A medio siglo de Pedro Infante

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1.

En febrero de 1950 Pedro Infante es testigo en la boda civil de su hermano Josรฉ Delfino. El juez llena el acta, pregunta la edad del testigo, Pedro Infante responde. Treinta y dos aรฑos. Pero leamos lo que el juez no escribe. Tiene treinta y dos aรฑos y veinticinco pelรญculas. Entre ellas Arriba las mujeres, Cuando habla el corazรณn, Viva mi desgracia, Cuando lloran los valientes, Los tres Garcรญa, Angelitos negros, Ustedes los ricos, Dicen que soy mujeriego, y, claro, Nosotros los pobres. Los tรญtulos cuentan, impacientes, las anรฉcdotas. Y otro modo de narrar la biografรญa de Pedro Infante es con los tรญtulos de su filmografรญa. Eso al juez no le interesa. Le interesan las preguntas de primera fila: ยฟEstado civil? Casado con Marรญa Luisa Leรณn. Pero digamos lo que el juez no sabe. Ha tenido varios romances, uno largo con Guadalupe Torrentera, y en breve dejarรก a su esposa para irse con Irma Dorantes. El juez no observa a Pedro Infante, como bien lo desearรญan sus hermanas y tรญas que silban โ€œAmorcito corazรณnโ€ cada que la xew la transmite, y pregunta la profesiรณn del hombre que tiene enfrente. Pedro Infante lo dice sin dudarlo: soy carpintero. Primera desilusiรณn: en este texto, como en el acta, Pedro Infante es un carpintero.

2. No cualquier carpintero. No cualquier Infante. Pedro Infante es carpintero de numerosas catarsis domรฉsticas. Entre tantas casitas, la nuestra. Cualquiera lo ha visto y escuchado. Pedro Infante es a la cultura popular lo que la tortilla al taco. Y, digรกmoslo pronto, Pedro Infante dice mรกs de sus seguidores que lo que puede decir de sรญ mismo. Importa lo que el รญdolo representa, la idea que se tiene de รฉl. Pedro Infante representรณ la idea de la bondad. Tanto el personaje como la persona. Para hablar de esta idea cabrรญa, digamos, observarlo. Hijo del integrante de una banda musical (en la que colaborarรญa en su adolescencia) y de una costurera (que le confeccionarรญa atuendos para la pantalla grande), a los trece aprende carpinterรญa (harรญa su primera guitarra para las audiciones de radio) y peluquerรญa (โ€œpelarรญaโ€ a sus cรฉlebres amigos como bienvenida a su casa). A los veintidรณs se muda al df y se casa con Marรญa Luisa Leรณn. Pronto debuta en la xeb y participa, por primera vez, en un cortometraje. A los veintisรฉis graba su primer disco en la Peerless y trenza el bolero con el gรฉnero ranchero. Inicia su participaciรณn frecuente en el cine. Intuye su bienestar creciente, conoce sus facilidades y a los veintiocho le confiesa a Ismael Rodrรญguez: โ€œEn la vida me gusta actuar y cantar, pero hay algo que prefiero sobre todo: volar.โ€ Intuimos lo que siguiรณ a esta confesiรณn: piloto anรณnimo, actor cรฉlebre. Siguiรณ Pedro Infante: pobre pero de buen corazรณn; iracundo pero en pos de la justicia; borracho pero cuando la ocasiรณn lo pide; charro pero chillรณn; mujeriego pero querendรณn con ellas y, sobre todo, con su mamรก (que cante: โ€œMujeriego para con mi viejita soรฑar, a mi viejita la quiero porque me vale por dosโ€). รdolo nacional pero carpintero ante el juez de la boda de su hermano. La bondad y รฉl son uno mismo. ยฟImporta la idea que Infante tenรญa de la bondad? Segunda desilusiรณn: del รญdolo interesa la idea que se tiene de รฉl.

