Conocรญ a Hugh Thomas en 1968 cuando lleguรฉ a la Universidad de Reading para hacer un mรกster en Estudios Europeos Contemporรกneos, donde รฉl daba un curso sobre la Guerra Civil espaรฑola. Antes yo habรญa estudiado en Oxford, donde me habรญa decepcionado profundamente la falta de posibilidades de trabajar sobre la historia contemporรกnea. La oportunidad de concentrarme en el periodo que mรกs me interesaba fue un cambio bien recibido. De lo que no me daba cuenta era de que estudiar y luego trabajar con Hugh Thomas cambiarรญa mi vida. En la รฉpoca, por supuesto, sabรญa poco de รฉl, mรกs allรก de que era el autor del gran libro sobre la Guerra Civil espaรฑola que habรญa salido siete aรฑos antes. El curso sobre la guerra que hice con รฉl produjo trabajos posteriores, como asistente de investigaciรณn y profesor temporal cuando estaba de sรกbatico. Y, de manera mรกs decisiva, fue lo que me abriรณ el camino a toda una vida de estudio de la Espaรฑa del siglo XX.
Nacido en Windsor el 21 de octubre de 1931, Hugh Thomas era el hijo รบnico de Hugh Whitelegge Thomas, un oficial britรกnico colonial en lo que entonces se llamaba Costa de Oro, la actual Ghana. Su tรญo sir Shenton Thomas habรญa sido el gobernador de Singapur que se rindiรณ ante los invasores japoneses en 1942. Hugh asistiรณ a Sherborne School antes de estudiar historia, con no mucha asiduidad, en el Queenโs College de Cambridge. Sin embargo, adquiriรณ prominencia como el bravucรณn presidente Tory de la Uniรณn. Cuando terminรณ, llevรณ una vida regada por el champรกn en Londres. Antes, hizo los exรกmenes para entrar en el Foreign Office y, mientras esperaba los resultados, se fue a Parรญs para mejorar su francรฉs. Iba alguna vez a conferencias en la Sorbona y leรญa libros franceses en la Biblioteca Nacional. En la รฉpoca, tambiรฉn trabajaba como asistente de investigaciรณn para Nancy Mitford, que vivรญa en Parรญs y estaba escribiendo una biografรญa de Madame de Pompadour. Se habรญan conocido en Cambridge en 1953. En primavera, se habรญa enterado de que no habรญa aprobado los exรกmenes pero Harold Nicholson, un amigo cercano de Nancy Mitford, le animรณ a intentarlo de nuevo, lo que hizo en una breve visita a Londres.
((Agradezco a Inigo Thomas que compartiera conmigo el relato que el propio Hugh hacรญa del periodo.
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Se puede encontrar alguna pista sobre su vida en Parรญs en una carta de Nancy a su madre, lady Redesdale: โMi joven amigo Hugh Thomas acaba de venir, bastante maltrecho tras una pelea con un alemรกn anoche.โ Un conocido de Parรญs, que aparece como agregado honorario en la embajada britรกnica, tambiรฉn pudo sugerir a Hugh que volviera a examinarse para hacer una carrera diplomรกtica. En agosto de 1954, Harold Nicholson le informรณ de que habรญa superado el examen del Foreign Office, pero solo tendrรญa un puesto de prueba. Una carta de Nancy a Hugh de noviembre de 1955, sobre el atractivo de los potenciales puestos diplomรกticos, confirma que ya habรญa empezado a trabajar en el Foreign Office. Sin duda, estaba trabajando ahรญ asuntos de desarme, gracias โse decรญaโ a la influencia de Nicholson.
((Nancy Mitford a Hugh Thomas, 11 de julio de 1954 y 18 de noviembre de 1955, a lady Redesdale, 11 de abril de 1955, Charlotte Mosley (ed.), Love from Nancy. The letters of Nancy Mitford (Londres, Hodder & Soughton, 1993), pp. 327, 340, 345.
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La base formal sobre la que lo estaba haciendo era una especie de misterio. Su nombre no aparece en la lista del Foreign Office y el Libro Diplomรกtico y Consular del Aรฑo, lo que implica que estaba en un aรฑo de prueba o simplemente vinculado por medio de una soluciรณn ad hoc.
Hugh dejรณ el Foreign Office en noviembre de 1956 en solidaridad con el ministro de asuntos exteriores, Anthony Nutting, que era una especie de mentor para รฉl. Hugh afirmaba que, como Nutting, lo hacรญa impulsado por la repugnancia que le producรญa el papel britรกnico en la crisis de Suez. Mรกs tarde escribiรณ un libro brillante con ocasiรณn del dรฉcimo aniversario de los acontecimientos que era, hasta cierto punto, un esfuerzo por aclarar sus opiniones en la รฉpoca y despuรฉs. Citaba โrecuerdos personalesโ como una de sus fuentes principales. En รฉl, describe a Churchill abandonando Downing Street por รบltima vez, el 5 de abril de 1955, para ir al Palacio de Buckingham y renunciar a los sรญmbolos de su cargo: โObservรฉ esta escena desde una ventana superior en Downing Street.โ Hay algunas ventanas en el Foreign Office que dan a Downing Street, asรญ que esto puede considerarse una confirmaciรณn adicional de su trabajo en la รฉpoca. Construido a partir de amplias lecturas y docenas de entrevistas con protagonistas, era un pequeรฑo tour de force producido en un momento en el que ya estaba embarcado en su gran historia de Cuba.
((Hugh Thomas, Suez (Nueva York, Harper & Row), pp. 7, 13, 141, 223.
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Segรบn su hijo, Hugh dejรณ el Foreign Office โno solo por las acciones de Eden sino porque รฉl mismo reconocรญa que no estaba preparado para la vida institucional. Siempre habรญa querido ser escritor, y el margen para serlo en el Foreign Office era limitadoโ. En el verano de 1956 habรญa logrado vender su novela sobre las futilidades de la vida diplomรกtica, The worldโs game, a Eyre & Spottiswoode.
((Inigo Thomas a Preston, 21, 25 de mayo de 2017.
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No mucho despuรฉs, la publicidad que se dio a ese choque con el Foreign Office lo convirtiรณ en una presa atractiva para el Partido Laborista. Se presentรณ, sin รฉxito, a las elecciones parlamentarias de 1957-1958 por Ruislip y Norwood. Su cambio de opiniรณn quedรณ establecido cuando editรณ The establishment en 1959. El ensayo introductorio era notable por su brillo estilรญstico y por la precisiรณn de sus crรญticas hacia una รฉlite polรญtica y social atrofiada. Denunciaba el establishment como el โmuseo institucional contemporรกneo de la pasada grandeza de Gran Bretaรฑaโ. Culpaba al sistema de colegios privados en el que se habรญa educado รฉl mismo: โEs en la infancia cuando se forman los hombres que ahora componen el establishment actual; y por tanto no estaremos libres de la forma de pensar del establishment, que permea todos los aspectos de la vida y de la sociedad, hasta que los colegios privados sean totalmente barridos, cueste lo que cueste para la paz temporal del paรญsโ.
((Hugh Thomas (ed.), The establishment: a symposium (Londres, Anthony Blond, 1959) pp. 14-12, 20.
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Sin embargo, el รฉxito del volumen colectivo no resolviรณ las cuestiones econรณmicas. Una breve temporada como profesor en el Royal Military College de Sandhurst no lo satisfizo. Siguiรณ probando como novelista pero The oxygen age (1958) no se vendiรณ bien. Sin embargo, una obra del aรฑo anterior que tampoco tuvo รฉxito, The worldโs game, resolviรณ el problema de manera inesperada. Dedicada a Nancy Mitford, quizรก cimentรณ una conexiรณn ya clave, la que tenรญa con su amigo Gladwyn Jebb, a quien Hugh habรญa conocido en la embajada de Parรญs. Y, lo que era mรกs importante, lo leyรณ el conocido editor James MacGibbon, que en esa รฉpoca trabajaba como agente literario para Curtis Brown. Lo que Hugh Thomas no sabรญa en la รฉpoca era que MacGibbon, miembro del Partido Laborista, habรญa sido un agente soviรฉtico cuya pertenencia anterior al Partido Comunista Britรกnico se habรญa inspirado en la lucha de la Repรบblica espaรฑola, aunque su reclutamiento por la Inteligencia Militar Soviรฉtica (Glavno Razvedupravlenie o gru) no se produjo hasta 1942.
