Regreso a la familia revolucionaria

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Siempre me deslumbrรณ el concepto “la Gran Familia Revolucionaria” con que los locutores solรญan referirse a la bola de polรญticos que rodeaban al presidente cuando inauguraba una escuela o presentaba su informe de gobierno o ponรญa el grito en el cielo cada 15 de septiembre. Era como ver a una abeja reina rodeada de zรกnganos agitados con las bocas llenas de frases obsequiosas, las espaldas trabadas en una semirreverencia eterna, el gesto adusto de viril potencia para enfrentar al extraรฑo enemigo que se vaya ofreciendo.

Supongo que esa abundante familia restaurarรก su vasto catรกlogo de protocolos en diciembre –sus estilos y estilachos, sus modas y modales, sus ritos y rituales, sus hablas y silencios– y que lo harรก con renovados brรญos y agradables sorpresas, al poner de nuevo su talento en la eterna tarea de salvar a la eternamente sacudida Patria. Parafraseo a continuaciรณn algunos temas de ese catรกlogo revolvente.

Volverรกn, supongo, las tumultuarias tomas de protesta en las que lรญderes y prohombres expelen ante el pueblo su innegociable decisiรณn de ponerse a sus รณrdenes. Las tomas de protesta consistentes en que los prohombres se ponen de pie, se abotonan el saco en una coreografรญa Pina Bausch, depositan la mirada en el pasado, el presente y el futuro de la Patria (o en su defecto, en alguna edecรกn), extienden el brazo decidido hacia la Patria (o hacia la edecรกn) y pronuncian con voz barรญtona o aguardentosa, no sin sentimiento, la consabida frase: “¡Sรญ, protesto!”, cuidรกndose de no clavarle las uรฑas en la nuca al prohombre de enfrente para no darle motivo de protesta.

Volverรก, tambiรฉn, el tradicional abrazo interpolรญticos. Un ritual incรณmodo, pero insoslayable: dos varones bragados que deben permanecer viriles mientras se apapachan las lonjas bajo el escrutinio de la Patria y demรกs envidiosos. El polรญtico abrazante que indica desde el acercamiento final la ruta asignada a su testa, para impedir un a todas luces bochornoso frentazo con la testa del polรญtico abrazado (que podrรญa resultar en su cese fulminante) hasta que, unidos ya los cuerpos institucionalmente, eligen entre el estrujรณn sincero y las palmadas red bull que se propinan enfรกticamente pero despacio, casi en cรกmara phantom, mientras un polรญtico le dice al otro “me debes una”.

Volverรกn las “votaciones en el pleno”. En las populosas asambleas, un lรญder –nato o, en su defecto, de sector– enfrentarรก el delicado momento de pedir a la gran familia revolucionaria su postura sobre tal o cual asunto, por ejemplo, si se aumenta el presupuesto del Partido. El lรญder incitarรก a la familia revolucionaria a elevar la mano en seรฑal de asentimiento, o a no elevarla, en seรฑal de que desea visitar la Comisiรณn Disciplinaria. Luego de constatar la general aprobaciรณn del tema, el lรญder ordenarรก que conste en actas, la familia revolucionaria bajarรก el brazo y continuarรก abrazando hermanos de causa o edecanes, lo que estรฉ mรกs a la mano.

Volverรก el aplauso ad infinitum y a priori que celebra que tal o cual polรญtica asestada a la Patria es correcta, o por lo menos estรก a punto de serlo, con un estrepitoso y coordinado percutir de la mano izquierda con la mano derecha de la misma persona, salvo que se opte por aplaudir empleando la mano derecha y la mejilla de otro diputado, de preferencia de izquierda, con la excusa de que dicha mejilla estaba mรกs cerca que la propia mano.

Volverรก a emplearse el laborioso diccionario de lenguaje corporal presidencial. Este diccionario consiste, bรกsicamente, en tres frases. La primera, “les estoy muy agradecido”, se expresa fijando los ojos todopoderosos en algรบn sitio lleno de familia revolucionaria, mostrรกndole el dorso de la mano con los dedos muy agarrotados y dรกndole al aire circunvecino un solo, contundente karatazo. La segunda, “me permito manifestarles mi afecto”, se expresa llevando las manos hacia los propios bรญceps para significar un abrazo cariรฑoso que, por razones de agenda, no puede otorgarse de manera individual. La tercera, “a ver si ya van dejando de aplaudir”, consiste en mostrar las palmas de las manos a la familia revolucionaria para que escuchen una razรณn mรกs para ponerse a aplaudir de nuevo.

Y, desde luego, volverรก el otro diccionario, el priรฑol, que ordena que todo se diga en mayestรกtico, enclรญticos y gerundios (“encontrรกmonos coadyuvando”), ese enemigo de los monosรญlabos que dispone que hasta la palabra sรญ  se diga de la manera mรกs sinfรณnica posible (“efectivamente estamos en condiciones de seรฑalar que es correcto”); que se haga elegante exhibiciรณn del absoluto dominio del sinรณnimo (“hallรกmonos lamentando revolucionariamente que tantos ciudadanos y compatriotas, que tenรญan tantas ganas de decirle es correcto a la vida, encuรฉntranse sin embargo prรณximos a las postrimerรญas y rozando el รณbito, por ausencia de colaciรณn o refrigerio, remotos de la pitanza y privados de puchero, por causas imputables es negativo a nuestras pรบblicas polรญticas, y es correcto en cambio al agostamiento del vital cuanto preciado lรญquido que estratos, nimbos, cรบmulos y cirros regatรฉanle al patrio territorio…”).

Mรกs lo que se vaya sumando a ese sexenio que, antes de iniciar, ya es inolvidable. Es correcto. ~

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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