Libros de texto: más allá de la controversia

Sin respetar las disposiciones de la propia SEP y tras un proceso opaco, los nuevos libros de texto han llegado ya a muchas escuelas del país. Los expertos consultados para este reportaje ponderan sus aciertos y fallos en materia pedagógica, a fin de trazar una ruta a futuro y en un llamado para liberar la educación de los vaivenes sexenales.
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Dos hechos marcaron el inicio del ciclo escolar 2023-2024. Por una parte, es el primer periodo educativo en el que las niñas, niños y adolescentes de educación básica regresan a las aulas en un entorno de normalidad, lejos de las olas de contagios de la covid-19 que se tuvieron en los anteriores años. Y, por el otro, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador implementó un nuevo plan de estudios y distribuyó 95.6 millones de Libros de Texto Gratuitos (LTG) en veintiséis estados acordes a lo que se dio en llamar la “Nueva Escuela Mexicana”. Tanto los libros como el plan de estudios han estado marcados por la polémica: distintas voces, entre ellas las de algunos expertos en educación, han criticado el contenido de los libros, se han interpuesto amparos contra su distribución, y no son pocas las personas que han mostrado una enorme preocupación sobre el futuro escolar de los estudiantes.

La historia se remonta a 2019, cuando Esteban Moctezuma Barragán, entonces secretario de Educación Pública, presentó la Nueva Escuela Mexicana (NEM), un proyecto educativo que, de acuerdo con el discurso oficial, tendría un enfoque crítico, humanista y comunitario para formar estudiantes con una visión integral, y que estaría entrando en vigor en el ciclo escolar 2019-2020. Sin embargo, poco antes de acabar aquel ciclo escolar, la pandemia por covid-19 obligaría a la SEP a adoptar una estrategia educativa de emergencia, en la que los estudiantes continuarían su aprendizaje desde sus casas, a través de computadoras, dispositivos móviles y clases adaptadas a la televisión.

Dos años más tarde, en agosto de 2022, Delfina Gómez Álvarez, que para ese momento había sustituido a Moctezuma como titular de la SEP, presentó el nuevo plan de estudios, a la par que anunciaba su salida de la institución para participar en las elecciones del Estado de México, de donde ahora es gobernadora, y darle paso a Leticia Ramírez Amaya, tercera persona en hacerse cargo de la SEP durante el sexenio.

En aquel evento donde se presentó el Informe de Resultados 2021-2022, Gómez Álvarez aseguró que el Plan de Estudio para la educación preescolar, primaria y secundaria tendría una prueba piloto en al menos treinta escuelas por entidad federativa, durante el ciclo escolar 2022-2023. Roberto Rodríguez Gómez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y especialista en temas de política educativa y en educación superior comparada, explica que lo presentado por la entonces secretaria Gómez Álvarez era diferente a lo anunciado por Moctezuma Barragán. De acuerdo con el doctor en sociología la Nueva Escuela Mexicana de Esteban Moctezuma implicaba una renovación del currículo y la producción de libros de texto, ambas de manera gradual y basándose en dos pilares: promover la calidad educativa y la equidad. “Con Delfina habría un tercer componente: la modificación de planes y programas y la producción de una nueva generación de libros de texto. Iniciaron ese proceso de manera más bien accidentada, en el sentido en que empezaron a circular versiones del nuevo plan de estudios para la educación preescolar, primaria y secundaria. Se conocieron al menos cinco versiones distintas. La primera de ellas incluía una propuesta de programas de estudio, pero en las subsiguientes versiones ya no se contemplaban los programas. Se fueron modificando hasta llegar a una versión final, que es la que fue presentada justo en la antesala de un nuevo cambio de titular”, asegura el experto.

Esta presentación del nuevo plan de estudios tomó la forma de decreto y fue publicado en el Diario Oficial de la Federación. Sin embargo, de acuerdo con Rodríguez Gómez, lo importante era que los artículos transitorios establecían la gradualidad, es decir, que el nuevo plan de estudios empezaría a funcionar únicamente en los primeros grados de preescolar, primaria y secundaria. “Solo se haría la implementación a partir del primer año y después se iría recorriendo para evitar que los estudiantes que habían iniciado su proceso formativo con otro plan de estudios tuvieran una extraña combinación. Pero no se hizo de esa manera. Se implementó en todos los grados y con libros de texto. Es decir: la SEP violó sus propias disposiciones.”

