Los mexicanos que viven en JapĆ³n

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Los orĆ­genes

En los procesos de migraciĆ³n internacional hay situaciones que crean vĆ­nculos econĆ³micos, institucionales, culturales, polĆ­ticos, ideolĆ³gicos, entre los Estados y las sociedades que reciben y expulsan migrantes. Contribuyen a la formaciĆ³n de nuevas rutas y flujos migratorios entre distintas regiones o continentes antes impensables.

 

Las historias y las investigaciones sobre los mexicanos en el extranjero se concentran en los que se van a Estados Unidos, pero los hay en otras regiones. SegĆŗn encuestas del INEGI, salen para reunirse con un familiar, cambiar de lugar de trabajo o buscar uno nuevo, estudiar, casarse con un extranjero, atender problemas de salud, alejarse de la violencia y la inseguridad.

Los mexicanos en JapĆ³n han ido trazando poco a poco una nueva ruta de migraciĆ³n. Aunque las relaciones entre ambos paĆ­ses se remontan al siglo XVI no hay hasta los aƱos setenta del siglo XX un vĆ­nculo determinante para el primer flujo migratorio, de carĆ”cter temporal, de mexicanos hacia JapĆ³n: el intercambio de estudiantes.

En los aƱos sesenta y setenta MĆ©xico y JapĆ³n parecĆ­an haber encontrado su camino de desarrollo, de estabilidad y de crecimiento. Los dos buscaban en el exterior legitimarse en una u otra forma. Con las Olimpiadas del 64 JapĆ³n deja un pasado de guerra colonial, derrota y ocupaciĆ³n estadounidense para reincorporarse a la modernidad de Occidente. A finales de los setenta es ya una de las principales economĆ­as del mundo. En esa dĆ©cada, MĆ©xico intenta dejar atrĆ”s una crisis polĆ­tica interna y a su vez resolver la inminente, que es econĆ³mica y que traerĆ” el fin del “desarrollo estabilizador”. El presidente Luis EcheverrĆ­a requiere legitimarse con un sector de la poblaciĆ³n mexicana y con la comunidad internacional y emprende un acercamiento con paĆ­ses mĆ”s allĆ” de Estados Unidos y AmĆ©rica Latina; realiza viajes a Europa, a Ɓfrica y a Asia como ningĆŗn presidente antes.

A diferencia de las Siete migraciones japonesas en MĆ©xico documentadas por Ota Mishima para dar cuenta de los orĆ­genes de esa comunidad a lo largo de casi un siglo, la historia de los mexicanos en JapĆ³n, pocos y con poco peso, no ha sido atendida.

En los aƱos sesenta del siglo XX se asentaron algunos miembros de Ć³rdenes religiosas catĆ³licas pero el primer grupo importante de mexicanos registrado en JapĆ³n es el de los estudiantes tĆ©cnicos que en 1971 participaron en el “Programa Especial de Intercambio de JĆ³venes TĆ©cnicos Mexicanos y Japoneses” suscrito por el gobierno de Luis EcheverrĆ­a como parte de la polĆ­tica de cooperaciĆ³n con Asia. Un programa que, aunque mucho mĆ”s ambicioso en su diseƱo, se iniciĆ³ con el envĆ­o anual de cien estudiantes mexicanos a JapĆ³n y continĆŗa hasta la fecha, con un nĆŗmero menor de becarios, a travĆ©s del Conacyt y de la Agencia de CooperaciĆ³n Internacional de JapĆ³n (JICA por sus siglas en inglĆ©s).

SegĆŗn los registros del Ministerio de Justicia de JapĆ³n, en 1960 habĆ­a en el paĆ­s 55 mexicanos. Una dĆ©cada despuĆ©s el nĆŗmero apenas se habĆ­a duplicado, pero en 1975 eran ya 266, en parte gracias al programa de intercambio de estudiantes. En 1984 son 458, la mayorĆ­a con el estatus migratorio de religiosos, personal en capacitaciĆ³n tĆ©cnica y estudiantes de intercambio, todos residentes temporales que permanecĆ­an por periodos de tres y hasta seis meses. En ese mismo aƱo hay un cambio en el perfil de los mexicanos; poco menos de la mitad con una nueva categorĆ­a de visa tambiĆ©n temporal: cĆ³nyuges de un nacional japonĆ©s. Una nueva comunidad de mexicanos comenzarĆ” a asentarse en JapĆ³n por ese vĆ­nculo.