((Correspondencia con Hamish MacGibbon y carta de Thomas a Hamish del 27 de febrero de 2010. Vรฉase tambiรฉn Boris Volodarsky, Stalinโs agent: The life and death of Alexander Orlov (Oxford, Oxford University Press, 2015), pp. 117-18, 493
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MacGibbon lo invitรณ a comer y le dijo que la escena de su novela donde el hรฉroe iba a combatir a Israel le habรญa recordado a los voluntarios de la Guerra Civil espaรฑola. Seรฑalando que era un buen momento para un estudio amplio de la guerra y que conocรญa a un editor estadounidense que estaba ansioso por encargarlo, instรณ a Hugh a que presentara una propuesta. Debidamente produjo una, y en Estados Unidos Harper le ofreciรณ un adelanto sustancioso. La sinopsis le dio otro anticipo considerable en Londres de Eyre y Spottiswoode, que publicaba sus novelas.
((Hugh Thomas, The Spanish civil war, anniversary edition (Londres, Folio Society, 2014), pp. XXXIII-XXXV.
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Esto fue un tanto sorprendente porque su editor ahรญ era Douglas Jerrold, el ferviente derechista y franquista que habรญa ofrecido adquirir cincuenta ametralladoras y quince millones de balas para los escuadrones de Falange y mรกs tarde contribuyรณ a organizar el vuelo de Franco desde las islas Canarias a Marruecos al principio de la guerra. Claramente, no esperaba que Hugh produjera una obra favorable a la Repรบblica.
((Douglas Jerrold, Georgian adventure (Londres, Right Book Club), pp. 367-74.
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Aunque en la รฉpoca no sabรญa espaรฑol, Thomas se puso a ello, leyendo vorazmente y entrevistando asiduamente a innumerables participantes de ambos bandos. De hecho, apareciรณ por primera vez su capacidad para el trabajo duro prolongado. Sus contactos incluรญan, en la izquierda, a los antiguos miembros del quasitrotskista poum, y por entonces ferozmente anticomunistas, Juliรกn Gorkin y Vรญctor Alba; al comunista Manuel Tagรผeรฑa; al ministro republicano de asuntos exteriores, el socialista Julio รlvarez del Vayo; al embajador republicano en Londres Pablo Azcรกrate; a anarquistas como la antigua ministra republicana de sanidad Federica Montseny y el extremista Josรฉ Garcรญa Pradas, que habรญa terminado la guerra como colaborador del coronel Segismundo Casado; al sacerdote vasco Alberto Onaindia y a los catalanes Josep Maria Tarradellas y Pere Gosch Gimpera. En la derecha, entre sus interlocutores estaban Josรฉ Marรญa Gil Robles, el cardenal รngel Herrera, el cuรฑado de Franco Ramรณn Serrano Sรบรฑer, Miguel Fal Conde y don Juan de Borbรณn. Se escribรญa con corresponsales bien informados como Herbert Matthews y Henry Buckley. En esa primera ediciรณn, agradeciรณ a Buckley que le permitiera โhurgar en su cerebro sin piedadโ.
((Hugh Thomas, The Spanish civil war (Londres, Eyre & Spottiswoode, 1961), p. XXI.
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Publicado en 1961, cuando se celebraba el vigรฉsimo quinto aniversario del estallido de la contienda, el libro de Hugh se estableciรณ rรกpidamente en el imaginario popular como el libro sobre la Guerra Civil. El excomunista Claude Cockburn lo describiรณ como โmagistralโ.
((Claude Cockburn, โInternational battlefieldโ, The Sunday Telegraph, 30 de abril de 1961.
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Hubo numerosas reseรฑas elogiosas de comentaristas liberales ingleses. Cyril Connolly, por ejemplo, que estuvo brevemente en Espaรฑa durante la guerra, escribiรณ en el Sunday Times: โCasi ningรบn aspecto de la Guerra Civil, por doloroso o impopular que sea, se le escapa en este libro esplรฉndidoโ. Michael Foot, del Partido Laborista, lo llamรณ en Tribune โun libro prodigiosoโ. Esas reseรฑas hicieron que el libro se aceptara ampliamente como un clรกsico y llegara a vender casi un millรณn de ejemplares por todo el mundo. No solo estaba escrito con un estilo muy vรญvido y ameno, sino que La Guerra Civil espaรฑola fue el primer intento por ofrecer una visiรณn general y objetiva de la lucha que todavรญa excitaba las pasiones de la derecha y la izquierda.
En The Guardian, el joven acadรฉmico izquierdista David Marquand subrayรณ la habilidad de Hugh Thomas para contar una historia atractiva. Calificรณ el volumen de โobra maestra de historia a la antigua usanza: historia como el relato elocuente de batallas, maniobras diplomรกticas, y las hazaรฑas y el carรกcter de grandes hombresโ. Continuaba: โEl seรฑor Thomas destaca, especialmente, en el retrato. Las llamativas personalidades que pueblan su fresco cobran vida, con una exuberancia casi excesiva. Pero la historia social y econรณmica pocas veces es algo mรกs que el fondo; y tenemos comparativamente poca idea de la agitaciรณn ciega y espasmรณdica de una sociedad que sufre.โ
((David Marquand, โLessons of the Spanish civil warโ, Guardian, 27 de abril de 1961.
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Las pocas voces discordantes llegaron de los extremos de la derecha y la izquierda y, de manera mรกs sorprendente, de especialistas en la guerra como Raymond Carr y, algunos aรฑos mรกs tarde, Herbert Southworth, el gran experto en el conflicto. En la รฉpoca Southworth estaba trabajando en su devastadora demoliciรณn de la mitologรญa de la cruzada franquista, El mito de la cruzada de Franco (Parรญs, 1963). En la derecha, Peter Kemp, que formaba parte del puรฑado de voluntarios britรกnicos que se pusieron del lado de Franco en la Guerra Civil espaรฑola, reconocรญa โun volumen de investigaciรณn realmente asombroso […] El resultado es segรบn cualquier criterio un libro extraordinario: un relato claro, ameno y cuidadosamente documentado de la Guerra Civilโ. Sin embargo, los prejuicios de Kemp eran visibles. Elogiaba a Hugh por sus esfuerzos โpara controlar su simpatรญa por la Repรบblicaโ, pero sostenรญa que no era โtotalmente capaz de ocultar su prejuicio contra los nacionalistas y, en particular, el general Francoโ.
((Peter Kemp, โSpain and the myth that survivesโ, Daily Telegraph, 27 de abril de 1961.
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De la izquierda llegaron crรญticas mucho mรกs virulentas. Entre las mรกs vehementes estรก la reseรฑa del libertario Vernon Richards, casado con la hija del anarquista italiano Camillo Berneri. Describiรณ la obra como โel libro mรกs cรญnico que he leรญdo sobre la Guerra Civilโ. Se centrรณ precisamente en las cualidades del libro que atraรญan a reseรฑistas como David Marquand, y alegaba que el volumen era daรฑino porque padecรญa un desequilibrio importante. En su opiniรณn, dedicaba mucho espacio a personalidades de polรญticos y generales a expensas de los grandes acontecimientos revolucionarios de la guerra: โel error de La Guerra Civil espaรฑola reside en el hecho de que estรก tan fascinado con las personalidades de polรญticos y militares, y tan impulsado por las consideraciones de estrategia militar y las intrigas de polรญtica internacional, que mรกs o menos pasa por alto los principales actores โlos trabajadores revolucionariosโ en una lucha que captรณ la atenciรณn del mundo durante casi tres aรฑosโ. Continuaba: โAparte del hecho de que el seรฑor Thomas, un exfuncionario, carece de la compasiรณn humana sin la cual es imposible empezar siquiera a entender al pueblo espaรฑol, no digamos escribir sobre sus acciones durante esos aรฑos cruciales, a este reseรฑista le da la impresiรณn de que le preocupan mรกs las tรฉcnicas de escritura que los problemas de escribir historia. Para รฉl los adjetivos son mรกs importantes que la precisiรณn factual […] Sus retratos son caricaturas desagradables, y los logros constructivos de la revoluciรณn se solventan con unos pocos pรกrrafos insignificantes desperdigados por el libro.โ
((Vernon Richards, Lessons of the Spanish revolution (Londres, Freedom Press, 1972), p. 22; โJuly 19, 1936: Republic or revolutionโ, Anarchy, vol 1., nรบm. 5, 1961, pp. 129-1936.
