Factual: un diario de bits jerarquizados

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Arcadi Espada (Barcelona, 1957) acaba de fundar Factual, un periódico en internet, junto a un grupo de “empresarios medianos amigos” y sin el apoyo de “ningún banco ni ningún grupo mediático importante”. Se trata una empresa audaz y esperada, sobre todo porque significa que el amplio corpus de crítica periodística que Espada ha ido desarrollando a lo largo de los años en sus blogs, sus artículos, sus libros y sus clases tendrá ahora una traducción material, tangible, que llevará a cabo una redacción de una veintena de periodistas jóvenes –“de una generación que tiene que explotar”. Espada me recibe en su despacho en la sede del periódico, que está en la parte alta de Barcelona. Es austera, blanca, verde y plateada, y los ordenadores son preciosos. En el centro, junto al escritorio de la subdirectora, Cristina Fallarás, hay una mesa con montañas de periódicos de papel a punto de derrumbarse.

 

Una de las críticas que con más reiteración le ha hecho al periodismo español es que confunde las opiniones con los hechos. ¿Qué va a hacer Factual al respecto?

En el periodismo se ha producido un cambalache muy curioso: no sólo las opiniones se han convertido en hechos, sino que los hechos se han convertido en opiniones. Queremos acabar con eso radicalmente. Factual tendrá un punto de vista muy nítido sobre las cosas: estamos plenamente convencidos de que la verdad puede expresarse con independencia de las convicciones. Si no pensáramos eso, ni haríamos Factual ni nos dedicaríamos al periodismo.

 

En los correos electrónicos que utilizaron para dar a conocer la aparición del diario decían que la ciencia no debe ser solamente una sección del diario sino el método con el que se hace el diario.

Ésta es una de las cosas que han sorprendido más. Porque en este país la gente se cree que la ciencia es una cosa que se hace en el laboratorio. Pero no sólo se hace ahí. La ciencia se hace en la vida: lo que permite que un avión se levante es ciencia, lo que permite hablar por teléfono es ciencia. Todo es ciencia. ¿Por qué el periodismo iba a estar libre de la práctica del método científico para ver cómo son las cosas?

 

Sobre todo porque el periodismo es falsable.

Yo tengo una teoría del hecho que me proporcionó la famosa fotografía de Bauluz. El periodismo hace un corte epistemológico y dice: esto es un hecho. Hay infinidad de constantes asociadas a ese hecho. Ese hecho puede recibir cada día innumerables adiciones. Pero lo importante es que a medida que ese hecho se vaya ensanchando, vaya recibiendo otras informaciones, el núcleo de lo que tú vas publicando cada día no sea desmentido por toda esta apertura de diafragma. Lo que le pasó a Bauluz es que con esa foto hizo un corte epistemológico: puso al cadáver y a la pareja y dijo: aquí hay soledad, aquí hay indiferencia. Pero cuando se abría el objetivo, empezaban a aparecer las asistencias, otra gente, la playa estaba llena… Eso es mentir. Es en ese sentido en que el periodismo debe ser falsable. Y debes decir: de ese hecho sólo puedo dar esto. Porque en este momento sólo sé esto. Mañana quizá sepa más, y más pasado mañana, pero lo importante es que este ensanchamiento no desmienta nunca el núcleo originario que conformó tu información. Esta es la teoría del hecho periodístico. Es elemental. Pero la gente dice que el periodismo no puede ser científico.

 

Probablemente esa sea una de las razones que expliquen que la mentira esté tan bien instalada en la vida pública española.

Sin duda. De lo cual resulta un país sin transparencia gubernamental, un país en el que la corrupción anida de una manera vergonzosa.

 

¿No cree que eso es porque los periódicos se limitan a estar a buenas con lo establecido?

Se debe a causas muy complejas que en muchos casos no tienen que ver con los diarios, sino con el hecho de que vivimos en una cultura que es hija de una dictadura muy larga y en un país atrasado. Las cosas no son iguales en el mundo anglosajón, por ejemplo.

 

De acuerdo, pero diría que la ciudadanía considera que los periodistas viven cómodamente acurrucados junto al poder.

Sí. El periodismo moderno nace de la sociedad. Los impresores, los que contaban sucesos, las cartas, las correspondencias. El periodismo nace de ese fenómeno social. ¿Qué ha pasado ahora? Que la gente ya no entiende el periodismo como una herramienta de la sociedad. Lo interpreta como una herramienta del poder. El descrédito de los periodistas en España ha ido parejo al descrédito de los políticos. Los políticos y los periodistas que en la Transición eran una gente querida y apreciada, treinta años después están en el escalón más bajo de estima.

 

¿A qué lo atribuye?