 

La apertura de JapĆ³n a la inmigraciĆ³n latina

En 1990 el gobierno japonĆ©s replanteĆ³ su polĆ­tica de inmigraciĆ³n, intacta desde 1952, y permitiĆ³ la entrada de inmigrantes distintos a los habituales, originarios de las regiones de Asia, para afrontar la escasez de mano de obra durante la burbuja econĆ³mica y detener el flujo de extranjeros ilegales de la zona sur y sudeste de Asia, que comenzaba a preocupar a la sociedad japonesa, segĆŗn lo registra la prensa de ese entonces. Empezaron a admitirse trabajadores extranjeros en Ć”reas tĆ©cnicas y cientĆ­ficas solo de manera temporal, rechazando a los “no calificados” y aceptando a los que tuvieran un “lazo sanguĆ­neo” (extranjeros descendientes de japoneses), para no romper el equilibrio de su identidad nacional: la homogeneidad racial, cultural y social. La comunidad latina entrĆ³ asĆ­ en la ruta de la migraciĆ³n internacional hacia JapĆ³n; los descendientes de japoneses, llamados nikkeijin (literalmente: no nacionales japoneses o descendientes de japoneses), provenientes de Brasil y PerĆŗ y en menor nĆŗmero de Bolivia y Argentina conformaron esos primeros inmigrantes.

El informe sobre MigraciĆ³n Internacional, Derechos Humanos y Desarrollo de 2006 de la CEPAL muestra que la inmigraciĆ³n de latinoamericanos en JapĆ³n se incrementĆ³ mĆ”s del 200% entre 1988 y 1991, y seƱala que una dĆ©cada despuĆ©s, en el 2000, los brasileƱos y los peruanos formaban ya la mayor comunidad latina (81.3% y 14.8%) respectivamente. La mayorĆ­a son hombres jĆ³venes y segunda generaciĆ³n de descendientes de japoneses o bien trabajadores contratados por empresas intermediarias.

Pero aunque tambiĆ©n llegan mexicanos descendientes de japoneses, no estĆ”n entre los dekasegi como los emigrados de Brasil, PerĆŗ, Argentina o Bolivia. El tĆ©rmino dekasegi (literalmente: trabajo fuera de casa), se utilizaba en los aƱos cincuenta y sesenta para nombrar a la migraciĆ³n estacional rural-urbana dentro de JapĆ³n. ReapareciĆ³ con los inmigrantes laborales latinos porque desde un principio se les tratĆ³ como trabajadores temporales que volverĆ­an a su paĆ­s tras el tĆ©rmino de sus contratos. Pero la inestabilidad polĆ­tica y la crisis econĆ³mica –hiperinflaciĆ³n– de finales de la dĆ©cada de los ochenta en el sur de LatinoamĆ©rica hicieron que la mayorĆ­a de estos inmigrantes se quedaran en JapĆ³n.

En los estudios sobre los dekasegi se dice que son “el regreso de la migraciĆ³n a JapĆ³n”, pues en principio se trataba de trabajadores que tenĆ­an un lazo sanguĆ­neo con los emigrantes japoneses que se asentaron en AmĆ©rica Latina a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. Con la apertura a la nueva inmigraciĆ³n, el fenĆ³meno fue una suerte de “reencuentro con la tierra de sus antepasados”.

Pero fue una migraciĆ³n que se institucionalizĆ³ desde Brasil y PerĆŗ. No solo llegaron descendientes de japoneses, pues se crearon redes oficiales que fomentaron la inmigraciĆ³n y JapĆ³n dirigiĆ³ sus esfuerzos a estos dos paĆ­ses. En el caso mexicano no hubo un vĆ­nculo oficial ni empresas intermediarias que ofrecieran trabajo temporal.

Esto me preguntĆ© cuando consultĆ© los registros del Ministerio de Justicia en JapĆ³n sobre los mexicanos descendientes de japoneses: ¿por quĆ© dentro de esta comunidad no se dio el fenĆ³meno dekasegi?; ¿por quĆ© no hubo una ola de nikkei mexicanos en JapĆ³n cuando las posibilidades de apertura estaban dadas?; ¿por quĆ© los informes de la CEPAL y de la ONU no incluyen a los mexicanos en el mapa de las migraciones latinoamericanas hacia JapĆ³n? Una razĆ³n es cuantitativa; mientras en MĆ©xico habĆ­a registrados 17 mil descendientes de japoneses, en Brasil y PerĆŗ eran 1 millĆ³n 600 mil y 80 mil, respectivamente.

Si bien existe la CĆ”mara Japonesa de Comercio e Industria de MĆ©xico, A.C. desde 1964, no queda claro si hubo actividades relacionadas con el servicio de empleo hacia JapĆ³n a mexicanos descendientes de japoneses o que hayan tenido un papel clave en los aƱos noventa, como sĆ­ sucediĆ³ en PerĆŗ y Brasil, que abiertamente, desde canales oficiales como consulados y cĆ”maras de comercio, apoyaron y promovieron los contratos laborales.

