El desarrollo institucional del INE, el Trife y la Suprema Corte, así como su valor civil frente al acoso presidencial, inspiran confianza en que los resultados oficiales de las elecciones del 2 de junio reflejan lo que votaron los votantes. Esto deja como problema entender por qué votaron así.
La violencia, la corrupción y la ineptitud de este sexenio hacían esperar un voto de castigo, no una ovación.
1. En las encuestas comparativas, puede observarse cierta correlación entre los resultados de dos preguntas: “¿Conoce usted a…?” y “¿Cómo lo califica?”. Las personas más conocidas son las mejor calificadas. Como si la gente pensara: “Si sale tanto en la televisión, la radio, los periódicos y las redes sociales, debe de ser alguien importante; algo bueno debe de tener. Y más si suena más”.
Shirley Temple, Arnold Schwarzenegger, Ronald Reagan, Donald Trump y muchos otros han capitalizado su presencia mediática para alcanzar posiciones políticas.
La presencia constante de López Obrador en los medios induce la opinión favorable que se tiene de él, aunque mienta, insulte o aburra. La presencia de Claudia como jefa del gobierno de la Ciudad de México (más de cuatro años); la anticipación con que fue destapada (casi tres años antes de las elecciones); dieron una gran ventaja a Claudia sobre Xóchitl, que era desconocida hasta hace un año. Que el presidente en persona haga campaña por su candidata pesa.
2. Algunas encuestas indicaban que ganaría Claudia, con una ventaja sobre Xóchitl que parecía disminuir hacia el empate o, más aún: la derrota de Claudia. La inesperada ventaja del 32% que obtuvo Claudia en las urnas fue superior a la que obtenía en las encuestas. Es sorprendente. Implica que millones de votantes cambiaron de opinión a última hora o que muchos entrevistados ocultaron su preferencia por la candidata oficial: quizá por vergüenza frente al entrevistador.
3. El paternalismo genera agradecimiento filial. El populismo dadivoso que apapacha a los votantes con esto y con aquello, genera votos devotos. Si los opositores prometieran a los votantes: “Voy a darte lo mismo o más que Morena”; muchos votantes pensarían: “Más vale malo por conocido que bueno por conocer”.
4. Donde los narcos intervinieron en la votación, seguramente fue contra Xóchitl, que fue valiente, y hasta temeraria, al anunciar que iba contra ellos.
5. Según México Evalúa (“No hubo voto de castigo en los municipios más violentos”, YouTube), de los 50 municipios del país con más homicidios dolosos por arma de fuego, en 33 ganó el mismo partido en 2024 que en 2021. Y de los 17 que cambiaron, 8 cambiaron a Morena.
Se diría que la inseguridad pesó menos en el voto [negativamente] que los programas sociales [positivamente].
6. No todos los votantes ven a las autoridades como conciudadanos. La investidura impone respeto, cuando no temor. Hay cierta tendencia a excusar los abusos presidenciales: “El Señor Presidente no estaba enterado”. “Su equipo lo traiciona”. “No tuvo más remedio que hacerlo”. Como si el abuso fuera una prerrogativa del poder y la posición (“Papá nos maltrata, pero es papá”). López Obrador ha intervenido abusivamente en todo el proceso electoral. “Pues sí… pero es el presidente”.
7. Hay quienes creen que el voto no es tan secreto, que de alguna manera el gobierno puede enterarse de quiénes votan en contra y castigarlos.
8. No todos votan para gobernar el país: para cambiar o mantener el rumbo democráticamente. Hay quienes votan con el ánimo de atinar. Se sienten ganadores si votaron por el que ganó y perdedores si votaron por el que perdió, aunque haya sido el mejor.
9. Los líderes partidarios (en México) no pierden cuando su partido pierde. Actúan como si el candidato fuera el único responsable de ganar o perder. Quieren quedarse ahí, con la esperanza de que en las siguientes elecciones les vaya mejor, con un candidato mejor.
10. El voto universal obliga a votar a millones que no tienen especial interés en hacerlo; que ven la política como algo remoto, que ni siquiera entienden; que dan poco valor a su voto y no tienen inconveniente en abstenerse o votar por el candidato más visible o más generoso con regalos. Que piensan que todos los políticos son iguales, y se resignan a aceptar que “con estos bueyes hay que arar”.
Publicado en Reforma el 28/VII/24.
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.