Por otra parte, el pilotaje planteado para ver cómo funcionaba el nuevo programa, y si tenía los resultados que las autoridades esperaban, no se realizó debido a un amparo promovido por el movimiento nacional Educación con Rumbo. “En lugar del pilotaje, lo que se haría serían foros, consultas, asambleas, etc., para ir legitimando o por lo menos difundiendo el contenido y la orientación del nuevo plan de estudios. Esa fue la gira que llevó a cabo el titular de Materiales Educativos de la SEP, Marx Arriaga. Si se hizo con la amplitud requerida o con una forma sistemática de consulta, eso está por verse, porque no se conocen los resultados de esos foros”, señala Rodríguez Gómez.

En junio de 2023, la SEP decidió reservar por cinco años la información referente a las asambleas que sustentan la creación del nuevo plan de estudios y los Libros de Texto Gratuitos, argumentando motivos de seguridad nacional. Para Rodríguez Gómez, “quizá no existe ni siquiera una memoria detallada de cuáles fueron las propuestas recogidas de la base magisterial que, en efecto, se plasmaron en los libros, ni nada de eso. Las asambleas, la producción de los programas de estudio y de los LTG se realizaron en simultáneo y no en la secuencia que debía esperarse: primero tener el plan, después tener los programas y al final tener los libros para que hubiera coherencia. Pero no se hizo de esa manera”.

Este “desorden”, según el experto en política educativa, no viola ninguna ley ni reglamento, pues tanto la Ley General de Educación como la Constitución le dan a la SEP la atribución de establecer el plan, los programas de estudio y los contenidos de los LTG. “Fue muy útil esa disposición para argumentar que ellos tienen la facultad de acabar pronto. Y no hay ni en la ley ni en la Constitución una disposición específica acerca del orden que debe seguir. Pero hacer las cosas de manera simultánea no obedece a ningún orden pedagógico recomendable.”

A lo que sí obliga la ley es a que la propuesta del plan de estudios sea alimentada con sugerencias o recomendaciones de las autoridades educativas de los estados, de la sociedad civil y de padres de familia. “La consulta se debió haber hecho de manera formal y no se hizo. Ese ha sido el argumento para los amparos: que no se tomó en cuenta básicamente a nadie. Ahora se quiere argumentar que sí se hizo porque los foros incluyeron a padres de familia, pero no sabemos de manera precisa cuál fue el impacto de la consulta sobre la modificación del currículo.”

La Dirección de Materiales Educativos de la SEP inició la elaboración e impresión de los libros de texto y los dio a conocer a los profesores prácticamente al momento en que se distribuyeron. Una decisión que impidió cualquier tipo de planeación por parte de los maestros. Al respecto, la organización Mexicanos Primero, que desde 2007 analiza las políticas públicas centradas en la educación, señaló que los LTG para primaria fueron publicados de manera digital para su consulta pública tan solo veinte días antes del inicio de clases (el pasado 8 de agosto), lo que “hace visible una falta de consideración a la planeación del ciclo escolar”.

El 4 de agosto, durante la conferencia matutina en Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que a partir del 8 de ese mismo mes se harían conferencias vespertinas para dar a conocer el contenido de los LTG. Para el 17 de agosto, la SEP anunció que el Comité de Transparencia había desclasificado la información referente a los trabajos realizados para la elaboración de los nuevos libros de texto. La titular Leticia Ramírez dijo que la restricción se había debido a datos personales de las personas que trabajaron, desde 2020, en asambleas y sesiones informativas, como participantes o ponentes, pero la información ya se podía solicitar a través del Comité.

Respecto a estas conferencias, Manuel Gil Antón, profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, señala que, aunque unas estuvieron bien hechas y otras mostraban posturas más ideológicas, lo cierto es que fueron más importantes para el magisterio que para la sociedad. “Pero, ojo, lo simbólico de la política es importante. Es el primer gobierno que abre un espacio de televisión nacional para explicar una política educativa.”

Esta revista buscó a la SEP para conocer más respecto al proceso de elaboración de los libros de texto, sin embargo, ninguna persona de la institución aceptó a hablar debido a los procesos jurídicos que se están llevando a cabo.

Desde hace meses, asociaciones, analistas y especialistas han mostrado preocupación por la implementación del plan de estudios y su material, especialmente después de la covid-19 que afectó de una manera significativa la educación de 33 millones de estudiantes, según datos del portal de estadísticas Statista.