AdemĆ”s, la inmigraciĆ³n de mexicanos durante los aƱos noventa se dirigiĆ³ hacia Estados Unidos. Un documento del Conapo en 2004 seƱala que de 1981 a 1990 la pĆ©rdida neta anual de poblaciĆ³n mexicana que se dirigiĆ³ a la frontera norte fue de 233 mil personas y de 1991 a 1995 la cifra ascendiĆ³ a 296 mil inmigrantes mexicanos; de 1996 a 2000 fue de 360 mil; y de 2001 a 2003 de 394 mil.

Que no existan informes sobre una migraciĆ³n laboral de mexicanos en JapĆ³n o que no se haya dado el fenĆ³meno dekasegi en MĆ©xico, no significa que no haya casos aislados. Pero los nikkei trabajadores mexicanos no pueden considerarse en las mismas condiciones que los brasileƱos y los peruanos, las dos mayores comunidades de latinos en JapĆ³n.

 

El registro de mexicanos residentes en JapĆ³n: 1990-2009

En 1990 habĆ­a 1 millĆ³n 75 mil 317 extranjeros registrados en JapĆ³n; de AmĆ©rica Latina y el Caribe 530 mil 519; mexicanos, solo 786. Un decenio despuĆ©s los extranjeros eran 1 millĆ³n 686 mil 444; los latinos 332 mil 730 y los mexicanos mil 740. Hasta julio del aƱo 2009 se tienen registrados 2 millones 186 mil 121 extranjeros; cerca de 344 mil 930 latinos y caribeƱos y mil 995 mexicanos.

SegĆŗn los anuarios del Ministerio de Justicia de JapĆ³n, el aumento mĆ”s notable de mexicanos asentados en las islas japonesas se dio en los aƱos noventa. La mayorĆ­a eran entonces quienes portaban la visa de cĆ³nyuge de japonĆ©s, sobre todo mujeres, seguido de los descendientes de japoneses. En ambos casos se trata de residentes temporales porque su permiso no se extendĆ­a, en el caso de los cĆ³nyuges, por mĆ”s de un aƱo con posibilidad de renovaciĆ³n o solicitar despuĆ©s de cinco aƱos viviendo en JapĆ³n y bajo ciertos requisitos la residencia permanente y en el caso de los descendientes por mĆ”s de tres aƱos. Estar casado con un japonĆ©s o ser descendiente de un japonĆ©s no concede automĆ”ticamente la residencia permanente.

Tres hechos coinciden con este incremento: el primero, en 1992, un plan que establece prioridades para los residentes extranjeros que deseaban permanecer mĆ”s tiempo en JapĆ³n y que tenĆ­an hijos con un nacional japonĆ©s y asĆ­ enfrentar las futuras tendencias del descenso de la poblaciĆ³n debido a los bajos Ć­ndices de natalidad y envejecimiento acelerado. El segundo, en 1997 el gobierno japonĆ©s de nuevo flexibilizĆ³ la polĆ­tica de entrada a trabajadores calificados en Ć”reas profesionales, tĆ©cnicas y cientĆ­ficas, y curiosamente a partir de ese aƱo aumentĆ³ el nĆŗmero de mexicanos con visas de ingenieros y tĆ©cnicos, pero sobre todo hubo una mayor entrada de descendientes de japoneses (304 ese aƱo). El tercero, en 1999 se extiende el periodo de estadĆ­a a los portadores de visa de cĆ³nyuge y/o hijos de un japonĆ©s y pasa de seis meses o un aƱo a tres aƱos con posibilidad de renovaciĆ³n.

En los Ćŗltimos veinte aƱos el perfil de los mexicanos en JapĆ³n no ha variado. Siguen siendo aquellos casados con japoneses con estatus de residentes permanentes o temporales. En 2009 ya son 637 mexicanos en la condiciĆ³n de residentes permanentes, de un total de mil 995 registrados. Les siguen 436 mexicanos con visa de cĆ³nyuge de japonĆ©s y 201 registros de descendientes de japonĆ©s que en cambio han disminuido desde 1997, cuando llegaron al mĆ”ximo de 307, y la razĆ³n principal del descenso de los nikkei mexicanos es que cambian su estatus al de cĆ³nyuges de un nacional japonĆ©s, solicitan su residencia permanente o regresan a MĆ©xico. El resto lo conforman los estudiantes de intercambio que crecen aƱo con aƱo y los dependientes (cĆ³nyuges o hijos de otro extranjero mexicano o no con permiso para trabajar y con otro estatus de visa).