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Esas crรญticas de la derecha y la izquierda parecen un tributo implรญcito a la objetividad de la obra. Ciertamente el respetado pensador centrista Salvador de Madariaga hizo exactamente eso. Influido por las opiniones anticomunistas de su amigo Juliรกn Gorkin, Madariaga estaba en desacuerdo con algunas cuestiones de interpretaciรณn que investigaciones posteriores han resuelto en favor de Thomas. Sin embargo, su admiraciรณn era prรณdiga: โEstรก admirablemente documentado, y desde ese punto de vista revela no solo una diligencia prodigiosa y una sobresaliente capacidad para reunir y cotejar datos sino tambiรฉn una especie de imaginaciรณn apasionada que parece haber guiado al autor para buscar la fuente imprevista o el dato que faltaba. Ademรกs estรก escrito con una imparcialidad irreprochable.โ
((Salvador de Madariaga, โThe Spanish civil warโ, The Contemporary Review, 1 de junio de 1961, pp. 325-6.
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En cambio, un exiliado republicano y profesor de la American University de Washington, D. C., รngel Palerm, resumiรณ las reacciones de quienes buscaban una genuina objetividad cuando escribiรณ que โindiferencia y falta de amplitud, no objetividad e imparcialidad, son lo que encontramos en el libro de Thomasโ. Tambiรฉn detectรณ lo que llamaba โcierto desprecio frรญo, derivado de los prejuicios heredadosโ en el recurso dramรกtico a estereotipos al atribuir la falta de la falta de calma de Calvo Sotelo caracterรญstica de su lluviosa Galicia natal a su โsangre gitanaโ, o al repetir el rumor de que Dolores Ibรกrruri habรญa cortado el cuello de un sacerdote con sus propios dientes. Palerm escribiรณ que el libro โpermite que el extraรฑo vea la guerra en Espaรฑa de una manera muy parecida a como, con horrorizada fascinaciรณn, ve otras peculiaridades espaรฑolas como las corridas de toros o las procesiones de los penitentesโ y que, โpara mรญ, el libro de Thomas no es otra cosa que otro eslabรณn en la cadena de literatura โnegraโ sobre Espaรฑa, aรบn mรกs irritante cuando es hipรณcritamente compasivaโ.
((รngel Palerm, carta al director, The Americas, vol. 20, nรบm. 1, octubre de 1962, pp. 212-220. Los comentarios de Thomas, The Spanish civil war, pp. 6 y 8.
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Thomas contestรณ a Palerm en 1963, pero no hizo nada para corregir los pasajes en la ediciรณn revisada de 1965.
((Hugh Thomas, carta al director, The Americas, vol. 20, nรบm. 1, julio de 1963, pp. 89-92. Los comentarios sobre Calvo Sotelo y Dolores Ibรกrruri todavรญa pueden leerse en Hugh Thomas, The Spanish civil war, segunda ediciรณn (Harmondsworth, Penguin, 1965), pp. 27 y 29; The Spanish civil war, tercera ediciรณn (Londres, Hamish Hamilton, 1977), y en The Spanish civil war, cuarta ediciรณn (Londres, Penguin, 2003), pp. 7 y 9.
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La reseรฑa del historiador de Oxford Raymond Carr fue bastante frรญa. Describรญa el volumen como un โrelato equilibradoโ pero daba a entender que la predilecciรณn de Thomas por las anรฉcdotas divertidas restaba valor a la imagen general. โMi desacuerdo con Thomas es de proporciรณn y detalle. En un libro largo, la guerra en sรญ tiene poco espacio. La historia militar es la mรกs excitante de las disciplinas y se puede aprender poco a partir de mapas toscos y flechas gruesas. […] Quizรก Thomas desperdicia demasiado espacio en los detalles de las Brigadas Internacionales, aunque las haga fascinantes: el bastรณn baรฑado en oro de Nathan, la posiciรณn de Clive en el barco de Oxford estรกn muy bien pero no hay retratos de comparable intimidad dedicados a los oficiales espaรฑoles.โ
((Raymond Carr, โThe graveyard of idealsโ, The Observer, 30 de abril de 1961.
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Las relaciones entre los dos nunca fueron cรกlidas.
((Para un ejemplo, vรฉase Marรญa Jesรบs Gonzรกlez, Raymond Carr. The curiosity of the fox (Brighton, Sussex Academic Press/Caรฑada Blanch, 2013), pp. 308-9.
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Por sugerencia del historiador econรณmico Nicolรกs Sรกnchez Albornoz, Josรฉ Martรญnez Guerricabeitia, un anarquista espaรฑol en el exilio, aceptรณ encargar una traducciรณn del libro como el primer tรญtulo de la editorial que intentaban establecer en Parรญs, รditions Ruedo Ibรฉrico. La decisiรณn hizo que uno de los amigos de Josรฉ Martรญnez, el historiador marxista Manuel Tuรฑรณn de Lara, le escribiera una vehemente carta de protesta. El propio Martรญnez le habรญa dicho a Sรกnchez Albornoz que โsin leerlo sรฉ que no estarรฉ de acuerdo con sus interpretacionesโ. Cuando se publicรณ el libro, llevaba un prefacio editorial que afirmaba que โRuedo Ibรฉrico ni rechaza ni suscribe la aportaciรณn de Hugh Thomas a la historia contemporรกnea espaรฑola.โ
((Albert Forment, Josรฉ Martรญnez: la epopeya de Ruedo Ibรฉrico (Barcelona, Anagrama, 2000), pp. 188-9, 198-200.
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Aunque estaba prohibida en la Espaรฑa de Franco, la traducciรณn se convirtiรณ en un best-seller clandestino, enviado por varios mรฉtodos desde el correo convencional al contrabando de los maquinistas ferroviarios. Southworth, que contribuรญa a la financiaciรณn de Ruedo Ibรฉrico, escribiรณ a su amigo Jay Allen: โDe momento, hemos enviado ejemplares a las Canarias, ahรญ la aduana es laxa, y desde allรญ la entrada en la penรญnsula es fรกcil.โ Al parecer, el libro costaba el doble que en Francia y los sustanciosos beneficios iban a los contrabandistas.
((Southworth a Allen, 29 de enero de 1964, Southworth papers, Centro de Documentaciรณn del Bombardeo de Gernika, Gernika; Forment, Josรฉ Martรญnez, pp. 223-4.
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Los propagandistas del rรฉgimen nunca habรญan dejado de proclamar que la guerra habรญa sido una cruzada contra la barbarie comunista. Sin embargo, el impacto de obras extranjeras de Thomas y Southworth, que circulaban a pesar de los esfuerzos de la policรญa de fronteras, desacreditรณ por completo la lรญnea del rรฉgimen. En particular, la forma en que el libro de Thomas contaba la historia de la guerra con un estilo ameno y objetivo era un golpe devastador para los partidarios de lo que llamaban cruzada de Franco y por tanto fue rรกpidamente devorado por cualquiera que pudiera hacerse con un ejemplar. La primera ediciรณn de cinco mil ejemplares se vendiรณ rรกpidamente, pero una segunda ediciรณn mucho mรกs grande se enfrentรณ a controles fronterizos mรกs duros. Un ejemplo de los esfuerzos del rรฉgimen por reprimir el impacto del libro de Hugh fue el caso de Octavio Jordรก, un valenciano de 31 aรฑos de clase obrera arrestado en la frontera con Francia con dos maletas llenas de ejemplares de La Guerra Civil espaรฑola. En el juicio posterior, se le considerรณ culpable de โpropaganda ilegalโ y de โpropagar el comunismoโ y fue sentenciado a dos aรฑos de cรกrcel.
((Gonzรกlez, Raymond Carr, pp. 157, 409.
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Uno de los importadores del libro informรณ a Martรญnez de que dos distribuidores clandestinos habรญan sido encarcelados por contrabando.
((Forment, Josรฉ Martรญnez, p. 230.
