A veces una decisión de casting sirve para probar el punto. En la visión de Terrence Malick sobre el encuentro de ingleses e indios en Jamestown (luego Virginia) en el siglo XVI, Colin Farrell interpeta al capitán cuya vida Pocahontas tuvo a bien –o a mal– perdonar. Que un actor sin gracia interprete al colono vulgar que, sin embargo, fascinó a una princesa, resuelve una de las tesis que a Malick le interesa probar: el encuentro de europeos y nativos americanos fue, en sus distintos momentos, un cúmulo de sinsentidos. A pesar de una conclusión tediosa que diluye la tensión lograda, Malick y el fotógrafo mexicano Emmanuel Lubezki (nominado al Óscar por esta película) ensucian un episodio histórico fértil para lugar común. El Nuevo Mundo acaba leyéndose como un título con connotaciones negras, que por lo menos arrebata a Disney su rol de historiador popular. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.