Basados en los documentos difundidos, muchos expertos han analizado lo bueno, lo malo y los errores de los libros de texto a través de diversos medios informativos, organizaciones no gubernamentales y redes sociales. De acuerdo con Martha Castro, investigadora de educación para el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), un cambio importante del nuevo plan de estudios y los LTG fue la inclusión del tema de diversidad en tipos de familias y las habilidades socioemocionales, que busca desarrollar habilidades como la autoestima, el autoconocimiento y el trabajo en equipo, algo que debe seguir siendo considerado desde preescolar. La especialista del IMCO, sin embargo, es cuidadosa a la hora de celebrar estos contenidos: “no hay objetivos claros de qué se quiere lograr con la educación socioemocional en cada nivel educativo”.

Luis P., un experto en pedagogía que pidió conservar el anonimato por el lugar donde trabaja, subraya la pertinencia de otros temas en los LTG, como la sexualidad y la protección del abuso sexual. Desde primero de primaria, asevera, es recomendable que los niños y las niñas aprendan a valorar y proteger sus cuerpos, y que tengan claro cuál es el canal para denunciar situaciones violentas e incómodas para ellos.

El especialista también rescata el hecho de que los nuevos libros hablen de la comunidad y de sus problemas, del pensamiento colectivo, de tener un mundo mejor, es decir, menos discriminatorio, racista y desigual. “Estoy completamente de acuerdo, pero hay una falla terrible en el cómo y eso es lo que más lamento: que buenas ideas sobre la ética, el comunitarismo, el pensamiento colectivo y el bien común lleguen a tan mal puerto debido a métodos tan deficientes de enseñanza.”

A diferencia de los libros anteriores, los nuevos libros apuestan por la transversalidad y por el trabajo por proyectos. Gil Antón explica que la Nueva Escuela Mexicana propone un cambio importante en el modelo pedagógico, enfocándose en cómo se debe enseñar: “propone no educar a través de asignaturas aisladas, como en la escuela tradicional, sino a través de proyectos, con la siguiente idea pedagógica: en cualquier proyecto, problema, tema social o natural interesante, confluyen distintas disciplinas”. Es decir, si se habla del cambio climático, sobre ese mismo tema convergen disciplinas como la física, la geografía, la historia, entre otras.

Sin embargo, Luis P. subraya que la educación no puede limitarse a ese cambio de paradigma. “La transversalidad es uno de los componentes más importantes en el camino de entender el mundo, porque uno no entiende el mundo desde las matemáticas o la historia, sino holísticamente”, reconoce. El problema en el caso de México es querer “que todo pase por ahí sin instrucción ni modelaje y hay temas de historia de México o de matemáticas que va a ser muy difícil hacer transversales. No podemos lograr que todo se transversalice, por lo tanto debemos tener un modelo que soporte esas distinciones y aquí no se tiene uno”.

A su modo de ver, el plan de estudios no tiene una visión pedagógica. “Para cualquier sistema educativo el modelo pedagógico es fundamental porque es la manera en la que se va a enseñar, no existe sistema educativo sin modelo pedagógico y este sistema educativo no lo tiene”, comentó, “lo que tiene es una colección de temas que están graduados, es decir, que lo que se ve en primero es un respaldo de lo que se ve en segundo; sin embargo, hay muchas ausencias en términos de diseño curricular que son necesarios para alcanzar ciertos perfiles de egreso que históricamente se tenían de la primaria a la secundaria, pero que esta vez no hay”. Esto significa que los estudiantes egresados del nivel básico no contarán con los conocimientos necesarios para seguir avanzando en su preparación.

Esta preocupación por los errores pedagógicos y de contenido no es exclusiva de los expertos y ha recibido la atención de organizaciones, como la Unión Nacional de Padres de Familia. Israel Sánchez Martínez, presidente nacional de la UNPF, ha señalado que en los LTG hay más de cuatrocientos errores técnicos entre faltas de ortografía y errores de contenido, de falta de contexto y que no responden al rezago educativo que vive actualmente el país. “Los padres de familia se han encontrado con diversas situaciones”, asegura. “No nada más el tema de que los niños no van a aprender a leer ni escribir, sino que no se ha terminado de entender este modelo educativo. Nadie lo entiende, ni los propios maestros”, comenta.

Por ejemplo, para Luis P. en los nuevos libros no se aprecia un contenido académico regular sostenible sobre matemáticas durante seis años de primaria. Hay un mal planteamiento porque no existe un desarrollo de habilidades de descubrimiento, de pensamiento matemático, sino propuestas de ejercitación rutinaria sin sentido.