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En respuesta a Thomas y Southworth, el entonces ministro de informaciรณn, Manuel Fraga, estableciรณ un centro oficial de estudios de la Guerra Civil para promover la historiografรญa de la cruzada. El libro tuvo tanto รฉxito que incluso al propio Franco se le pedรญa con frecuencia que comentara cosas que se decรญan en รฉl. Al principio, el Caudillo estaba bajo la impresiรณn de que Thomas era estadounidense y le dijo a su primo Francisco Franco Salgado-Araujo: โla mayorรญa de los que escriben en los Estados Unidos sobre asuntos de Espaรฑa no son rojos o izquierdistas, son unos despistadosโ. Salgado-Araujo escribiรณ que cuando le preguntaba a Franco cuestiones concretas sobre la versiรณn de Thomas, โen general, me contesta desmintiendo muchas afirmaciones de este escritorโ. Curiosamente, aunque aceptaba responsabilidades por el bombardeo de Barcelona, afirmaba que โlos diversos bombardeos de Barcelona se hicieron sobre las actividades del puerto, sin alcanzar a la poblaciรณnโ. Negando que hubiera ejecuciones masivas, aseveraba que โla mayorรญa de las sentencias de muerte firmadas por los consejos de guerra fueron conmutadas por mรญโ.
(( Francisco Franco Salgado-Araujo, Mis conversaciones privadas con Franco (Barcelona, Editorial Planeta, 1976), pp. 375-6, 484-5, 494, 504, 507.
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De manera inevitable, dados los esfuerzos del rรฉgimen por frustrar la distribuciรณn del libro, el director del Centro Ricardo de la Cierva escribiรณ una recensiรณn larga y contradictoria pero, en รบltimo tรฉrmino, hostil. Reconocรญa su habilidosa sรญntesis e importancia pero lo denunciaba como ingenuo, lleno de errores de detalle e interpretaciรณn, grotescamente sensacionalista y aun asรญ โun monstruo histรณricoโ. Porque la versiรณn de Hugh no era abiertamente franquista, De la Cierva aseguraba que el libro estaba escrito โdesde el lado republicanoโ. Esa opiniรณn derivaba en igual medida de su defectuosa comprensiรณn del inglรฉs y de su posiciรณn como propagandista de Franco. Por ejemplo, en el relato que hace de la batalla del Ebro, Hugh describe las dificultades republicanas y luego comenta que โlo peor estaba por llegarโ. Para De la Cierva, esas cuatro palabras son una muestra de partidismo republicano. Insinuaba que el problema se debรญa especialmente a la influencia de Herbert Southworth.
((Ricardo de la Cierva, Cien libros bรกsicos sobre la guerra de Espaรฑa (Madrid, Publicaciones espaรฑolas, 1966), pp. 121-36, โWorse was to followโ, The Spanish civil war, segunda ediciรณn, p. 703.
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Aรฑos despuรฉs, al reseรฑar la tercera ediciรณn, dijo que el libro de Thomas era โun vademecum para papanatasโ.
((Ricardo de la Cierva, โEl vademecum de los papanatasโ, Nueva Historia, febrero de 1977, p. 102.
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Para disgusto de De la Cierva, la notoriedad del libro de Thomas ocasionada por denuncias como esta producirรญa unas ventas colosales tras la muerte del dictador en 1975.
Southworth y Thomas tenรญan una relaciรณn cordial en los aรฑos sesenta. Tras la publicaciรณn de la primera ediciรณn, Southworth โme escribiรณ en 1962 diciรฉndome que le habรญa gustado mucho mi libro. Despuรฉs nos conocimos y mantuvimos una larga correspondenciaโ.
((Thomas a Preston, 8 de mayo de 1975.
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Como De la Cierva habรญa detectado rรกpidamente, Thomas habรญa pedido a Southworth que revisara las galeradas de la segunda ediciรณn de La Guerra Civil espaรฑola e hizo alteraciones en el texto en respuesta a algunos pero no todos los consejos de Southworth. Tambiรฉn fue dos veces a la casa de Southworth en Francia. Hugh intentรณ, sin รฉxito, encontrar un editor en inglรฉs para El mito de la cruzada de Franco de Southworth.
((Southworth a Allen, 18 de noviembre de 1964, papeles de Southworth. La ayuda de Southworth se reconoce en The Spanish civil war, segunda ediciรณn, p. 15.
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Sin embargo, se preparaba lentamente un choque. En correspondencia privada, Southworth comentaba: โThomas estรก bastante inseguro de sus conocimientos y estรก dispuesto a hacer cambios. Pero, cada vez que leo con atenciรณn una parte de su libro, algunos datos estรกn malโ.
((Southworth a Allen, 2 de enero de 1964, papeles de Southworth.
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Allen repetรญa las preocupaciones de Southworth comentando que encontraba a โThomas terriblemente confuso con respecto a muchas cosasโ.
((Allen a Southworth, 6 de enero de 1964, papeles de Southworth.
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Southworth escribรญa: โSe ha escrito muy poco de Galicia, por razones obvias, muy pocos combates reales, perdida en un rincรณn, etc. Thomas tiene casi una pรกgina, y toda mal. Una cosa curiosa: cada vez que leo con atenciรณn a Thomas, los datos estรกn mal, y por tanto tambiรฉn la interpretaciรณn. Dice que en Vigo y La Coruรฑa participaron barcos de guerra, cuando en realidad ningรบn buque de guerra participรณ en la lucha en ninguno de los puertos. Dice que hubo fuertes luchas callejeras en todas las ciudades de Galicia, lo que es falso porque la gente no tenรญa nada con lo que luchar. Dice que los mineros asturianos venรญan de minas de estaรฑo en la provincia de Lugo. Etc., etc. Lo que hizo Thomas fue pagar a alguien para que hiciera resรบmenes breves de algunos libros, el resultado es un poco como los datos de la revista Time, todo el mundo cambia una palabra y al finalโฆโ
((Southworth a Allen, 23 de enero de 1965, papeles de Southworth.
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En otros lugares, Southworth se quejaba de que, teniendo los datos sobre la Falange bien en la primera ediciรณn, Thomas habรญa cambiado por error el texto en la segunda para coincidir con el estudio de Stanley Payne.
((Southworth a Allen, 21 de diciembre de 1965, papeles de Southworth.
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Una de las cosas que al final conducirรญan a una polรฉmica pรบblica con Herbert Southworth era que Hugh permitiera que su inclinaciรณn a la prosa florida lo dominara. Serรญa una diferencia crucial entre los dos. Soutworth habรญa trabajado para la Repรบblica espaรฑola en Washington durante la guerra y habรญa pasado buena parte de su vida intentando establecer la verdad sobre el conflicto. Hugh no compartรญa su compromiso: James MacGibbon le habรญa sugerido que viera la Guerra Civil espaรฑola simplemente como un buen tema. A menudo se describรญa como โun historiador profesional que trabaja por libreโ. Le contรณ a un periodista espaรฑol, Jesรบs Pardo, que Douglas Jerrold habรญa dicho que su forma de escribir novelas sugerรญa que era en realidad un historiador y que le pagarรญa un adelanto y le permitirรญa escoger el tema. โElegรญ vuestra guerra civil pero podrรญa haberme decidido por la revoluciรณn turca.โ Esto sugiere que el encuentro con James MacGibbon era doblemente fortuito.
((Gonzรกlez, Raymond Carr, pp. 164-410.
))
Sin embargo, el fascinante estilo de La Guerra Civil espaรฑola, un estilo que constituirรญa su seรฑa de identidad, serรญa la causa de su disputa con Southworth. En la primera y segunda ediciones, con respecto al sitio republicano del santuario de Santa Marรญa de la Cabeza en Jaรฉn, escribiรณ: โLos defensores estaban rodeados por veinte mil republicanos, que parecรญa probable que fueran tan salvajes como los indios. Surgieron dudas y dificultades. Se reanundaron los ataques. La aviaciรณn y la artillerรญa guiaban el avance. El heroico Cortรฉs fue herido el 30 de abril, y el 1 de mayo las Brigadas Internacionales y la milicia de Jaรฉn irrumpieron en el santuario. Por un tiempo la matanza fue generalizada. El santuario se quemรณ. Las llamas se alzaron sobre la sierra.โ
((Thomas, ediciรณn de 1961, p. 423; ediciรณn de 1965, p. 537; ediciรณn de 1977, pp. 630-1; ediciรณn de 2003, pp. 612-13.
))
Herbert Southworth seรฑalรณ en su libro sobre Guernica que โsin embargo, en realidad, los vencidos fueron tratados con una generosidad rara en la Guerra Civil espaรฑola, y sin duda no se puede encontrar nada parecido en los relatos del trato de los nacionalistas a los prisioneros republicanos. […] En el libro de Thomas, este relato seguรญa al de Guernica, y el historiador inglรฉs sin duda atribuyรณ a los republicanos esta atrocidad para mantener un equilibrioโ.
