FLOR DE NIEBLA
No es flor la flor
y la niebla no es niebla:
a medianoche llega
y se va con el alba.
Sueño de primavera:
nube de la mañana.
Hakurakuten (772-846)
En el año 838, el gobernador de Dazaifu, Fujiwara no Takemori, le envió al emperador un libro que acababa de llegar de China: Poesía y prosa de Yuan y Bo. El envío le valió un ascenso e inició la perdurable fama japonesa de Bai Juyi (Po Chü-i en la transcripción Wade-Giles), desde la época Heian hasta nuestros días el más célebre y más influyente de los poetas chinos. Fueron especialmente populares uno de sus poemas narrativos, la “Canción de la pena sin fin”, que canta la historia de la concubina Yuang-kuei-fei (la misma del poema de Gorostiza), y la “Canción de la biwa”; los dos fueron recreados muchas veces en pinturas. En la interesantísima obra de teatro noh que lleva por título su nombre japonés, Hakurakuten encarna el espíritu mismo de la poesía china. Mi versión del poema chino tiene reminiscencias de una forma japonesa, aunque con rimas que son querencia mediterránea.
El original es una cuarteta (o un sexteto, si se toman los hemistiquios de las dos líneas iniciales como versos independientes) que muy literalmente dice esto:
花非花 霧非霧
夜半來 天明去
來如春夢幾多時
去似朝雲無覓處
Flor no flor, niebla no niebla,
llega a medianoche, se va en el alba.
Llega como sueño de primavera, siempre breve;
se va como nube matutina, quién sabe dónde.
Eliminé en los versos finales la aclaración innecesaria de que el sueño, como la nube, es efímero; queda también implícito que uno y otra vienen y se van. Hecho lo cual, y como el resultado evocaba un tanka, me pareció apropiado dar el nombre del autor en su versión japonesa.
El poema es una doble adivinanza. Eso precioso como la flor, inasible como la niebla, que vive entre la medianoche y el alba, efímero como la nube, irreal como el sueño, es una gota de rocío. Impermanencia: tema central del budismo. Pero esa gota de rocío es una amante fugaz: una cortesana, de las que atendían a los funcionarios de segundo rango, como era nuestro poeta. Adivinanza, visión erótica, suspiro filosófico, anécdota transfigurada: realidad de lo irreal, expresado en cosas concretas. En sílabas que han sido muchas veces acompañadas de música, por compositores antiguos y modernos.
Entre los incontables avatares del poema hay dos versiones mexicanas: una de Octavio Paz, que acentúa su carácter filosófico-religioso, en detrimento de su potencia erótica:
Una flor –y no es flor.
Un vaho –y no es vaho.
A medianoche llega,
se va al romper el alba.
Viene como sueño de primavera
y como sueño se disipa.
Se va sin dejar huella
como el rocío por la mañana.
Y otra muy curiosa de Gabriel Zaid que en cambio, procediendo en sentido contrario, da relieve a la estampa de la ajetreada vida funcionaril:
jira de trabajo
Flores sin flores, neblina sin neblina.
Oscuridad donde nada se salva.
Primavera soñada, matutina.
Llegar a media noche, partir antes del alba. ~