Opiniones de un varón

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Estimado Enrique:
      
     Soy suscriptor de Letras Libres desde el primer número. A lo largo de estos pocos años, en incontables ocasiones he pasado momentos muy agradables leyendo su revista y he tenido la intención de escribirles para felicitarlos por tal o cual artículo. Lamentablemente, ahora que por fin lo hago no es precisamente para felicitarlos, sino más bien al contrario. Reconozco que tal vez no tengo una "sensibilidad altamente desarrollada", y que la belleza o el mensaje (o ambos) que han venido enviando algunos de sus colaboradores en la sección "Portafolios" no corresponde con los criterios quizás demasiado "convencionales" con que suelo juzgar estéticamente las cosas. Lo cierto es que en fechas recientes tal sección me ha causado cierto desasosiego.
     Recuerdo vivamente la mala impresión que me produjo la extraña (no quisiera decir perversa) interpretación de la, para mí entrañable, parábola del Hijo Pródigo de un número hace varios meses. Otro tanto podría decir de la "Caja de Pandora" del número de enero, más adecuado para los archivos de una clínica psiquiátrica de Nueva York que para las páginas de Letras Libres. Pero, con la colección de muchachas con antifaz del mes de abril, de plano se pasaron. No es de buen gusto recargar los adjetivos, pero me resultó altamente ofensivo para la mujer y el cuerpo femenino tal selección. Y a mí, como varón, me resultó, por decir lo menos, deprimente.
     A buen entendedor, pocas palabras. Aprecio mucho su revista y a sus colaboradores para añadir más. –

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