Ni toda el agua del mar

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Ni toda el agua del mar

Hacer el amor

contigo es como beber

agua de mar: es beber

con cada trago una sed

que no la podrá saciar

ni toda el agua del mar.

Kenneth Rexroth tenía 73 años cuando publicó la serie de sesenta brevísimos poemas que, con el título de The love poems of Marichiko (1978), se presentaba como traducción del japonés. La serie constituye una secuencia narrativa que, resuelta en meditación filosófica, permite leer la pasión erótica como visión religiosa, lo mismo que en el Cantar de los cantares. La edad del autor explica quizá el recurso a una máscara más o menos transparente pero que le permitió dar expresión a una voz femenina cuyas emociones no son, en modo alguno, inauténticas. Que Rexroth haya sido uno de los grandes traductores de poesía japonesa y sus versiones tan populares ha hecho que estos poemas se vean como recreaciones de imágenes y motivos japoneses. El personaje que la secuencia construye ha hecho también que se perciban similitudes con figuras afines. Morgan Gibson escribió que los poemas “recuerdan, por su tono y su estilo si no precisamente por su forma, los poemas de Yosano Akiko”. Pero a veces hacen pensar más bien en Ariwara no Narihira o a Izumi Shikibu, como en

Sueño contigo

cada noche y mis días

son como un sueño.

((Because I dream / Of you every night, / My lonely days / Are only dreams.
))

Marichiko está tejida en realidad de mucho más que las lecturas japonesas de Rexroth. En su nota al poema

Making Love with you

Is like drinking sea water.

The more I drink

The thirstier I become,

Until nothing can slake my thirst

But to drink the entire sea.

(el VII de la serie) Rexroth apunta: “A imitación de un pasaje de la Katha Upanishad”. Pero en la Katha Upanishad no hay ningún pasaje ni remotamente parecido al poema de Rexroth, que hace pensar más bien en un dístico de Rudaki, el gran poeta persa:

Como el agua salada son los besos:

cada trago nos deja más sedientos.

La vasta curiosidad de Rexroth incluía la poesía persa, de la que tradujo algunas piezas, y otra de sus notas nos informa que lo mismo ha hecho Marichiko, por lo que podemos entender la referencia a las Katha Upanishad como una broma –y como un guiño: no son pocos los pasajes de poemas de Rexroth que incorporan traducciones de poemas japoneses.

Con fidelidad a ese modo de borrar las pistas, los octosílabos, las rimas y los encabalgamientos de mi versión no son rasgos del original y la acercan más bien a la poesía española tradicional. Y sobre todo, creo, al delicioso poema de Cristóbal de Castillejo: “Dame, Amor, besos sin cuento…” Que es, claro, una versión de Catulo (“Da mi basia mille, deinde centum…”) pero también un poema por derecho propio. ~

 

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