Entrevista a Sean Wilentz

Sean Wilentz es uno de los más reconocidos cronistas de la historia de Estados Unidos. Es también un neoyorquino de cepa. Su padre, Elias, era dueño de una librería en la calle octava de Manhattan en una época en que la contracultura bohemia experimentaba un renacimiento. El corazón del Elias Wilentz latía del lado de los beatniks. Producto de esta querencia es la antología de poesía que editó, The beatnik scene, un título que evoca las calles de Greenwich Village cuando aún se podía vivir peligrosamente. Fue en el departamento de un tío de Sean Wilentz donde Bob Dylan conoció a Allen Ginsberg. Con este pedigrí, no es casual que Sean Wilentz haya escrito un libro sobre Dylan y la marca que ha dejado en Estados Unidos. En una entrevista, Bob Dylan se refiere a los fantasmas que pueblan las ciudades del sur de Estados Unidos donde las tumbas de los caídos en la Guerra Civil se encuentran en los jardines de las casas. Para hablar de Lincoln y la Guerra Civil me reuní con Sean Wilentz en un restaurante italiano en Midtown Manhattan. Frente a un espagueti con albóndigas y vino tinto, nuestra conversación es interrumpida continuamente por estudiantes y colegas de Wilentz que se acercan a saludarlo. El profesor de historia de la Universidad de Princeton parece sentirse a sus anchas en Nueva York, sobre la cual escribió su primer libro, una monografía del surgimiento de la clase obrera salpicada de citas de Karl Marx.
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Pero Wilentz debe su fama de historiador a sus estudios sobre el siglo XIX estadounidense. Lo que se conoce en la historiografía como la época antebellum. Su libro sobre Andrew Jackson muestra el grado en que los presidentes en Estados Unidos pueden ejercer influencia decisiva en transformar el destino de los pueblos. Las biografías del poder de los presidentes son una crónica a la vez del delirio y la grandeza. Criticando la interpretación convencional sobre Jackson que lo describe fundamentalmente como un asesino de indios, Wilentz sigue la hipótesis de Arthur Schlesinger Jr. según la cual el mayor legado de la presidencia de Jackson es haber defendido los intereses del proletariado y los pequeños agricultores en contra de los barones de las finanzas. Usando las ideas como mapas de la historia, Wilentz ha iluminado periodos decisivos en la evolución de la república norteamericana: del ascenso de la democracia en América (The rise of American democracy: Jefferson to Lincoln) a la era de Reagan (The age of Reagan: A history, 1974-2008). Como historiador de la música, además del libro sobre Dylan, Wilentz acaba de escribir una historia de la compañía Columbia Records titulada 360 sound con semblanzas que retratan a figuras que van de Bessie Smith a Beyoncé.

Para romper el hielo le comento a Wilentz que yo viví por un tiempo en la misma calle donde su padre tenía su librería.

“¿Dónde exactamente?”

“En Marlton House.”

Conocedor de la historia íntima de la ciudad, Wilentz me señala que ahí vivió por un tiempo la leyenda de la comedia contracultural Lenny Bruce. “Fue ahí también donde Jack Kerouac escribió Tristessa, su novela situada en la ciudad de México”, le comento, sintiéndome un falso neoyorquino. Poco después la conversación se desvía hacia el hombre que soñó su muerte antes de ser asesinado en el teatro Ford en Washington, D. C., tras haber presidido la victoria de la Unión en la Guerra Civil: Abraham Lincoln.

O Captain! My Captain!

Our fearful trip is done;

The ship has weather’d every rack,

the prize we sought is wont.

Walt Whitman

Me gustaría preguntarte sobre la figura de Lincoln y tu reacción a la película de Spielberg. Tú dices que su valor radica en que nos muestra a Lincoln desempeñando su profesión de político.

En un artículo que escribí comparo la película de Spielberg con filmes anteriores donde Lincoln es presentado como una especie de héroe olímpico. Se trata de un Lincoln demasiado puro. Este Lincoln le habla a una audiencia americana que siempre se ha sentido incómoda ante las realidades de la política en las democracias. Muchos estadounidenses tienen la idea de que los intereses que subyacen en las batallas políticas son defendidos por ciudadanos virtuosos que nunca se ensucian las manos. A mí esta visión me parece totalmente equivocada pues es ciega sobre la manera en que las democracias funcionan en todo el mundo. Esta visión, debo decirlo, es más prominente en el mundo académico e intelectual en el que predomina la idea de que vivir en un mundo de pureza es posible. En este contexto ha emergido el mito de Lincoln como un político intachable.

