La primera vez que leรญ Guerra y paz, de Tolstรณi, en francรฉs, un volumen completo de la Plรฉiade, en Perros-Guirec, hace mรกs de medio siglo, descubrรญ que en la sociedad rusa de principios del siglo XIX la nobleza, los intelectuales y, en general, la gente culta hablaban en francรฉs casi tanto como en ruso y que la cultura francesa era considerada el vรฉrtice y la referencia obligatoria del pensamiento, las artes y las letras. Probablemente, al igual que en Rusia, ocurrรญa lo mismo en buena parte del mundo y ciertamente en Amรฉrica Latina.
En la casa de mis abuelos y mis tรญos maternos en la que crecรญ, en Cochabamba (Bolivia), los libros que llenaban las estanterรญas eran generalmente traducciones del francรฉs y, desde que aprendรญ a leer, los libros de aventuras que llenaron de vida, movimiento y hazaรฑas mi infancia habรญan sido escritos por autores franceses. Un poco mรกs tarde, en mi adolescencia, Alexandre Dumas, Jules Verne, Victor Hugo y otros como ellos fueron fraguando en mรญ la vocaciรณn literaria.
En la Universidad de San Marcos, en Lima, donde me formรฉ, Francia era la fuente principal de las ideas, los valores y principios que discutรญamos, rechazรกbamos o hacรญamos nuestros y, por ejemplo, el marxismo que estudiรกbamos llegaba a nosotros pasado por las manos de intelectuales franceses, como Georges Politzer, cuyo manual de introducciรณn al pensamiento marxista โCursos de filosofรญaโ era como la Biblia para los miembros del clandestino โGrupo Cahuideโ โen el que militรฉ un aรฑoโ, nombre con el que trataba de reconstruirse el Partido Comunista Peruano, duramente reprimido por la dictadura militar del general Manuel A. Odrรญa (1948-1956).
Me matriculรฉ en la Alianza Francesa al mismo tiempo que ingresaba en San Marcos y al terminar el aรฑo 1953, gracias a las lecciones de mi magnรญfica profesora, madame del Solar, ya podรญa leer en la lengua de Moliรจre. No leรญa, devoraba los libros de la pequeรฑa biblioteca de la Alianza que me abrรญa las puertas de un mundo riquรญsimo de poetas, novelistas y ensayistas que me marcarรญan para toda la vida y despertarรญan en mรญ la pasiรณn โque nunca se ha apagadoโ por la cultura francesa y el sueรฑo de llegar algรบn dรญa, para poder ser un escritor de verdad, a vivir en Parรญs.
Eran los aรฑos del existencialismo y recuerdo haberme suscrito, desde ese mismo aรฑo de 1953, a Les Temps Modernes, dirigida por Sartre, y a Les Lettres Nouvelles, de Maurice Nadeau, y seguido en sus pรกginas todos los debates sobre โel compromisoโ literario, el estalinismo, los campos de concentraciรณn y el gulag, y la gran polรฉmica entre Sartre y Camus sobre la moral en la historia en la que participarรญan tambiรฉn de manera indirecta Maurice Merleau-Ponty y Raymond Aron. Hasta mediados de los aรฑos sesenta, creo haber seguido con fidelidad los continuos vaivenes ideolรณgicos de Sartre โal extremo de que mis amigos me apodaron โEl sartrecillo valienteโโ, a quien tengo que agradecer, pese a las distancias que mรกs tarde tomarรญa con รฉl, sus crรญticas al materialismo ideolรณgico que me ayudaron a alejarme de los comunistas peruanos, sin dejar de oponerme a todas las dictaduras que pululaban por el continente latinoamericano, y a defender, en sus primeros aรฑos de vida, a la Revoluciรณn cubana, creyendo ingenua- mente que ella inaugurarรญa un socialismo democrรกtico y hasta libertario.
Cuando lleguรฉ a Parรญs, en agosto de 1959, la preeminencia de la cultura francesa en el mundo comenzaba sin duda a declinar, pero en los siete aรฑos que allรญ vivรญ Francia era todavรญa un vรณrtice de creatividad artรญstica e intelectual, con el desarrollo del estructuralismo, que irrigarรญa toda la vida cultural, el teatro del absurdo de Beckett y Ionesco, la nouvelle vague cinematogrรกfica, la creaciรณn del Teatro Popular de Jean Vilar y la magnรญfica labor de Jean-Louis Barrault en el Odรฉon, la polรฉmica irrupciรณn del nouveau roman de Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute y Claude Simon, asรญ como las nuevas tendencias crรญticas formalistas del grupo Tel Quel cuyo gurรบ y papa era el sutil Roland Barthes, dos de cuyos cursos del tercer ciclo seguรญ como alumno libre, al igual que uno de Lucien Goldmann, en la Sorbona. La guerra de Argelia y el terrorismo de la oas, la ultraderecha nacionalista, daban un marco intenso y virulento al debate de ideas siempre vivo y hasta electrizante en Francia, que en aquellos aรฑos descubriรณ tambiรฉn el teatro y las ideas de Bertolt Brecht, el mundo sutil y fantรกstico de Jorge Luis Borges, el boom de la literatura latinoamericana y los happenings.
