Noposí… Diga, don —me dice el Taxista filósofo mientras su heroico bochito se aventura hacia un charcote—, ¿usted está a favor o en contra de esto de que (según algunos curuleros y hasta algunos ciudadanos decentes, como usted y un servidor, que no gozamos de curul y nos ganamos la vida en el trabajo fecundo y fatigador) hay que legalizar la siembra, la cosecha y el consumo de la marihuana y otras drogas de mero vicio?
—No se trata de “legalización”—le respondo, pedante—, sino de despenalización.
—Disculpe, ¿cuál es la difieriencia, pues?
—Bueno, se supone que las drogas seguirán siendo ilegales, pero que no se penará a sus productores, distribuidores y consumidores si llevan su negocio dentro de leyes ad hoc y venden sus productos con el civilizado letrerito de “Este producto puede ser perjudicial para su salud”. Así habría un mercado transparente de la droga y disminuiría la criminalidad en que ahora tales industria y comercio se sostienen…
—O séase que la cosa sigue barroca, ¿no? Como que dijéramos que se permitiría lo ilegal… pero dentro de la Ley.
—Eso mismo. De ese modo la industria y el comercio de los narcóticos estarían vigilados y controlados por el Estado.
—Qué a todo dar, ora sí que capto el concepto. Sería como con los alcoholes del chupe, ¿no? Pero, dígame, don, ¿usted está a favor o en contra de esa como que dijéramos solucion?
—Ni a favor ni en contra, pues creo que de cualquier modo todo seguirá como hasta ahora, y quizá hasta empeore.
—Ah, caray, ¿y eso por qué?
—Porque aun si la droga fuese despenalizada continuaría la criminalidad, que no va a sacrificarse por la patria. Los narcotraficantes decidirían que algunas cosas deben cambiar para que todo siga igual… y pasarían a otras formas de industria. De hecho, ya lo están haciendo: ya están ampliando el negocio con los secuestros.
—Uuuuuh —ulula el Taxista Filósofo mientras el bochito navega en un megacharco—, pos qué gacha se avizora la cotidianidad de cada día, porque lo del secuestro está cada vez más tupido, ya se democratizó, ya es hasta negocito de familias que dejan la tiendita miscelánea y en la medida de sus posibilidades se dedican a secuestrar a otros de la misma condición… O séase que ya ni hay para dónde jalar. Ni para un lado ni para el otro ni para el lado contrario… ¡Noposí!
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.