Robert Capa: El testigo necesario

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Capa es el fotógrafo de la guerra por antonomasia, testigo de la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y las guerras del Sureste asiático, donde perdería la vida. La editorial Turner acaba de editar el libro definitivo con la obra de Robert Capa, el testigo necesario y un héroe de la imagen.
Existen hombres que además de pertenecer a la historia se han convertido en leyendas, en mitos. Uno de ellos es, sin duda, Robert Capa, el hombre que no sólo se inventó a sí mismo, sino que además fue el nombre que sirvió para que la Guerra Civil Española —que transformó la vida de millones de españoles— fuese conocida internacionalmente. Capa tomó la que posiblemente sea la fotografía más publicada del siglo: La muerte del miliciano en Cerro Muriano. Esa fotografía, captada en el mismo momento en que sucede la muerte, ha sido elegida por el escritor Arthur Miller como la más importante del siglo XX.
     Ver las fotografías de Capa es ver la vida allá donde sucede lo más terrible, y advertir lo que era una nueva manera de plasmar el dolor y la miseria, una nueva estética, que se fundamentaba sobre todo en la cercanía de lo real y la lejanía de la llamada historia oficial.
     Capa, con su visión personal de la vida y de la historia, creó una nueva manera de fotoperiodismo. Con su inseparable Leica también cubrió el desembarco de la Segunda Guerra Mundial y otros sucesos históricos, además de crear junto con David Seymour Chim, Henri Cartier-Bresson y George Rodger la famosa agencia Magnum. Un nuevo modo de abordar el reportaje.
     En las fotografías de Capa se manifiesta un sentido del tiempo, se observan sus maestros; desde Kertézs a Umbo pasando por su aprendizaje con Guttman. El tiempo aparece lento, como congelado, lleno de momentos de tensa espera que nos llevan a detenernos en los rostros, fijarnos en todos y cada uno de los detalles y observar, incluso, la posición que ocupan los retratados en el espacio.
     La manera crítica y exigente de relacionarse con los editores nos habla de un fotógrafo consciente e interesado en cómo las imágenes deben ser publicadas, lo que ha servido para definir las bases de los derechos de autor entre los fotógrafos, y ha hecho posible que el profesional de la fotografía tenga el control absoluto de sus negativos.
     Capa fue un hombre de acción, vitalista y convencido de la solidaridad que debe existir entre el fotógrafo y el sujeto fotografiado. Amó la vida y vivió intensamente. Aún recuerdan algunos de sus viejos camaradas de la Agencia Magnum su espíritu de jugador y seductor, su gran sentido del humor, inteligente y cultivado, todo lo cual se aprecia en numerosas fotografías suyas. Un hombre que sedujo a Ingrid Bergman, que gozaba de cada instante de la vida y que murió de manera absurda destrozado por una mina en la guerra de Indochina.
     Para Capa mirar no era un acto inocente o pasivo que hace de nosotros simples espectadores, sino una forma de moral, una estética y, sobre todo, un arte de comunicar, lo que nos obliga a situarnos, a escoger: es decir, a tomar posición.
     Todos hemos sido concernidos por sus fotografías publicadas a través de la prensa, los libros, las exposiciones, porque Capa tomaba las fotografías haciendo de ello un comportamiento, una manera de vivir. En un mundo supersaturado de imágenes, las fotografías de Robert Capa todavía nos producen un impacto por su cercanía, por su sensibilidad y pasión.
     Lo importante de su obra es que buscaba encontrar una mirada lejos de ideas preconcebidas, que se ocupa de orientarnos sobre aquello que no conocíamos sino de lejos, y remitirnos a la parte de autenticidad que otros nos negaban. Sus fotografías reflejan la verdad porque él estuvo siempre cerca del lugar de los hechos. Un hombre que nació como Endre Friedman y cubriendo otra guerra murió como el mítico Robert Capa.
     Ahora aparece editado por Turner, con un texto del especialista Robert Whelan, el libro definitivo sobre su obra. Una obra repleta de historia, de imágenes de un fotógrafo que, aparte de realizar su trabajo con gran calidad, no temía arriesgar su vida cuando lo hacía, y que además nos muestra cómo Capa tenía una gran sensibilidad para retratar lo cotidiano y seleccionar y editar con gran precisión unas imágenes inolvidables, repletas de emoción. Son espectaculares tanto las siluetas captadas en Fraga en 1936, con sombras apenas definidas, como los soldados en plena acción, o ese célebre desenfoque del desembarco de Normandía, que llevó a Life a hablar de Slightly out of Focus, y que sirvió de título a sus memorias.
     La vida de Robert Capa es una vida en la que seguro no existió ese ligero desenfoque, sino que fueron la pasión y la voluntad, además del compromiso, los que la guiaron. Un hombre que miró el mundo y a quien el mundo devolvió la mirada. ~

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