((Herbert Rutledge Southworth, La destruction de Guernica. Journalisme, diplomatie, propagande et histoire (Parรญs, Ruedo Ibรฉrico, 1975), p. 342, nota 106.
))
En la tercera ediciรณn de Hugh, las referencias a los indios y la matanza generalizada se eliminaron pero no la frase colorida sobre las llamas alzรกndose sobre la sierra.
Cuando el libro de Southworth se publicรณ en Parรญs, yo era un profesor sustituto en la Universidad de Reading, que suplรญa a Hugh durante su aรฑo sabรกtico. Recuerdo bien su irritaciรณn, por no decir furia, ante la afirmaciรณn de Southworth de que habรญa dado un excesivo รฉnfasis dramรกtico al sitio de Santa Marรญa de la Cabeza a fin de crear una atrocidad para equilibrar el bombardeo de Guernica. Habรญamos acordado que yo reseรฑarรญa el libro cuando saliera en francรฉs y que รฉl esperarรญa a hacerlo a que apareciera en inglรฉs. Sin embargo, cuando vio lo que decรญa Southworth de รฉl en la primera ediciรณn francesa, decidiรณ reseรฑarlo. Tambiรฉn lo irritaba que Southworth hubiera seรฑalado que habรญa cambiado las cifras de las vรญctimas del bombardeo de Guernica sin dar ninguna fuente. Eso era, de hecho, cierto.
((Southworth, La destruction, p. 329. Carta de Hugh Thomas a mรญ, 8 de mayo de 1975.
))
En su primera ediciรณn, Thomas habรญa empleado la cifra de 1.654 muertos que daba el gobierno vasco, pero en la ediciรณn de 1965 se redujo drรกsticamente a un centenar.
((Thomas, ediciรณn de 1961, p. 419; ediciรณn de 1965, p. 537. En la ediciรณn de 1977, habรญa corregido esto a โmurieron unas mil personasโ, nota 2. En la cuarta ediciรณn de 2003, p. 607, se habรญa convertido en: โMuriรณ mucha gente, quizรก hasta llegar a las mil personas, aunque los acontecimientos posteriores hacen imposible saber cuรกntas con exactitud.โ
))
En The Times Literary Supplement, Thomas escribiรณ una reseรฑa interesante del libro de Southworth, que, aunque era generosa, se mostraba bastante quisquillosa con respecto a la ediciรณn francesa de la obra.
((Hugh Thomas, โHeinkels over Guernicaโ, Times Literary Supplement, 11 de abril de 1975.
))
Se inclinaba por mostrar mรกs respeto hacia propagandistas de Franco, como su amigo Douglas Jerrold, Arnold Lunn o Luis Bolรญn, que el que Southworth u otros estudiosos prorrepublicanos habrรญan manifestado. En el texto se percibรญa su irritaciรณn por las crรญticas de Southworth. Habรญa escrito: โParte del barro que lanza Southworth alcanza a casi todo el que ha escrito sobre la Espaรฑa moderna. La amistad no se ha interpuesto en la investigaciรณn. A mรญ, por ejemplo, se me describe como caprichoso por mis cambios en el cรกlculo de los que murieron en Guernica.โ
((La reseรฑa original apareciรณ en el Times Literary Supplement el 11 de abril de 1975 y la correspondencia posterior el 13 y el 20 de junio de 1975.
))
Esto se referรญa a la pregunta retรณrica de Southworth de โpour quelle raison capricieuseโ Thomas habรญa reducido su cรกlculo de las vรญctimas a solo cien.
((Herbert R. Southworth, Conspiracy and the Spanish civil war. The brainwashing of Francisco Franco (Londres, Routledge-Caรฑada Blanch Studies, 2002), pp. 54-7. El comentario ofensivo de Southworth, La destruction, p. 464 y Herbert Rutledge Southworth, La destruction de Guernica. Journalisme, diplomatie, propagande et histoire (Parรญs, Ruedo Ibรฉrico, 1977), p. 475.
))
En la ediciรณn espaรฑola de mediados de 1977, esto se presentaba como: โPero ยฟpor quรฉ capricho, cuando revisรณ su libro en 1965, desmintiรณ esas cifras y escribiรณ en una nota a pie de pรกginaโ, y en la ediciรณn inglesa como โBut for some whimisical reason, when he revised his book in 1965, he reneged on these figures [las 1.654 vรญctimas mortales que daba el gobierno vasco] and wrote in a footnote that it was impossible to establish the number of persons killed: โEstimates vary from 1.600 to 100. The lower estimate is likely.โโ
((Southworth, La destruction, p. 464 y Herbert Rutledge Southworth, La destruction de Guernica. Journalisme, diplomatie, propagande et histoire (Parรญs, Ruedo Ibรฉrico, 1977), p. 475.
))
Hugh tenรญa razรณn al decir que nunca sabremos con exactitud el nรบmero de vรญctimas a causa del caos y del hecho de que los rebeldes habรญan capturado la ciudad antes de que se retirasen los escombros, pero se equivocaba al sugerir que podrรญa ser tan baja como un centenar. De hecho, las investigaciones mรกs recientes sugieren que la verdad se encuentra cerca o incluso por encima de las cifras calculadas en ese momento por el gobierno vasco, 1.654 muertos y 889 heridos.
((Xabier Irujo, El Guernica de Richthofen. Un ensayo de bombardeo de terror (Guernica-Lumo, Guernicako Bakearon Museoa Fundazioa, 2012), pp. 257-301.
))
A Southworth le molestaba que Hugh empezara su reseรฑa asรญ: โUn dรญa de mediados de la dรฉcada de los treinta, un texano autodidacta, Herbert Southworth, llegรณ a Washington y consiguรณ un trabajo en la Biblioteca del Congreso. Por la noche, estudiaba y se hizo socialista.โ En realidad, cuando llegรณ a Washington, Southworth ya tenรญa un tรญtulo de la Universidad de Arizona y un mรกster de Columbia. Cuando se publicรณ la reseรฑa, tenรญa un doctorado por la Sorbona. Ademรกs, el libro tenรญa un prefacio que elogiaba su metodologรญa, escrito por el gran historiador francรฉs Pierre Vilar, de la Escuela de los Annales. Southworth creรญa, como otros que leyeron la reseรฑa, que Thomas presentaba la imagen de un amateur excรฉntrico y obsesivo y que lo hacรญa para restarle seriedad. Esta impresiรณn se basaba en un pasaje de la reseรฑa sobre los partidarios britรกnicos de Franco: โEsos caballeros cristianos, sin embargo, se habรญan visto fundamentalmente afectados por la terrible atmรณsfera de aquelarre que caracterizaba la Espaรฑa nacionalista esos dรญas. Entender esta atmรณsfera requiere un espรญritu mรกs ecuรกnime que el de Southworth, que ve a sus vรญctimas con la misma generosidad con que el Conde de Montecristo veรญa a sus enemigos. ยฟEl origen de la traiciรณn de Danglar debรญa buscarse en la cantidad de chicas embarazadas en la Rue du Chat Qui Pisse en la era napoleรณnica? Edmond Dantรจs habrรญa despreciado esas pedanterรญas, como Herbert Southworth, el conde de Anticristo, intenta echar a un lado a los historiadores escรฉpticos de la siguiente generaciรณn. Con Dantรจs, como con Southworth, hay que tomar partido.โ Con respecto a la observaciรณn de Thomas sobre el barro, Southworth contestรณ en el Times Literary Supplement que se veรญa โcomo alguien que ha dedicado muchos aรฑos a rascar el barro que se ha arrojado sobre la Repรบblica espaรฑolaโ. En cuanto a que lo llamaran โel conde de Anticristoโ, Southworth escribiรณ que โme han llamado cosas peores, y si este es el precio que debo pagar por denunciar la bancarrota moral y la mediocridad intelectual de los textos sobre Guernica escritos por los portavoces catรณlico-romanos, acepto la denominaciรณnโ.
((TLS, 13 de junio, 1975.