“Aunque hay casos donde sí hay contextualización, esto no puede aplicarse a todas las matemáticas. Tú puedes contextualizar unidades de medida, estadística, peso, figuras geométricas, análisis de información, pero no puedes contextualizar la suma de fracciones con diferente denominador”, explica. “Ese avance en la complejidad del pensamiento matemático lo excluye de la transversalidad y como no hay una propuesta para la enseñanza de las matemáticas separada de la transversalidad hay un hoyo curricular brutal.”

Otro campo que a Luis P. le parece problemático es el tratamiento que los nuevos libros hacen de conceptos como “el humanismo” o “lo comunitario”. “No tiene pies ni cabeza. Es una especie de retacería donde entran temas de habilidades emocionales, tecnología, educación física, todo. Es el peor logrado, es un intento de poner todo lo que sobró en una misma caja.”

A su parecer, los libros carecen de una propuesta pedagógica que defina cuál es la manera en la que se va a enseñar y deja todo el peso al docente, bajo la idea de otorgarle autonomía curricular. “Los libros no son un instrumento pedagógico, pero ahora son un instrumento informativo, no un libro de trabajo”, dice y agrega que quienes hicieron los libros defienden que cada maestro tendrá algo distinto que enseñar.

Tan solo a nivel primaria, según cifras oficiales al segundo trimestre de 2023, un millón 350 mil personas trabajaron de profesores de enseñanza primaria. Esto significa, de acuerdo con el especialista, que habrá un millón de maneras distintas de enseñar una lección, lo cual deja la puerta abierta a que haya profesores que lo hagan de manera poco adecuada. Más preocupante que los errores en la información, es la ausencia de una didáctica alrededor de estos libros. “Los LTG tienen un vacío pedagógico y lo más peligroso no son los libros de texto en sí mismos, sino el discurso fraguado a su alrededor que dicta que los maestros tienen la ‘libertad’ de utilizarlos como quieran. Eso no solo genera un rezago educativo terrible, también promueve que no haya una estructura académica regular en las regiones, en los estados”, es decir, que algunos niños y niñas aprendan algo y otros no, provocando que no exista una base mínima de conocimiento en todo el país.

Sobre este mismo asunto, Martha Castro, del IMCO, explica que anteriormente los maestros disponían de un tiempo a la semana de autonomía para dar clases o actividades que complementaran la educación del alumnado de acuerdo al contexto de cada escuela. Ahora lo que se plantea es que los maestros decidan qué hacer con el tiempo de clase, lo que puede generar una carga excesiva de trabajo para ellos y un piso disparejo de conocimientos para los estudiantes del país.

El caso de secundaria es distinto. El nuevo programa se parece mucho al de 2017. “Eso aligera un poco la crítica. Para mí es razonable que hayan decidido mantener el marco curricular general de la secundaria pasada, es una especie de acto de fe: no lo vamos a hacer mejor, por lo tanto hay que apegarnos a lo que ya existe”, explica Luis P.

Gil Antón, por su parte, señala que las personas que están conduciendo este proceso tienen una concepción de que esto es susceptible de ponerse en práctica con pura voluntad, sin que medien los procesos de preparación, prueba, evaluación y corrección gradualmente. “La prisa se explica por la inexperiencia en la comprensión de la complejidad del país y de su sistema educativo. Creen que se puede cambiar súbitamente y, con ello, ofrecerle al presidente la noticia de que ya tenemos una educación liberadora.”

El experto de El Colegio de México agrega que la experiencia mundial dice que las reformas educativas que han producido mejoras sustanciales requieren veinte años para madurar, pero van dando frutos parciales durante ese tiempo. “Necesitan ser graduales, irse monitoreando, corrigiendo y que queden implantadas y sean sólidas. Además, tienen que ser transexenales y dirigidas por comisiones nacionales de educación independientes de los partidos”, asegura. Bajo esa óptica, en México necesitaríamos una reforma educativa que se esté monitoreando en al menos tres sexenios, así como tomar en cuenta a los nuevos egresados de las normales para que tengan un plan de estudios con esta perspectiva, al tiempo que se capacita a los profesores en servicio.