Es cierto que Spielberg nos muestra lo maquiavélico que fue Lincoln, sin embargo me parece que su importancia trasciende la del típico político, ¿cuál es el significado profundo de Lincoln?

Lincoln fue el político más exitoso porque su participación en el momento más crítico en la historia norteamericana fue determinante en el triunfo de la causa antiabolicionista. Yo dudo que otros políticos pudieran haber tenido el tremendo papel que tuvo Lincoln durante la Guerra Civil.

¿Quién crees que hubiera podido lidiar con los problemas además de Lincoln?

William H. Seward, el secretario de Estado de Lincoln, tenía todas las capacidades intelectuales y prácticas para haber ejercido un gran liderazgo. En general todos los políticos del gabinete de Lincoln eran muy capaces. Pero Lincoln tenía algo especial. Doris Kearns Goodwin en Team of rivals, el libro que inspiró la película de Spielberg, hace un buen retrato de las personalidades que rodeaban a Lincoln. Pero el título del libro me parece equívoco. El gabinete de Lincoln era de rivales pero no de equipo. Sus miembros se reunieron en muy pocas ocasiones. El gabinete era más bien una colección de individuos dirigidos por un líder brillante y determinado. Seward, en especial, realizó un estupendo trabajo diplomático que impidió que las potencias europeas, particularmente Inglaterra, intervinieran durante la Guerra Civil a favor de la Confederación del Sur.

Varios de ellos no apreciaban a Lincoln al principio de su gobierno…

Es verdad, pero cuando Lincoln tomó las riendas del gobierno quedó claro que su autoridad y liderazgo eran indisputables. Para 1862 eso era clarísimo. Pero regresando a tu pregunta acerca del significado de Lincoln, a mí me parece que Lincoln fue un hombre de principios que nunca cedió a la tentación de la componenda. Mucha de la confusión sobre Lincoln proviene de la opinión de que él era un negociador. Pero es patente que no lo era.

A mí me parece que Lincoln podía transigir en cuestiones de táctica, pero nunca de principios.

Él era un político consciente de que no se pueden ganar todas las batallas, en cuyo caso se tenía que conformar con menos de lo que quería. Pero él nunca fue a una batalla política pensando que se debía transigir. Si su objetivo hubiera sido negociar no habría habido Guerra Civil y, por lo tanto, la sociedad sureña esclavista se habría mantenido, no sabemos por cuánto tiempo. La lección de Lincoln era que se puede ser un político de principios sin que eso se signifique ser intransigente.

¿Crees que la Guerra Civil era inevitable?

Muchos políticos y líderes de opinión en el norte tenían la idea de que los radicales en el sur que buscaban separarse de la Unión eran una minoría y que la mayoría era gente razonable a la que se le podía convencer de que la emancipación era posible de manera gradual y pacífica. En este sentido, la Guerra Civil no era inevitable. Por otro lado, casi todo el mundo entendió que la elección de Lincoln en 1860 iba a tener como consecuencia la secesión de Carolina de Sur. Es interesante que prevalezca la opinión de que Lincoln no era un abolicionista sino alguien que simplemente buscaba mantener la Unión. Para empezar, esa no era la opinión que sobre Lincoln prevalecía en su época. El hecho es que Lincoln era un abolicionista y la gente lo sabía. Es cierto que Lincoln pudo haber hecho más por la causa abolicionista sin haber ido a la guerra. Aunque enfrentó un gobierno dividido, tuvo el poder para abolir la esclavitud en Washington, D. C., o para detener el comercio de esclavos entre los estados aplicando la cláusula de comercio interestatal que era una atribución del Congreso.

¿Piensas que el impulso imperial de la república americana que la llevó a obtener territorios de México y de potencias europeas contribuyó directamente al estallido de la Guerra Civil?