))
Thomas se puso furioso al leer la respuesta de Southworth. Tanto en cรญrculos intelectuales como sociales, podรญa ser encantador pero tambiรฉn bastante susceptible. No encajaba fรกcilmente las crรญticas o, de hecho, en absoluto, como muestra el conflicto en el tls. Le pedรญ que considerase que contestar en ese tono solo ayudarรญa a Ricardo de la Cierva y otros franquistas que los consideraban โel enemigoโ y los atacaban constantemente. Su respuesta fue relativamente contenida. Reafirmรณ su opiniรณn sobre las vรญctimas en Guernica y el asedio de Santa Marรญa de la Cabeza. Terminรณ irรณnicamente, diciendo: โLamento haber descrito a Southworth como autodidacta si lo considera un insulto. Yo lo consideraba un cumplido.โ
((Preston a Thomas, 13 de mayo de 1975; TLS, 20 de junio de 1975.
))
Southworth volverรญa en su obra final a lo que seguรญa considerando la equidistancia de Hugh Thomas. El libro era un estudio de la falsificaciรณn que los derechistas habรญan realizado de cuatro โdocumentos secretosโ que, a fin de justificar la posterior conspiraciรณn militar, parecรญan โdemostrar que el Partido Comunista espaรฑol, conjurado con socialistas e incluso anarquistas espaรฑoles, asรญ como comunistas y socialistas extranjeros y lรญderes del Comintern, conspiraba, en vรญsperas de la revuelta militar de julio de 1936, para tomar el control โa travรฉs de un levantamiento armadoโ del gobierno espaรฑol, que ya se encontraba en manos del Frente Popularโ. Torpemente fabricados, los documentos fueron enviados al Foreign Office de Londres pero no se consideraron autรฉnticos.
((Southworth, Conspiracy and the Spanish civil war, pp. 1-5.
))
En su libro, Southworth recordaba que, en su primera ediciรณn, Thomas habรญa parecido creer que los documentos eran genuinos. Hugh habรญa escrito: โHe llegado a la conclusiรณn de que tres documentos de los que se dice que se han encontrado en cuatro lugares distintos despuรฉs del comienzo de la Guerra Civil, y que muestran planes para un golpe de Estado socialista-comunista a travรฉs de un alzamiento simulado de la derecha, no son falsificacionesโ. Thomas decรญa mรกs adelante que, si eran falsificaciones, eran โfalsificaciones inteligentesโ y, al juzgar que los โdocumentosโ eran โgenuinosโ, concluรญa รกsperamente que eran planes republicanos y no โproducto de los militares rebeldesโ. Asรญ, interpretaba los documentos como โsueรฑos mรกs que planes, o mรกs bien planes para circunstancias hipotรฉticas que quizรก nunca ocurrieranโ.
((Thomas, The Spanish civil war, ediciรณn de 1961, p. 108; Southworth, Conspiracy and the Spanish civil war, pp. 51-3.
))
Como resultado de una correspondencia con Southworth, en la segunda ediciรณn, Hugh los describiรณ como falsificaciones y escribiรณ: โEstoy particularmente agradecido al seรฑor H. R. Southworth por ayudarme a ver la luz.โ
((Ediciรณn de 1965, p. 150, nota 2.
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Trajeran lo que trajesen las futuras polรฉmicas, el รฉxito de este libro permitiรณ a Hugh, ahora financieramente mรกs seguro, casarse en 1962 con la hermosa Honorable Vanessa Jebb, hija de lord Gladwyn Jebb. Tuvieron tres hijos: Inigo, Isambard e Isabella. Vanessa, una influencia serena en su a veces irascible marido, era la joya del brillante cรญrculo social que se reunรญa en su casa en Ladbroke Grove. En 1966, Hugh se convirtiรณ en profesor de historia en la Universidad de Reading. Era un docente absolutamente entretenido y popular: lo vi por primera vez como estudiante del mรกster y unos aรฑos despuรฉs como compaรฑero de trabajo. Nunca se sintiรณ cรณmodo con las arteras exigencias administrativas de la vida acadรฉmica y lo sustituรญ en 1974-75 cuando se tomรณ un aรฑo sabรกtico para concentrarse en la escritura, en este caso una historia del mundo. Un aรฑo despuรฉs de su regreso a la universidad, Hugh abandonรณ la cรกtedra. Antes, yo habรญa sido asistente de investigaciรณn en la tercera ediciรณn de La Guerra Civil espaรฑola. La buena suerte que tuve al trabajar con รฉl significaba que a menudo me invitaban a su casa y allรญ conocรญ a gente enormemente interesante. Gracias a eso, conocรญ y me hice amigo del gran escritor cubano Guillermo Cabrera Infante y establecรญ contacto con el cuรฑado de Franco, Ramรณn Serrano Sรบรฑer, lo que abriรณ la puerta a muchas entrevistas posteriores con รฉl cuando trabajaba en mi biografรญa del Caudillo.
Ya antes de ir a Reading, Hugh habรญa empezado a investigar para su gigantesca historia de Cuba.
((Hugh Thomas, Cuba or the pursuit of freedom (Londres, Eyre & Spottiswoode, 1971).
))
Con casi 1.700 pรกginas, no fue un รฉxito comercial. Su largo estudio temprano de la historia de la isla, que comenzaba con la ocupaciรณn britรกnica de La Habana, resultรณ รกrido para muchos lectores. Solo cuando llegaba a la revoluciรณn de Castro alcanzaba el ritmo confiado del libro sobre Espaรฑa, lleno de anรฉcdotas y comentarios breves e iluminadores. Despuรฉs de su trabajo sobre Cuba, el presidente venezolano Rรณmulo Betancourt le encargรณ que hiciera algo similar sobre Venezuela, pero nunca llegรณ a empezarlo del todo. Ademรกs, se sentรญa limitado tras dedicar, como decรญa, โsiete aรฑos al estudio de un breve periodo en la historia de una pequeรฑa sociedad y es, por tanto, natural que quiera escribir algo de una escala mรกs generosaโ.
((En la propuesta original.
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El resultado fue La historia inacabada del mundo, publicado en 1979. Su tono reflejaba que Hugh se habรญa desplazado a la derecha. Tom Nairn comparรณ el libro con La decadencia de Occidente de Oswald Spengler. Escribiรณ: โComo con Spengler, la historia de la especie se conjura e interroga con solemnidad, a la espera de fabricar una base moral para el conservadurismo. Fantasรญas perniciosas como el socialismo se rastrean y critican. Aunque la decadencia es avanzada, todavรญa quedan fuerzas sanas y tradicionales โmisericordiosamente prominentes en el paรญs del escritorโ que se pueden aglutinar y nutrir con forraje intelectual.โ El mensaje central de la necesidad de โresucitar Occidenteโ se perdรญa en la cornucopia de anรฉcdotas fascinantes pero a menudo no relacionadas.
((Hugh Thomas, An unfinished history of the world (Londres, Hamish Hamilton, 1979); Tom Nairn, โMrs Thatcherโs Spenglerโ, London Review of Books, 24 de enero de 1980.
))
El cambio en la posiciรณn polรญtica de Hugh siguiรณ a una experiencia desdichada en el Partido Laborista. A peticiรณn de su amigo Roy Jenkins, tuvo otro intento fracasado de obtener un escaรฑo laborista, en North Kensington, pero no fue elegido como candidato despuรฉs de que lo debilitaran miembros de la tendencia militante del comitรฉ de selecciรณn. Por tanto, si no en consecuencia, declarรณ pรบblicamente su abandono del Partido Laborista y su adhesiรณn a la economรญa de libre mercado que favorecรญa Thatcher. La bomba venรญa en un artรญculo publicado en el Daily Mail. Bajo el titular โPor quรฉ he cambiado de bandoโ, denunciaba el โmar gris del socialismo de Estadoโ y elogiaba โlas aguas mรกs turbulentas pero brillantes de la libre empresaโ. El artรญculo tal como saliรณ publicado seรฑalaba: โLos conservadores parecen ser ante todo el partido del privilegio.โ En una carta al editor, escribiรณ: โPor supuesto, deberรญa haber dicho: โLos conservadores parecen haber dejado de ser ante todo el partido del privilegio.โ
((Daily Mail, 23, 26 de noviembre de 1976.
))
La omisiรณn podrรญa haber sido obra de un cajista o corrector de izquierda.
