Laberintos mexicanos

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En el conjunto de Amรฉrica de lengua espaรฑola, Mรฉxico es la economรญa mรกs pujante, de mayor volumen, con problemas serios, pero con porvenir, con perspectivas. No he notado en Mรฉxico, hasta donde he llegado a celebrar el centenario de Octavio Paz, las amarguras, el estado de pesimismo, de escepticismo permanente, de otros paรญses de nuestra regiรณn. La polรญtica cultural de Mรฉxico, en estos dรญas, sin profundizar en detalles, sin pretensiones de especialista en la materia, me parece de lejos la mรกs fuerte, la mรกs imaginativa, la mรกs ambiciosa de todo nuestro mundo latinoamericano. La Alianza del Pacรญfico, que une a Mรฉxico, Colombia, Perรบ y Chile, es el รบnico proyecto de integraciรณn regional que realmente funciona, en un sector donde los sueรฑos, donde la capacidad de soรฑar, ha sido alta, en contraste con la capacidad de realizar cosas efectivas. De aquรญ que la intenciรณn de conjugar la Alianza con el Mercosur, es decir, de llevar la alianza desde el Pacรญfico hasta el ocรฉano Atlรกntico, me parezca, al menos por ahora y por mucho tiempo, un perfecto disparate.

Las principales sesiones del homenaje a Paz se realizaron en la Biblioteca de Mรฉxico, un conjunto arquitectรณnico ambicioso, de notable solidez, de lรญneas nobles, de mediados del siglo XVIII, que transmite la impresiรณn de una visiรณn amplia, de una continuidad histรณrica. Entro y visito un conjunto de bibliotecas personales de grandes escritores fallecidos. Es una idea original, no mediocre, de proyecciรณn interesante, y pienso que en Chile, en el paรญs del “irrespeto literario”, como escribiรณ una vez Pablo Neruda, no se le habrรญa podido ocurrir a nadie ni en sus sueรฑos mรกs audaces. Las bibliotecas personales, que abrigan las colecciones privadas de escritores, poetas, hombres de letras fallecidos, conjugan el despliegue de los libros con la arquitectura, la pintura, la decoraciรณn. Tratan de ajustarse al estilo, al ambiente de cada personaje, y lo consiguen en forma notable. Por ejemplo, se sabe que Carlos Monsivรกis, ensayista agudo e incisivo, crรญtico implacable, era un aficionado a los gatos a niveles extravagantes. Pues bien, las decoraciones del embaldosado del suelo de su sector fueron diseรฑadas y realizadas por Francisco Toledo, uno de los pintores mรกs talentosos del paรญs, y tienen cabezas de gatos disimuladas en las junturas, en los recodos. Alรญ Chumacero era un coleccionista refinado de ediciones de poesรญa de diferentes lenguas, de manuscritos, de cartas de amigos. Todo encuentra su lugar. Hay aviones de madera suspendidos en la secciรณn de Josรฉ Luis Martรญnez, que viajaba con frecuencia a Chile y tenรญa muchos amigos entre nosotros: alusiรณn, quizรก, a sus vuelos, a sus frecuentes apariciones y desapariciones. La casa de Josรฉ Luis era una de las bibliotecas privadas mรกs extraordinarias que he visto nunca. Era una edificaciรณn curva, de tres pisos, que daba sobre un jardรญn, y las paredes del fondo, sin excepciรณn, estaban tapizadas de libros. Uno se instalaba en el centro del jardรญn, miraba la casa a travรฉs de sus ventanas abiertas, y todo era una biblioteca de forma cรณncava que parecรญa flotar en el atardecer mexicano. Tambiรฉn visitรฉ alguna vez la casa de don Alfonso Reyes y era una biblioteca en forma de barco, de paredes blancas, que navegaba por un barrio importante, entre arbustos de color lila, รกrboles, flores blancas y amarillas.

En el centenario de Octavio Paz hubo momentos intensos, solemnes, casi imperiales, y episodios mรกs familiares y hasta divertidos. El joven Paz habรญa sido acogido con entusiasmo por Pablo Neruda en los dรญas del Congreso de Valencia de 1937, reunido en defensa de la Repรบblica espaรฑola. Despuรฉs, en el Mรฉxico de los aรฑos cuarenta, los dos poetas se separaron por razones polรญticas y mantuvieron una infranqueable distancia. Ambos, sin embargo, mantenรญan una intensa curiosidad y un interรฉs no bien disimulado por lo que hacรญa y escribรญa el otro. Octavio Paz me preguntรณ un dรญa: “Dime, Jorge, ¿cรณmo tomaba su whisky Pablo Neruda?” Conocรญa el tema de memoria y pude dar informaciones detalladas. Despuรฉs pensรฉ en otros poetas bebedores que habรญa conocido y escribรญ una crรณnica, El whisky de los poetas.

En otra oportunidad, en una conversaciรณn por telรฉfono, Octavio me contรณ que habรญa leรญdo la obra entera de Neruda, desde la primera lรญnea hasta la รบltima. “Fue el mejor de todos”, me dijo, “su error fue la polรญtica”. Me pareciรณ una confesiรณn curiosa, casi un intento de reconciliaciรณn mรกs allรก de la muerte. Pero el error de Neruda, a mi juicio, no era exactamente la polรญtica, era el conformismo. Neruda se instalรณ en una ideologรญa, como en una poltrona, y no quiso darle mรกs vueltas al asunto. Octavio Paz, en cambio, practicaba en forma vocacional, apasionada, la revisiรณn permanente del pensamiento. Sabรญa que ninguna filosofรญa dura cien aรฑos y que siempre habรญa que releerla y reinterpretarla. Neruda, en su poltrona, estaba en contacto con todos los vasos comunicantes de la lengua, jugaba con ellos con singular maestrรญa, pero no le gustaba nada que llegaran a incomodarlo con disquisiciones doctrinarias, con discusiones acerca del sexo de los รกngeles, fueran รกngeles catรณlicos o marxistas. ~

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(Santiago de Chile, 1931 - Madrid, 2023) fue escritor y diplomรกtico.


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