Es un hecho que la cuestión de la esclavitud se transformaría en la medida en que el país se fuera expandiendo. Esto es claro desde la fundación de la Unión y después, durante el siglo XIX, cuando Estados Unidos compra la Luisiana y adquiere territorios en el oeste y en el sur. Con cada territorio adquirido venía asociada la necesidad de equilibrar el poder del norte y del sur. Los estados esclavistas, en varios momentos desviaron su vista hacia el sur. Concibieron la creación de un estado esclavista que integraría México y el Caribe. Por cierto, una de las posibles razones por las que Lincoln decidió no reelegirse como miembro de la Cámara de Representantes en 1849 fue su decisión de oponerse a la guerra contra México, un posición que no era muy popular. Lincoln consideraba ilegítima la injerencia del ejército de la Unión en el conflicto entre Texas y México por establecer la frontera ya sea en el río Nueces o en el río Bravo. Hay que decir, sin embargo, que Lincoln votó a favor de otorgar presupuesto al esfuerzo de guerra. En ese sentido, la acusación de Stephen Douglas, durante su famoso debate con Lincoln, de que Lincoln no aprobó el financiamiento de la guerra estaba equivocada.

Mucho se ha especulado sobre si Lincoln fue un hombre religioso. Esta es la impresión de quienes leen su segundo discurso de inauguración.

Es cierto que en su discurso inaugural después de haber sido reelegido, Lincoln se explaya en hablar del carácter providencial de la historia. Pero debemos poner esto en contexto. Después de la muerte de su hijo, Lincoln comenzó a visitar a un ministro de culto que le fue sugerido por su esposa. Yo creo que en esas conversaciones Lincoln se volvió, por decirlo así, más espiritual. Pensando en todo lo que Lincoln tuvo que enfrentar, es difícil imaginar cómo alguien podría resistir la presión sin una dosis espiritual. Sin embargo, una cosa es ser espiritual y otra es ser religioso. En este segundo sentido, es claro que Lincoln nunca creyó en dogma religioso alguno.

¿Cuál es tu opinión sobre los presidentes que sucedieron a Lincoln?

Andrew Johnson es el peor presidente que Estados Unidos ha tenido en su historia. Él perteneció a la política de resentimiento que formó parte de la cultura política de la Confederación. Johnson trabajó como sastre en Tennessee en su juventud donde adquirió una versión del mundo totalmente opuesta al abolicionismo del Partido Republicano. Tras el asesinato de Lincoln, Johnson intentó retornar al statu quo anterior a la Guerra Civil. Dicho esto, el proceso de impeachment que inició el Congreso contra él no se debió a sus políticas, sino a un tecnicismo. Por otro lado, algunos republicanos, descontentos por las políticas reaccionarias de Andrew Johnson, aprovecharon el impeachment para moverse de la derecha hacia el centro del espectro político y trabajaron en el ascenso de Ulysses S. Grant al poder. Grant fue un magnífico presidente en su primer periodo; su segundo periodo fue más difícil porque perdió el Congreso. Pero en general logró subsanar los problemas creados por Johnson.

¿Cuáles son a tu juicio los mejores libros que se han escrito sobre Lincoln?

Hay dos libros que debo mencionar. El primero es una excelente biografía de Lincoln escrita por David Herbert Donald. El libro se concentra en lo que más importa de la figura de Lincoln que es la manera en que ejerció su profesión de político para lograr su propósito en un momento crítico para la nación. El otro libro es The fiery trial: Abraham Lincoln and American slavery de Eric Foner. Lo que es interesante sobre este libro es la manera en que el autor llega a simpatizar con Lincoln en el curso de su investigación, cómo alcanza a entender la sagacidad y la sabiduría de Lincoln. Los libros que yo critico son los que han hecho una hagiografía de Lincoln o los que no han visto el bosque por concentrarse en los árboles. Por ejemplo, Lincoln no fue, como nos quieren hacer creer, un hombre de letras. Los discursos que nos han llegado de él han sido editados. Es cierto que su retórica suena muy bella porque Lincoln fue un buen lector de la Biblia y de Shakespeare. Pero de eso a verlo como un genio literario hay un gran trecho. Pero sobre todo yo objeto a cierta historiografía de izquierda que ve a Lincoln como alguien que no estaba interesado en abolir la esclavitud y que solo tras ser presionado por Frederick Douglass y otros radicales abolicionistas consintió a regañadientes en apoyar su causa.

