Sólo nosotros podemos tener fe
en nosotros. No tú y yo
sino yo y yo y tú y tú.
¿No es así, Celia? Dime
que no es así,
que no sólo nosotros
tenemos que tragar
nuestra desesperanza
como una maraña
de pelo. ¿Llorarás
por mí si es así?
¿Y seguirás llorando
por lo que lloré yo?
¿Por lo que fue
de ti y de mí
cuando éramos
nosotros? Cuando
navegábamos por las aguas
del Tigre y nos besábamos
en la maraña de la luz verde
y los mosquitos. Antes
de conocernos y perdernos. –