Se convirtiรณ en uno de los consejeros oficiosos y en director de su think-tank, el Centre for Policy Studies, sucediendo a Keith Joseph. En lรญnea con su nueva vocaciรณn polรญtica, cuando La historia inacabada del mundo recibiรณ un premio literario del Arts Council en abril de 1980, se negรณ a recoger el cheque. Dijo que su gestor bancario estarรญa horrorizado, e hizo el gesto argumentando que los capรญtulos finales del libro sostenรญan que โla intervenciรณn del Estado [conduce] a la decadencia de la civilizaciรณn y el colapso de las sociedadesโ. En History, capitalism and freedom, un panfleto publicado con un prefacio de Thatcher, defendรญa que el declive de Gran Bretaรฑa era consecuencia del crecimiento del Estado. En el Center for Policy Studies, intentรณ ayudar a Keith Joseph, ministro de educaciรณn, a reestablecer una idea de las glorias de la historia inglesa que ambos creรญan que habรญan oscurecido las obras de Eric Hobsbawm, E. P. Thompson y otros. Era un proyecto que contradecรญa sus obras sobre Espaรฑa y Cuba y produjo acusaciones de que un historiador de primera clase intentaba convertir un tema acerca del cual nunca habรญa trabajado en โadoctrinamiento hueco y pseudopatriรณticoโ.
((Edward Countryman, carta al director, The Guardian, 25 de junio, 1983.
))
En su panfleto de 1983, Our place in the world, atribuรญa el declive de Gran Bretaรฑa a la โtransformaciรณn de la vieja Inglaterra del individualismo y el laissez-faire en una Inglaterra organizada desde arribaโ.
((Hugh Thomas, Our place in the world (Londres, Conservative Political Centre, 1983), p. 8.
))
Poco tiempo despuรฉs de unirse al Partido Conservador, estaba escribiendo notas para los discursos de Thatcher.
((Thomas, notas, โThe renewal of Britainโ, 25 de junio de 1979, Thatcher mss (Churchill Archive Centre): THCR 5/1/4/3/2.
))
La cercanรญa de su relaciรณn con ella se revela en una nota manuscrita de la lรญder Tory al presidente del Partido Conservador Peter Thorneycroft sobre los nombramientos en la organizaciรณn del partido: โPrimero debemos consultar al profesor Hugh Thomas.โ
((14 de mayo de 1979, Thatcher mss (Churchill Archive Centre): THCR 2/6/2/38.
))
En uno de sus borradores, ella escribiรณ: โexcelente, y tiene la habitual perspectiva de Hugh que es tan refrescanteโ.
Era un invitado frecuente a almorzar en Downing Street y Chequers. Tambiรฉn escribiรณ informes sobre Gibraltar.
((Thomas, Gibraltar, 12 de diciembre, 1979, TNA PREM 19/769fl29.
))
De hecho, el trabajo del Centre for Policy Studies, โpor la causaโ, como escribiรณ en informe dirigido a ella, fue considerable.
((Thomas, informe, 3 de julio de 1980, Thatcher mss (Churchill Archive Centre): THCR 2/11/3/ parte 1 f101.
))
Por sus esfuerzos en nombre de Thatcher, fue recompensado al ser nombrado lord Thomas de Swynnerton y habรญa rumores de que serรญa enviado a Madrid como embajador para sustituir a sir Richard Parsons, aunque las deficiencias de su espaรฑol podrรญan haber complicado el trabajo.
((The Observer, 6 de noviembre de 1983.
))
Durante la guerra de las Malvinas, Hugh aconsejรณ a Thatcher y pudo hacerlo de manera eficaz por su relaciรณn con el presidente del consejo de ministros de Perรบ, Manuel Ulloa, que intentaba facilitar la paz entre Londres y Buenos Aires. Escribiรณ largos memorandos para ella a mediados de abril de 1982.
((Minutas de Thomas, 15 de abril de 1982, THCR 1/13/26 f32; 16 de abril, 1982, THCR 1/13/ 26 f31.
))
Y de nuevo el 5, 6, 7, 11, 13 (dos veces) de mayo y el 17 de mayo.
((Thomas a Thatcher, โA future settlement in the Falklands crisisโ, 5 de mayo de 1982, TNA, PREM 19/624/f23; minutas a Thatcher, 6 de mayo de 1982, THCR 1/13/26 f22; 7 de mayo de 1982, THCR 1/13/26 f10; 11 de mayo 1982, THCR 1/13/26 f87; 13 de mayo 1982, THCR 1/13/26 f9 y THCR 1/13/26 f10; 17 mayo 1982, TNA PREM 19/648 f150. The Guardian, 21 de agosto, 1983.
))
Cuando las fuerzas britรกnicas en el Atlรกntico sur vencieron, le enviรณ una carta obsequiosa (algunos dirรญan aduladora). En ella, escribรญa: โMe parece que con esta derrota de los argentinos usted ha dado la vuelta al derrotismo, el negativismo y el espรญritu de retirada en nuestro paรญs.โ Mรกs adelante la comparaba con sir Francis Drake y el almirante Nelson.
((Thomas a Thatcher, 16 de junio de 1982, THCR, 1/13/27 f174.
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Durante su tiempo, extremadamente atareado, en el Centre for Policy Studies, tambiรฉn trabajaba en un libro voluminoso sobre los primeros aรฑos de la Guerra Frรญa. En realidad, por intensas que fueran sus actividades polรญticas, nunca relajรณ su asombrosa producciรณn. The armed truce era una obra brillante y extremadamente amena de casi mil pรกginas. Con una mirada amplia y llena de anรฉcdotas centelleantes, fue aclamada por crรญticos de derecha e izquierda y por participantes como Zbigniew Brzezinski. En su prefacio, Hugh anunciรณ que serรญa el primero de varios volรบmenes sobre la Guerra Frรญa.
((Hugh Thomas, Armed truce. The beginnings of the Cold War (Londres, Hamish Hamilton, 1986), pp. 17-19.
))
Sin embargo, nunca salieron porque รฉl, o quizรก su editor, buscaban un asunto mรกs emocionante.
Tras la derrota de Thatcher en 1990, su prominencia en el Partido Tory disminuyรณ y se vio cada vez mรกs decepcionado por lo que consideraba un creciente euroescepticismo. Finalmente, en busca de un mayor protagonismo pรบblico, el 17 de noviembre de 1997 atravesรณ la Cรกmara de los Lores y se sumรณ a los liberal demรณcratas. Anunciรณ: โHe dimitido como whip conservador en la Cรกmara de los Lores porque tras la elecciรณn del pasado 1 de mayo, sus actitudes hacia la Uniรณn Europea tal como estรก constituida, y como es probable que evolucione, se han vuelto cada vez mรกs crรญticas y escรฉpticas.โ
((Nota de prensa del Partido Liberal-Demรณcrata, 17 de noviembre de 1997; Anthony Bevins โEurophile defects from Tories to Lib-Demsโ, The Independent, 18 de noviembre de 1997; The Times, 18 de noviembre de 1997.
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Hugh hablaba con frecuencia en la Cรกmara de los Lores con un tono que sugerรญa que, aunque hubiera abandonado el Partido Conservador, no habรญa dejado atrรกs sus opiniones conservadoras. El 9 de junio de 1990, declarรณ: โTambiรฉn visitarรฉ Chile por primera vez desde que lo visitรฉ durante el lamentable rรฉgimen del presidente Allende. Cuando estuve allรญ en 1970, me parecรญa que el paรญs estaba al borde de la guerra civil con una antigua democracia, como el noble vizconde la describรญa, subvertida por un gobierno de un frente popular muy comparable a lo que existรญa en Europa oriental justo despuรฉs de 1945; en otras palabras, una especie de anticipo de los gobiernos comunistas de Europa oriental. Por supuesto, el golpe de Estado de 1973, como todos sabemos bien, tenรญa un lado oscuro. Sin embargo, el recuerdo de eso no deberรญa cegarnos ante el hecho de que el cambio con respecto al rรฉgimen de Allende fue un beneficio para Chile, el continente y quizรก el mundo.โ
((9 de junio de 1999, Hansard, House of Lords Debates.
