto de 2006), en el que habla del signo $. Zaid cita a su vez a un señor Florian Cajori que al parecer sostiene que el signo $ “nace en los Estados Unidos”.
El símbolo es bastante más viejo que eso, como explica Guénon en un ensayo sobre “Los dos San Juan” (el bautista y el evangelista), avatares de cultos arcaicos cuyos primeros ordenamientos arraigan en el sol y las estaciones, esa materia prima del tiempo, las religiones o la poesía. (A diferencia de Cajori, Guénon no piensa que los símbolos aparezcan porque sí, y ni siquiera que sean creación humana, sino que son parte de la sabiduría revelada por Dios.) En la iconografía remota, los solsticios eran tradicionalmente representados por dos líneas verticales paralelas que significan las trayectorias del sol, que figura en el símbolo como un círculo entre las paralelas, signo que aún figura en la masonería. Los antiguos, sostiene el erudito, vieron en el estrecho de Gibraltar la ilustración geográfica de ese signo, pues marcaba la puerta donde norte y sur se unen y separan, lo mismo que Europa y África (y los dos Juanes). El signo se fue cargando de decoraciones hasta que las paralelas figuraron sendas columnas, una a cada lado del estrecho, detrás de las cuales el sol se pone (las columnas se asociaron con Hércules que también es avatar de viejas deidades solares). Es ahí donde Guénon anota:
En antiguas monedas españolas se ven las columnas de Hércules unidas por una suerte de banderola en la que va escrita la divisa non plus ultra [porque las columnas señalaban el fin del mundo conocido y, a la vez, el límite del periplo solar]. Pues bien –cosa que parece poco conocida y que señalaré a título de curiosidad-, de ahí deriva el signo del dólar norteamericano. Toda la importancia se la llevó la banderola, que no era primitivamente sino un accesorio, y se transformó en una letra S, cuya forma aproximada tenía, mientras que las columnas, que constituían el elemento esencial, quedaron reducidas a dos trazos paralelos, verticales como las dos tangentes del círculo en el simbolismo masónico. El hecho no carece de ironía, pues precisamente el “descubrimiento” de América anuló de hecho la antigua aplicación geográfica del non plus ultra.
Por otro lado, no recuerdo dónde leí la historia de esa moneda poderosa, el peso de plata mexicano, llamado carolus por los numismáticos a causa de la efigie del quinto Carlos que decoraba el otro lado. ¿Era en la Historia de México de Cosío Villegas?
Y por último, el traductor de Guénon dice “banderolas” para referirse a esas cintas que aparecen en tantas pinturas e ilustraciones, ahí, como flotando, que llevan una información que puede ir desde el nombre del artista hasta datos sobre el significado del dibujo. Pero no estoy seguro de que sea el nombre correcto, banderola. En algún otro sitio leí “filacteria” para nombrar esas cintas… ¿Alguien sabe…?
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.