Israel Sánchez Martínez, presidente nacional de la Unión de Padres de Familia, señala que desde 2019 detectaron que la Nueva Escuela Mexicana no prestaba mucha atención a uno de los principales desafíos del país: el rezago educativo. La prueba pisa de 2018, que se realiza cada tres años a estudiantes de quince años, arrojó que México estaba por debajo del promedio en lectura, matemáticas y ciencia, y solo el 1% de los estudiantes tuvo un desempeño en los niveles de competencia más altos. El gobierno decidió no participar en la siguiente edición de la prueba, por lo que no se cuenta con datos recientes que ayuden a entender el desempeño actual ni el impacto de la pandemia.

La crisis de la covid-19 de 2020 recrudeció, además, otros dos problemas que el sistema educativo mexicano venía arrastrando desde hace años: uno era la falta de infraestructura en las escuelas y, el otro, la deficiente capacitación que estaban recibiendo los maestros. Una vez pasada la pandemia, cerca de seis millones de estudiantes no regresaron a las aulas del sector público, mientras que, según cifras del Banco Mundial, el país experimentó un rezago educativo equivalente a dos años debido a la covid-19.

“Nosotros tocamos las puertas de la SEP en diversas ocasiones para plantear esta situación, pero nunca nos las abrieron”, comenta el presidente de la UNPF, quien señala que la dependencia ha actuado con “opacidad en la Nueva Escuela Mexicana, en los planes y programas, y en los libros de texto”. Para los padres de familia, la NEM no responde a la necesidad educativa.

Con la pandemia y los confinamientos, la escuela se trasladó al hogar, pero “no hubo ninguna estrategia para revertir los daños de la pandemia en la educación”, dice Martha Castro. Con ese antecedente, preocupa que este nuevo plan de estudios, junto con los libros de texto, fuera implementado sin medición alguna sobre la situación de los estudiantes después de la pandemia. “Los cambios se hicieron sin saber qué funcionaba y qué no, qué era viable y qué no.” A nivel nacional, dice la experta, solo Querétaro y Jalisco realizaron sus propias evaluaciones –de manera independiente– de los daños ocasionados por la pandemia, pero el resto de entidades no tienen datos al respecto.

Luis P. añade que “los resultados académicos de la pandemia se están viendo ahora, en gerundio, no es que hayan pasado, los estamos padeciendo porque existe un rezago académico o rezago curricular donde los alumnos no saben lo que deben saber, y por supuesto que este modelo no pretende subsanarlo”.

Con el contexto pospandemia, cuyas consecuencias más urgentes son el rezago educativo y el abandono escolar, el plan de estudios y los libros de texto deberían responder a estas dos asignaturas pendientes; sin embargo, el nuevo plan quita el foco de materias prioritarias como matemáticas o ciencia.

De acuerdo con Martha Castro, en México siete de cada diez niños estudian en escuela pública, por lo que el impacto en su futuro puede ser significativo, en particular si la brecha entre la educación pública y la privada se hace cada vez mayor. Una de las principales preocupaciones del IMCO es que el actual plan de la SEP va a contracorriente de la construcción de capital humano. “Ellos dicen que la educación no debe servir para que se genere talento competitivo en el país, sino para crear niños felices y ciudadanos ejemplares. Esto preocupa porque la formación del talento es lo que permite que los jóvenes crezcan en la escalera socioeconómica. Lamentablemente en nuestro país esta movilidad permanece estancada.”

La especialista del IMCO señala que, en México, el 50% de los egresados de las universidades vienen solo de diez carreras, enfocadas más en administración y no en carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (un conjunto de disciplinas conocido con el acrónimo STEM). Esta preocupación se acentúa cuando el nuevo plan y los libros dejan de lado las matemáticas y las ciencias.

“De por sí ya no estamos generando el talento que se requiere y el nuevo enfoque de la SEP va a provocar una brecha importante entre lo que quieren las empresas y el talento que estamos formando”, asegura. “Matemáticas y la enseñanza de idiomas van a ser cruciales para que las personas accedan a mejores trabajos, a puestos del más alto rango. Sin estas dos herramientas, muy difícilmente va a ser posible que los chicos tengan trabajos de calidad.”

Para el IMCO el gran reto es que el veloz avance de la tecnología supere el ritmo de crecimiento y de transformación del mercado laboral. “Necesitamos lograr que los niños que entran a la secundaria pasen a la universidad, pues es en el bachillerato cuando se pierde casi la mitad del talento que tenemos en nuestro país.”

En contraste, Luis P. ve con buenos ojos el objetivo de formar niños felices. Si bien, asegura, la educación no tiene un único objetivo universal, es plausible que pretenda sanar heridas sociales. “Algo que hizo bien esta reforma fue entender que México tiene serios problemas de desigualdad y discriminación. Otro acierto fue criticar un sistema de producción que ha mantenido y que promueve esta desigualdad. El problema es que nada de eso está articulado. Los objetivos están bien, el problema sigue siendo de qué manera llevarlos a cabo.”