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Libre por fin de la polรญtica de partidos que nunca lo habรญa satisfecho por completo, habรญa vuelto a su oficio real y empezรณ a escribir una serie de obras llamativas sobre la Espaรฑa imperial. El impulso narrativo de La Guerra Civil espaรฑola y The armed truce fue incorporado en primer lugar a su extensa historia de la conquista espaรฑola de Mรฉxico. Era fรกcil ver que le podรญan atraer la audacia de Hernรกn Cortรฉs y su banda temeraria, y casi en la misma medida el papel de Moctezuma y los aztecas. El libro, que habรญa empezado cuando seguรญa en el Centre for Policy Studies, fue otra prueba de su energรญa y capacidad de trabajo, asรญ como de los esfuerzos de sus asistentes de investigaciรณn. La reseรฑa de John Elliott elogiaba la diligencia y el estilo de Hugh: โHa realizado una enorme cantidad de trabajo, no solo atrapando en su hรกbil red la vasta literatura secundaria publicada en el siglo y medio que ha pasado desde Prescott, sino tambiรฉn descubriendo nueva documentaciรณn de los archivos de Sevilla.โ Geoffrey Parker subrayaba la habilidad con la que Hugh desenmaraรฑaba la complejidad de las negociaciones de Cortรฉs con los enemigos de los aztecas y emocionaba a sus lectores con escabrosos relatos de la brutalidad de la lucha en Tenochtitlรกn. En cambio, Frank McLynn reconocรญa la โpoderosa erudiciรณnโ del libro, pero sentรญa repulsiรณn por su falta de simpatรญa hacia los aztecas y por lo que llamaba โcortesmanรญaโ, hecha posible por el sistemรกtico blanqueo de las atrocidades cometidas por los espaรฑoles.
((Hugh Thomas, The conquest of Mexico (Londres, Hutchinson, 1993); J. H. Elliott, โDecoding the Caesar of Mexicoโ, The Times, 28 de octubre de 1993; Geoffrey Parker, The Spectator, 5 de marzo de 1994; Frank McLynn, โEpic thuggeryโ, New Statesman, 12 de noviembre de 1993.
))
Su paso de los conservadores a los liberal demรณcratas habรญa coincidido con la publicaciรณn de una obra de novecientas pรกginas sobre el trรกfico de esclavos, un relato osado. Felipe Fernรกndez Armesto situaba el volumen firmemente en la larga lรญnea de logros de Thomas: โningรบn historiador vivo tiene una carrera similar en una forma particular y vital de estudio: domina enormes cantidades de datos y los reorganiza en libros de integridad acadรฉmica y atractivo universal. La trata de esclavos es uno de los mรกs poderosos hasta ahoraโ. El cautivador relato no solo cubrรญa el grado en que la riqueza generada por la trata de esclavos transformaba ciudades como Liverpool, Manchester, Bristol, Londres y Glasgow sino tambiรฉn la complicidad de los jefes tribales africanos y los mercaderes รกrabes en el trรกfico. Lo impulsaban fascinantes relatos de esos esclavistas, asรญ como tambiรฉn piratas y con menor frecuencia abolicionistas idealistas.
((Hugh Thomas, The slave trade: The history of the atlantic slave trade 1440-1870 (Londres, Picador, 1997). Felipe Fernรกndez Armesto, โOf human bondageโ, The Sunday Times, 23 de noviembre de 1997; Ronald Segal, โIrons in the fireโ, The Observer, 23 de noviembre de 1997; Fred DโAguiar, โThe black manโs burdenโ, The Guardian, 27 de noviembre de 1997; Leslie Mitchell, โAll guilty, some more than othersโ, The Spectator, 29 de noviembre de 1997.
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Al libro lo siguiรณ lo que fue su logro supremo, una trilogรญa sobre el Imperio espaรฑol que componรญan El imperio espaรฑol (2003), El imperio espaรฑol de Carlos V (2010) y El seรฑor del mundo: Felipe II y su imperio (2014). Tremendamente ameno, el primero era un relato a gran escala de los triunfos que siguieron al gran viaje de Colรณn. Al contar el genocidio cometido por los espaรฑoles en las primeras tres dรฉcadas del imperio, revelaba mรกs simpatรญa por los imperialistas espaรฑoles que por las poblaciones nativas conquistadas. Sin embargo, Paul Kennedy hizo una observaciรณn similar a la que habรญa hecho Fernรกndez Armesto una dรฉcada antes: โUn libro del tamaรฑo de El imperio espaรฑol serรญa una obra asombrosa en cualquier autor, pero su publicaciรณn simplemente afirma la posiciรณn de Thomas como uno de los historiadores mรกs productivos y de mayor amplitud de los tiempos modernos.โ
((Hugh THCRTHCRThomas, Rivers of gold: The rise of the Spanish empire (Londres, Weindenfeld & Nicholson, 2003). Frank McLynn, โConquistadors, saints and psycopathsโ, The Independent, 9 de febrero de 2004; Paul Kennedy, โConquerors and missionariesโ, New York Times, 25 de julio de 2004; Jonathan Keates, โTarnished heroes, but still heroesโ, The Spectator, 6 de diciembre de 2003.
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En Espaรฑa, sin embargo, se atribuyeron errores factuales a la rapidez de su gestaciรณn.
((Juan Eloy Gelabert, โEspaรฑa antes de tiempoโ, Revista de Libros, nรบm. 87, marzo de 2004.
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El segundo volumen relataba con la habitual energรญa de Hugh los siguientes treinta aรฑos, la creaciรณn del imperio de Carlos V. De manera poco sorprendente, se deleitaba en la carnicerรญa que acompaรฑรณ la conquista del Perรบ de Francisco Pizarro. El รฉnfasis caracterรญstico en grandes personalidades, crueles e implacables, estaba en el centro de otra enormemente amena y รฉpica, donde la brutalidad de Pizarro igualaba la de Cortรฉs.
((Hugh Thomas, The golden age: The Spanish empire of Charles V (Londres, Allen Lane, 2011); Ben Wilson, โWhen the Spanish made off with the gold and the llamasโ, The Daily Telegraph, 19 de febrero de 2011; J. H. Elliott, โThe reign of Spainโ, The Guardian, 15 de enero de 2011.
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El volumen final no estuvo a la altura de los primeros dos. Era mรกs breve y condensado, aunque tambiรฉn estaba espolvoreado de anรฉcdotas cotillas que aseguraban su amenidad. En formato, se acercaba mรกs a ensayos sobre distintos aspectos de los esfuerzos de Felipe II por mantener en marcha su complejo imperio. Quizรก, a medida que avanzaba en su octava dรฉcada, Hugh se cansaba. El gusto por la barbarie permaneciรณ, asรญ como su entusiasta admiraciรณn por los logros de los espaรฑoles. En una reseรฑa caracterรญsticamente divertida, Malcolm Deas comentaba: โAma intensamente a un conquistador.โ De hecho, en 2001, Hugh habรญa publicado en Espaรฑa un โQuiรฉn es quiรฉnโ de los conquistadores.
((Hugh Thomas, Quiรฉn es quiรฉn de los conquistadores (Barcelona, Salvat, 2001).
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Deas continuaba: โTambiรฉn es parcial hacia los nobles, y hay muchos virreyes, arzobispos, obispos y otras eminencias, juzgados con brevedad y confianza.โ En un tono similar, Ben MacIntyre seรฑalรณ: โescribe casi como si รฉl fuera un cortesano que transmite los cotilleos, problemas y genealogรญa de los grandes hombres que configuraron y dirigรญan el imperio de Felipeโ.
((Hugh Thomas, World without end: The global empire of Philip II (Londres, Allen Lane, 2014); Dominic Sandbrook, โEpic of empireโ, The Sunday Times, 27 de julio de 2014; Malcolm Deas, The Spectator, 19 de julio de 2014; Ben Macintyre, โThe Spanish plan to take Chinaโ, The Times, 19 de julio de 2014.
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Tras sufrir un accidente cerebrovascular, Hugh Thomas muriรณ el 7 de mayo de 2017 y dejรณ varios proyectos inacabados, entre los que se encontraba una autobiografรญa. Se iba a basar en su enorme archivo personal, para el que parecรญa conservar cada trozo de papel en el que habรญa escrito, ademรกs de recortes de periรณdico, diarios y miles de cartas. Siempre tuvo mala salud: padecรญa problemas de corazรณn y riรฑones. Pese a una preocupaciรณn obsesiva con la salud, se esforzรณ mucho en mantener en secreto sus dificultades.
((Inigo Thomas, โOn Ladbroke Groveโ, London Review of Books, 15 de junio de 2017.
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Era un autor de historia popular al viejo estilo y en la mayor escala, que siempre partรญa de una considerable labor de investigaciรณn. La medida de su energรญa y ambiciรณn era su capacidad de combinar la incesante producciรณn de libros enormes con otros proyectos. Cuando hablรฉ con รฉl por รบltima vez, un par de semanas antes de su muerte, criticaba severamente el Brexit, fiel hasta el final a sus opiniones europeรญstas. ~