Esa es de alguna manera la visión de Gore Vidal en su novela sobre Lincoln…

Gore Vidal creía que Lincoln era un tirano, una especie de Bismarck americano. Yo encuentro esta interpretación completamente fuera de lugar. Pero la interpretación a la que me refiero es la que sostiene que Lincoln favorecía la integridad de la Unión en contra de los secesionistas pero que no le importaba tanto abolir la esclavitud. Esta interpretación es empíricamente errónea. Para empezar, Lincoln fue un abolicionista desde el principio. Eso es muy claro cuando se leen sus discursos y cartas. Pero a diferencia de muchos de sus detractores, Lincoln entendió que abolir la esclavitud (algo que él quería) era un acto anticonstitucional. El dilema de Lincoln era encontrar maneras de abolir la esclavitud dentro del marco constitucional. La Guerra Civil (que él habría preferido evitar) le dio la oportunidad de abolir constitucionalmente la esclavitud. Una vez que los estados se encontraban en rebelión fue posible justificar constitucionalmente la abolición.

La interpretación que mencionas ocurrió paradójicamente a raíz del triunfo de los derechos civiles en los sesenta…

Curiosamente esta interpretación está interesada en minimizar la figura de Lincoln porque busca promover la idea de que la abolición de la esclavitud fue sobre todo producto de un movimiento social que trascendió a Lincoln. La idea de que los movimientos sociales son la causa principal de los cambios políticos es el producto de la generación de los sesenta a la que yo pertenezco. Se trata de una interpretación que no concede casi nada a la actuación de los políticos en el establecimiento de los derechos civiles. De acuerdo con esta visión, ni Roosevelt, ni Truman, ni Eisenhower, ni siquiera Kennedy fueron factores decisivos. Yo entiendo la importancia de los movimientos sociales, sin embargo, me parece que sin el concurso de las instituciones políticas estos movimientos sociales no pueden lograr los cambios deseados. El movimiento abolicionista fue importantísimo pero solo fue decisivo al momento de ingresar al mundo de la política real: cuando una sección de lo que fue el Liberty Party se unió al Partido Republicano. Los partidos políticos, por ejemplo, son determinantes en lograr transformaciones importantes pues ahí se discute la posibilidad real de llevar a cabo cambios radicales. En contraste, el radicalismo de los movimientos sociales muchas veces sucumbe a la tentación de la utopía y de la abstracción. Lo que yo concedo es que Lincoln no fue lo que algunos llaman el “gran emancipador”. Fue una figura prominente pero no la única. Nadie logra cambios en la democracia por sí solo.

En tu libro The rise of American democracy: Jefferson to Lincoln describes un periodo en la historia de Estados Unidos con dos momentos fundadores. El primero que corresponde a Jefferson y el segundo a Lincoln. ¿Cómo describirías la conexión de estas dos figuras?

Lo primero que debo decir es que yo no creo que hay alguna manera de establecer relaciones causales entre Jefferson y Lincoln. Ciertamente hay afinidades electivas entre los dos. Me parece que tanto Jefferson como Lincoln pueden considerarse dos personalidades importantes en la creación de dos diferentes órdenes democráticos en América. Jefferson debe ser asociado con el régimen democrático que concluyó con la Guerra Civil. Por otro lado, Lincoln fue importante en la fundación de un segundo orden democrático que quizás haya sido sustituido por un nuevo orden fundado por Roosevelt y su New Deal.

Escribiste un libro sobre la época de Reagan y has sido crítico con la administración del presidente Obama. Por diversas razones mientras los republicanos han visto paralelismos entre Lincoln y Reagan, varios demócratas han advertido similitudes entre Lincoln y Obama. ¿Qué opinas de estas comparaciones?