Para mรญ fueron unos aรฑos decisivos pues en ellos me convertรญ, de verdad, como soรฑaba desde niรฑo, en un escritor. En Parรญs escribรญ mis primeras novelas, descubrรญ Amรฉrica Latina, empecรฉ a sentirme latinoamericano, vi publicados mis primeros libros y, gracias a Flaubert, aprendรญ el mรฉtodo de trabajo que me convenรญa y el tipo de escritor que me habrรญa gustado ser. Francia me enseรฑรณ que el universalismo, seรฑa de identidad de la cultura francesa desde la Edad Media, no estaba reรฑido โpor el contrario, se robustecรญa y cargaba de realidadโ con el arraigo de un escritor en la problemรกtica social e histรณrica de su propio mundo, su lengua y su tradiciรณn.
Comprรฉ Madame Bovary reciรฉn llegado a Parรญs, en agosto de 1959, en la librerรญa La Joie de Lire, de Franรงois Maspero, en la rue Saint-Sรฉverin, y esa novela, que leรญ en estado de trance, revolucionรณ mi visiรณn de la literatura. Descubrรญ en ella que el โrealismoโ no era incompatible con el mรกs estricto rigor estรฉtico ni la ambiciรณn narrativa y principios elementales de la tรฉcnica novelรญstica, como que el narrador no era nunca el โautorโ sino un personaje creado, que existรญa solo dentro y mientras duraba la historia que contaba. Que el tiempo en toda novela es una creaciรณn tan ficticia como los personajes y la historia y que, si el talento creativo no era innato, un escritor podรญa fabricรกrselo a base de perseverancia, autocrรญtica y trabajo.
Solo a William Faulkner debo tanto como a Flaubert entre los escritores que me ayudaron a encontrar mi propia voz como novelista. He leรญdo y releรญdo toda su obra con inmensa felicidad y su correspondencia, sobre todo la de los cinco aรฑos que le tomรณ Madame Bovary; todavรญa creo que esos volรบmenes enseรฑan mejor que nadie a un escritor que estรก empezando cรณmo la destreza y la inspiraciรณn, el estilo y el genio, nacen de la paciencia y el esfuerzo y cรณmo el amor a la literatura y la perseverancia y el rigor llevados hasta extremos casi inhumanos son la materia prima con que se amasan siempre las obras maestras.
Aunque, desde fines de los sesenta, no haya vuelto a vivir en Parรญs, y mis visitas hayan sido desde entonces cortas y a veces separadas por largos intervalos, mi amor a la cultura francesa jamรกs ha decaรญdo y todavรญa sigo lo que allรก ocurre y se escribe con el interรฉs apasionado de mi juventud. Los volรบmenes de la Plรฉiade, que acostumbrรฉ desde joven a regalarme en todos mis cumpleaรฑos, que atestan mi biblioteca y que estรกn muchos de ellos โlos de Balzac, Stendhal, Zola, Baudelaire, Rimbaud, Proust, Valรฉry, Michelet, Malraux y tantos otrosโ leรญdos, releรญdos y anotados, han representado para mรญ, en cierto modo, el canon de la literatura, aquel territorio al que acceden solo las obras literarias que han superado la prueba del tiempo y han quedado definitivamente consagradas como dignas de formar parte de esa biblioteca ideal, siempre joven y siempre renovada, con un mensaje vivo para los lectores de todos los tiempos, en todas las lenguas y en todas las culturas. Nunca me atrevรญ siquiera a soรฑar que algรบn dรญa mis libros podrรญan integrar esta colecciรณn; que haya ocurrido me deja abrumado, feliz y agradecido a quienes han hecho posible ese milagro. ~
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Prรณlogo editado a ลuvres romanesques i y ii, de prรณxima apariciรณn en la Bibliothรจque de la Plรฉiade, de Gallimard.
Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perรบ, 1936) es escritor. En 2010 obtuvo el premio Nobel de Literatura. En 2022, Alfaguara publicรณ 'El fuego de la imaginaciรณn: Libros, escenarios, pantallas y museos', el primer tomo de su obra periodรญstica reunida.