1. A la primera Juan se te ve flaco, seco, pese al tsunami
cerebral y sigiloso del que no hay noticia, así
es como se te ve durmiendo nadando
lastimado por el trumao hasta las orejas, de
espaldas, destrozado el espinazo por los tablones.
2. Arregla tú las sílabas del ritmo, te estoy hablando a la antigua
de hombre a hombre y sé que me entiendes, desde el momento
que todo coincide, el sol
y los estragos del sol, el registro
en el mismo civil de los nacidos
el 19 tú cuando ya no había guerra, yo
en el fragor del 17 portentoso.
3. Fechas, cada calentura es una fecha, cada
yegua de Faraón, cada
muchacha llorando en Valparaíso
en una de esas casas que ya no hay
allá por la hermosura de las eras.
4. Pero dejemos la Historia si es que alguna vez hubo Historia: Apud Herodotum patrem Historiae
¡que se la coman los persas!, qué habrá sido
de los persas. Lo que me pasa es que me gustan los persas
que inventaron los aviones mucho antes que los lituanos
cuyas células madre sabían más que las estrellas.
5. Y es que uno lo confunde todo y por lo visto no hay Mnemosine
y todo es puro Alzheimer, Juan, llámese precipicio
u Hoyo Negro por las heridas invisibles en el seso, o alguna otra
circunstancia a la que no me dejan concurrir, todo lo cual
se explica en parte por el principio de incertidumbre.
6. Pero lo que no se discute en la ocasión es que
Juan Rojas Pizarro está tendido ahí
dignidad y coraje como nadie,
nombre y renombre como nadie,
pescador velocísimo de veloces truchas como nadie,
bisturí y elegancia como nadie.
7. Qué más Juan, y qué bonita
la frase que me leí en Heráclito esta mañana no me
la puedo, ¡a mi pena salvaje no me la puedo!, y tú ahí durmiendo
entero como si nada
escandalosamente durmiendo.
8. Y entonces ¿cómo es que se escribe
tristeza en español?, con zeta
de Gonzalo?, ¿de nariz?,
pero nariz exige otra ráfaga
más estricta
para el gran zumbido, Zenón,
en el rehallazgo de nacer.
9. ¿Y si no morimos?, da risa
dígalo Valéry, porque al menor descuido aparece Valéry
con su flauta y llueve, y tú lo lees en francés a la altura de tu liceo de Recoleta
como Borges, y ahí tienes otro de la dinastía
y todo es quince, torciendo por el Forestal y qué te importa el hambre,
los tontos tienen hambre, los valientes nunca tienen hambre.
10. En cuanto a lo máxilo facial del oficio déjalo
de 8 ½ a 21 en el sillón del bramido
de los hocicos de los puentes, olvídalo, nunca
habrá otra música más música que reír
sano, masticar sin más alambre que el amor,
besar con toda la boca.
11. No hay espejo que no acarree quebrazón
Dios mismo acarrea quebrazón, le matan a uno el padre
cuando apenas anda
en los tres, lo
encajonan río abajo y “ahí tienen”
como dicen las gaviotas, “ahí tienen”
todas las velas aceitosas para poner
al Mundo en orden, “ahí tienen”
¿no querían ventarrón?
12. Ah, y no te olvides del encanto
de haber nacido hombre a todo
galopar, cortado en el
gran riesgo
de los valientes, Juan, sé que lo sabes
y por algo viniste
nadando en el peligro de esta filmación
a lo Buñuel en este plazo destartalado. ~