Gil Antón coincide con esta perspectiva: “Enhorabuena que el proyecto educativo del país no sea producir gente que sea capaz de trabajar nada más, aunque sí tiene que hacerlo, sino que genere personas pensantes, críticas, colaborativas, que no sean machistas, racistas, clasistas. Es muy prometedor el cambio al proceso de enseñanza activa. Pero para lograrlo es necesario un proceso pedagógico con el magisterio, con las familias y con la sociedad. Se necesita menos prisa y mucha más paciencia. La idea es buena, el momento no, ni el timing, la prisa y la celeridad. El apresuramiento es el peor enemigo de las cosas buenas.”

Para Luis P. el camino no está en regresar al plan anterior, aunque se trate de la solución más cómoda. “Debemos mejorar haciendo un análisis de las necesidades educativas que tiene el país y poniendo al servicio de maestros y alumnos un modelo adecuado para la enseñanza de los saberes básicos y por lo tanto de su vínculo con la comunidad.” Lo óptimo sería tomar lo bueno del nuevo plan de estudios y dirigir ese conocimiento a una reforma sostenible, que, sin embargo, no parece estar en el centro de ninguna agenda política. El próximo secretario o secretaria de Educación tendrá “una oportunidad de hacerlo mejor, tomar lo que sí sirve y construir”.

“Creo que tendremos que hacer esfuerzos en lo cotidiano para subsanar las ausencias del modelo educativo, nos va a tocar a todos hacer de maestros y maestras de nuestras infancias”, concluye.

“Tal parece –explica Martha Castro– que cada seis años tenemos que reinventar la educación y volver a encontrar el hilo negro. No hay una política educativa transexenal y parece que la única forma de poner el sellito de que estuvo el PRI o Morena es terminar el sexenio con un nuevo plan de estudio.”

El gobierno de Morena no es el primero que integra nuevos planes y programas al cierre de sexenio. Así ha sucedido al menos en los últimos veinte años: Vicente Fox publicó su reforma educativa en 2006, justo a la llegada de Felipe Calderón, quien en 2011 sacó su propia reforma, un año antes de irse. Lo mismo sucedió con Enrique Peña Nieto que lanzó su reforma en 2017, casi a punto de dejar la presidencia.

“Hay que lograr una estrategia que no cambie cada seis años”, dice la especialista del IMCO. “Si bien no existe ningún libro sin ideología, debemos elegir qué ideología queremos y procurar que sea en favor del aprendizaje, de la ciencia, del conocimiento, de las habilidades de los niños y no nada más que vaya en favor del partido que tenga en ese momento el poder.”

El próximo año México irá a las urnas para elegir a la persona que ocupará la presidencia, pero para Martha Castro hasta ahora no se ha escuchado una propuesta de largo alcance en materia educativa.

“Esperemos que la próxima persona que esté al frente de la SEP decida terminar todo su periodo porque en este sexenio vivimos tres cambios de liderazgo, tres ediciones diferentes de cómo hacer la política educativa. Esperemos que haya un mayor compromiso de permanecer al frente, de usar a la SEP para mejorar la educación y no como trampolín electoral.”

Manuel Gil Antón coincide en que volver al pasado no es la opción, pues sería regresar a un sistema educativo en el que tampoco se aprendió, y una muestra clara es el resultado de la prueba PISA. El especialista recomienda hacer un registro a nivel nacional de las experiencias positivas, negativas, fallidas, exitosas, para poder tener elementos que lo corrijan.

“Suponiendo que continúe otro gobierno de Morena, lo mejor que podemos hacer es entrarle a la observación y solicitar a la SEP que se asienten las experiencias y que, al final del ciclo escolar, haya espacios para que puedan decir cómo les fue, qué problemas tuvieron, cuándo salió bien y cuándo mal, qué opinan los padres de familia.”

Gil Antón lo dice claro: con la educación no se juega y todos han jugado. “Solo se destruye lo que se sustituye sin tener con qué sustituir. Esto se ha destruido.” ~

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es periodista egresada de la UNAM. Se
desempeña como reportera y editora de actualidad y negocios.
Ha colaborado en medios como La-Lista, MIT Sloan Management
Review México, Wired en Español y Líderes mexicanos


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