3. No es que Pedro Infante haya sido pura bondad, sobra decir. (Venga, Montaigne: โ€œNinguna cualidad nos abraza pura y universalmente.โ€) Pedro Infante es la idea de la bondad. No un espejo de la propia: es el nombre y apellido de la bondad deseada. Contra lo que se ha dicho โ€“representรณ al puebloโ€“, Infante es, en realidad, un deseo. Es deseo y miseria: el รญdolo es sinรณnimo de las imposibilidades del espectador. Pedro Infante seรฑala la desgracia de una รฉpoca. Apunta sus imposibilidades. El รญdolo es tambiรฉn la miseria. El malestar era un asunto mรกs cercano al auditorio que lo observaba en el cine Colonial. Mรกs cercana la monotonรญa del matrimonio que las letras, romances dulces, interpretadas por รฉl. Era, como le gustaba decir a mi abuela, un muchacho bueno. Capaz de soltar el volante de la motocicleta para entonar una canciรณn y capaz de cantar un bolero para intercambiarlo por la sonrisa de una mujer. Una bondad que se querรญa cerca y no en la pantalla. Sus melodramas eran mejores que los caseros. (Irrumpe, terriblemente genial, Simone Weil: โ€œDebemos preferir el infierno real a un paraรญso imaginario.โ€) Pero habรญa necesidad de melodrama, pues el melodrama es lo que el sueรฑo a la noche: la discontinuidad de la vida diaria. Necesario. Necesario hiperbolizar al bueno para eclipsar la miseria propia. Tercera desilusiรณn: eclipsar al espectador al grado de que su vida es un asunto de รบltima fila.

4. 1950 y la gente lo querรญa. Querรญan al famoso pero modesto. Alguien que se declaraba mero artesano en la boda del pariente entraรฑable. Enaltecer al hombre sencillo. Un actor, sรญ, pero no un humanista. Esto, sobra decir, habla de los espectadores y no de Pedro Infante, que llegรณ al cine como si lo hubieran empujado del trampolรญn. ยฟQuerรญa ser actor? Nos responde: โ€œJamรกs, ni de lejos. Me vino de repente y me agarrรณ de repente. Eduardo Quevedo, productor mexicano, me conociรณ en una emisora de radio. Yo trabajaba de carpintero y, a ratos, cantaba. Me llevรณ al cine y allรญ me quedรฉ.โ€ Pedro Infante no fue actor por inclinaciรณn al arte. Apenas estudiรณ hasta cuarto aรฑo de primaria, apenas leรญa y en nada le interesaba construir personajes. Fue, en todo caso, un actor de las pasiones. (Petrarca, amigo: โ€œEl alma cubre sus pasiones bajo apariencia contraria, bajo un rostro tan pronto alegre, tan pronto triste.โ€) Y Pedro Infante era eso: de la risa al llanto y de los golpes al canto. Azar o no, llegรณ a la cima. Cima que es el retrato de nuestras fijaciones sociales. Una sociedad donde reina la voz de la pasiรณn y se exilia la reflexiรณn. Cuarta desilusiรณn: de aquรญ somos.

5. Aunque no del todo. La reflexiรณn no es un lujo y menos con el decurso del tiempo. El 15 de abril se conmemora medio siglo de la muerte de Pedro Infante. Y cabe revisar por quรฉ fue celebrado. Imagino a mi abuela que, de poder hacerlo, aรฑadirรญa: โ€œSencillo, el Torito era buenรญsimo.โ€ Mi abuelo, para no perder ocasiรณn de contrariarla, dirรญa: โ€œPรฉsimo actor, pero, eso sรญ, de voz irrepetible.โ€ Y tal vez sea esto, lo que tanto se celebrรณ, lo que vale la pena releer. Algo rebota en nuestro dรญa a dรญa de Pedro Infante. Como si una parte de nosotros llevara aquel anhelo de bondad. El deseo de una sociedad que, si bien no es la misma, no ha desaparecido. Un homenaje, sopor de pe a pa, tan sรณlo alimentarรญa lo que ya se aplaudรญa hace medio siglo. Habrรญa que ser mรกs laicos al aplaudir. No de rodillas, sino soberanos ante los รญdolos. Soltar un revรฉs a la idea de Pedro Infante: reflexiones que cuestionen, refuten o lo invaliden. Que se diga que era un carpintero, como replicรณ al juez en aquel casamiento, y que se piense si รฉl, la idea del รญdolo, ha muerto.

6. รšltima desilusiรณn: se dice que Pedro Infante ni siquiera ha muerto. ~

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