A que la gente cree que ni políticos ni periodistas han hecho bien su trabajo. A que no hemos hecho bien nuestro trabajo.

 

También, quizá, a la sensación de que en España las noticias apenas cambian las cosas.

La sensación de impunidad. Sí.

 

Y también a la relación entre ciudadanos y periodismo.

La relación que los ciudadanos mantienen con los periodistas, en España, es una relación inmadura. La ligazón, el respeto, la necesidad mutua que hay entre periodistas y ciudadanos en sociedades como la francesa o como la americana no se dan aquí. Hay factores históricos que lo explican: las sociedades desarrolladas se alfabetizaron con el diario. En España la gente se alfabetizó con la televisión. Con lo que eso tiene de dramático para el pensamiento.

 

A diferencia de la televisión, el diario es una conversación ilustrada.

Nación, Estado, diario. Eso era todo. Pero en España se hizo tarde.

 

En España está, además, la brutal identificación entre diario y partido. ¿Qué hará Factual al respecto?

En Factual tenemos la certeza de que un diario es una determinada cosmovisión. Pero pasar de una cosmovisión al partidismo es ridículo. Factual, por ejemplo, será beligerante con todas las formas de terrorismo, de nacionalismo, de intolerancia, pero no por partidismo, sino por derivación intelectual. Aunque naturalmente será positivamente respetuoso con los hechos.

 

Algo que no le gusta de muchos diarios digitales es que han renunciado a la idea de jerarquía.

La ñoñería digital que se ve en algunos medios ha menospreciado el periódico. La puerilidad de algunos portavoces digitales les ha llevado a decir que los diarios han muerto. Veamos ese cadáver. ¿Qué es lo que ha muerto en ese cadáver, qué es lo que está corrompido? Su superficie, el papel. Porque, efectivamente, la superficie digital es una superficie ganadora. Es mejor. Eso no es discutible. Pero el diario ha generado en doscientos años una cultura, una ordenación del mundo muy sutil. ¿Y cómo ha ordenado ese magma informe que son los hechos que suceden cada día en el mundo? Mediante la jerarquización. No vale lo mismo el software del iPhone 3GS que cuarenta muertos en un mercado de Pakistán: son dos noticias que a mí me afectan; seguramente me afecta más la del iPhone, pero naturalmente yo tengo que utilizar una serie de códigos –morales, prácticos, periodísticos– hasta decidir que el mercado de Pakistán va en portada y el iPhone no. Pero esta decisión no sólo es de los periodistas. Los periodistas lo que hacen es representar un pacto social acerca de lo que es importante. Lo que es importante en la vida de las personas no lo deciden los periodistas. No son los periodistas, por ejemplo, quienes han decidido que la llamada violencia de género tenía que aparecer en las páginas de los periódicos.

 

¿Cree que el paso del papel a la pantalla altera alguna de estas jerarquías?

No. Pero lo que han hecho los diarios digitales con respecto a las jerarquías ha sido seguir el modelo televisivo.

 

Lo último es lo importante.

Exacto. Lo último es lo importante. Es el modelo del informativo. Pero no será así en Factual. Nosotros hemos construido un modelo doble: estará la importancia del tiempo, por supuesto, pero también el peso de la información como otra gran forma de organización.

 

Es una de las cosas por resolver en internet: la inmediatez frente a la jerarquía.

Modestamente, creo que nosotros lo hemos resuelto. La nuestra es una empresa modesta, sin duda, pero el esfuerzo que hemos hecho para conceptualizar una nueva forma de presentar la home de un diario creo que es muy novedoso. Y me atrevo a decir que algún día los diarios se organizarán como nosotros proponemos.

 

Por lo que respecta al modelo de negocio de un periódico digital, no parece que…

¡Ah! Ese es el tema más importante. Y yo no sé nada de él. Bueno, sí sé una cosa: sé que el modelo de negocio basado en esta caracterización del usuario frente al lector no funciona. Con la figura del usuario no se viste un negocio. Nosotros, que somos mixtos en muchas cosas, también somos mixtos en la gratuidad y el pago. Nuestro modelo combinará el pago de los lectores con el pago de la publicidad. Algunos contenidos serán libres y otros de pago.

 

Mediante suscripción.

Sí, anual. De 50 euros.

 

¿Cree que el modelo para internet es ése, el mixto entre gratuidad y pago?

No lo sé. Nosotros vamos a intentarlo. Yo creo que la gente ha olvidado, de una manera extravagante, que las noticias pueden ser gratuitas, pero la información no. ~

 

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(Barcelona, 1977) es ensayista y columnista en El Confidencial. En 2018 publicó 1968. El nacimiento de un mundo nuevo (Debate).


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