El Partido Republicano perdió la brújula desde hace tiempo. Dejó de ser el partido de Lincoln al menos desde la época de Barry Goldwater. El verdadero heredero de Lincoln es el Partido Demócrata porque es el partido que mejor apoyó el movimiento de los derechos civiles. No es gratuito que el Partido Republicano hoy ejerza mayor influencia en los estados que integraban la Confederación. Reagan y Lincoln fueron, cada uno a su manera, grandes presidentes. Los dos tuvieron grandes logros. Lincoln, por supuesto, logró la emancipación, mientras Reagan fue una pieza importante para dar por concluida la Guerra Fría. Ahora bien, la verdad es que no veo paralelismos entre Lincoln y Obama. Es cierto que Obama es el primer presidente afroamericano y eso en sí constituye un gran logro. Sin embargo, como líderes políticos Lincoln y Obama son muy diferentes. Que los dos hayan sido políticos en Illinois es solo un accidente sin mucha importancia. Lincoln enfrentó más adversidades que Obama. No podemos comparar la Guerra Civil con las batallas actuales entre republicanos y demócratas sobre el seguro médico. Lincoln fue un ingenioso manipulador del Congreso, lo cual fue muy importante pues Lincoln no tuvo la mayoría. Las fuerzas a las que se enfrentaba Lincoln eran muy poderosas. En contraste, Obama no ha sabido cómo enfrentar al Congreso.

Se podría argumentar, sin embargo, que el gobierno de Obama se encuentra en guerra contra el terrorismo de corte islámico.

Aunque esta guerra es importante, lo que estuvo en juego durante la Guerra Civil es, a mi juicio, más trascendental. Ahora bien, Obama ha tratado por todos los medios de no hacer la guerra. Se podrá estar de acuerdo con la estrategia de Obama, pero es un hecho que enviar drones es una forma de evitar el enfrentamiento directo. La guerra de Obama no es una guerra “dura” como la de Lincoln. Yo creo que muchos intelectuales, tanto fuera como dentro de Estados Unidos, han perdido capacidad crítica cuando se trata de analizar el gobierno de Obama. No falta quien compara a Obama con Lincoln, con Kennedy o con Jesucristo. Todo esto me parece muy exagerado. Pero admito que Obama ha sido muy talentoso en vender su imagen. El desencanto con Obama vino en 2011 con la pérdida de la mayoría en la Cámara de Representantes. Mucha gente habla de la capacidad retórica de Obama y tratan de compararlo con la belleza retórica de Lincoln. Pero en este sentido, hay grandes diferencias entre los dos. Lincoln vivió en una época en que no se requería hablarle directo al público. De hecho, durante su presidencia sus discursos fueron un puñado y de extensión increíblemente breve en comparación con los que los presidentes modernos tienen que dirigir al público. Como Lincoln, Obama es un político talentoso pero, a diferencia de Lincoln, Obama me parece demasiado preocupado por lograr consensos. A veces negociar no es la mejor política. Otra diferencia importante entre los dos es que Lincoln nunca ingresó en el circuito de las universidades Ivy League como fue el caso de Obama.

Finalmente, déjame preguntarte tu opinión sobre un cambio cultural que el novelista Francis Scott Fitzgerald detectó en su tiempo. Parte del crack-up fitzgeraldiano se debió a que el cineasta reemplazó al novelista como líder espiritual de América. Lo mismo se puede decir del historiador. Parece que lo que diga Spielberg en una película es mucho más influyente que lo que escriben los historiadores.

Creo que el historiador continúa siendo muy influyente en América. Varios historiadores han escrito best sellers que se venden muy bien y que la gente lee con pasión. Pienso en autores como Charles Beard. Sin duda el historiador más influyente en nuestros días es Howard Zinn, aunque yo creo que sus libros son basura. La popularidad no es garantía de calidad. Recientemente Oliver Stone escribió un libro en colaboración que sirvió como base de una serie de televisión que está repleta de errores, lugares comunes, historias falaces y documentación tendenciosa. Fitzgerald tiene razón cuando dice que los novelistas alguna vez tuvieron el oído de los norteamericanos en la manera en que ahora lo tienen los cineastas. Pero yo estoy más preocupado por la influencia que tiene el internet. Yo creo que debe haber alguna manera de someter lo que se dice en internet a las mismas reglas que existen en los otros medios de comunicación. Hay un peligro en el hecho de que no haya manera de discriminar lo que es digno de confianza de lo que no lo es. Como historiador estoy interesado en que la gente conozca el pasado lo más fidedignamente posible. No queremos una democracia de idiotas. ~

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(ciudad de México, 1967) es ensayista, periodista e historiador de las ideas políticas.


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