Es claro que la llegada y la permanencia de extranjeros en JapĆ³n, incluyendo a los mexicanos, depende directamente del diseƱo de la polĆ­tica migratoria japonesa y su estrategia de apertura o flexibilizaciĆ³n hacia los inmigrantes.

A pesar de que los problemas demogrĆ”ficos en JapĆ³n inevitablemente aumentarĆ”n las migraciones, el gobierno mantiene con firmeza la postura de solo permitir la entrada a trabajadores tĆ©cnicos y profesionales en Ć”reas mĆ©dicas, de enfermerĆ­a, tecnolĆ³gicas y de informĆ”tica. El perfil de mexicanos con visa dentro de estas categorĆ­as, con excepciĆ³n de la visa de ingenieros a partir de 2002, no muestra un crecimiento que permita conjeturar que un flujo importante entrarĆ” por esas vĆ­as.

En cambio, la disposiciĆ³n de JapĆ³n de aceptar cada vez mayores cantidades de estudiantes de intercambio y la necesidad de abrirles las puertas a los extranjeros transferidos de corporaciones multinacionales que reclama la internacionalizaciĆ³n de la economĆ­a permite conjeturar que esos dos perfiles de mexicanos pueden crecer en los siguientes aƱos, puesto que a partir del aƱo 2000 se ve un crecimiento de los primeros y la apariciĆ³n en escena de los segundos, como parte del asentamiento de empresas transnacionales.

No hay que olvidar que el vĆ­nculo determinante en la formaciĆ³n del primer flujo de mexicanos temporales fue el intercambio de estudiantes tĆ©cnicos en los aƱos setenta. A partir de entonces no ha cesado el movimiento de estudiantes o trabajadores mexicanos en capacitaciĆ³n hacia JapĆ³n y al mismo tiempo ha sido la base para la suscripciĆ³n de convenios de estudiantes de intercambio que hasta 2008 eran 71, segĆŗn fuentes de la embajada mexicana en Tokio.

Los procesos de integraciĆ³n tambiĆ©n traen flujos migratorios. A pesar de que el gobierno japonĆ©s ha mantenido un bajo perfil en la atracciĆ³n de trabajadores extranjeros por esa vĆ­a, en el marco de los Acuerdos de AsociaciĆ³n EconĆ³mica con la regiĆ³n Asia-PacĆ­fico tiene doce socios comerciales, entre ellos MĆ©xico y solo con dos, Filipinas e Indonesia, ha establecido convenios de trabajo temporal en Ć”reas sanitarias y de enfermerĆ­a.

Con MĆ©xico y a cinco aƱos del Acuerdo para el Fortalecimiento de la AsociaciĆ³n EconĆ³mica, resultarĆ­a apresurado asegurar que pueda haber una entrada de trabajadores “invitados” que consienta el inicio de un flujo laboral. Sin embargo, desde la firma del acuerdo, oficinas representantes de empresas mexicanas han comenzado a asentarse en JapĆ³n, concretamente en Ć”reas de autopartes y alimentos. No debe descartarse que esto atraiga en el futuro nuevos inmigrantes mexicanos y/o nikkei mexicanos de carĆ”cter netamente laboral.

Asimismo, la apertura de un vuelo comercial entre MĆ©xico y JapĆ³n y la extensiĆ³n de la visa turĆ­stica a seis meses en lugar de tres es tambiĆ©n una vĆ­a que facilita la aproximaciĆ³n geogrĆ”fica y en consecuencia acelera el flujo cada vez mayor de mexicanos que se interesan por visitar JapĆ³n.

Los matrimonios entre mexicanos y japoneses como la primera causa que mueve a los mexicanos a asentarse en JapĆ³n y que va en aumento significa, en la lĆ³gica del proceso de globalizaciĆ³n de la migraciĆ³n, un flujo que transporta su cultura al paĆ­s de destino. En este sentido, se debe estar atento a los cambios, puesto que esta minorĆ­a mexicana, hoy parte de la latinoamericana en JapĆ³n, buscarĆ” construir y consolidar vĆ­nculos o redes formales o informales autĆ³nomas que le permitan beneficiarse de informaciĆ³n y actividades que tengan que ver con su nuevo entorno econĆ³mico, cultural y social.

Las bases de la formaciĆ³n de una primera generaciĆ³n de inmigrantes mexicanos en JapĆ³n de diversa Ć­ndole son claras y sugieren una reflexiĆ³n como el inicio de una relaciĆ³n entre MĆ©xico y JapĆ³n en materia de migraciĆ³n internacional. ~

 

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