el oro cobra cuerpo:
muslo bruno
flexuoso curvarse de una rodilla
de bruñido metal dulcificado
el oro llueve:
en polvo por los cabellos
por brillos dispersivos enturbiándose
de su castaña-rubia puesta de sol
la otra: la gruta insinuada
que un tejido —seda breve— esconde
y bajo crespo vellón ensolarado
mas se oculta —la gruta donde la sirena
esa —la coralina boca dragonaria—
¿quién la pudiera escribir?
encerrada en su leyenda áurea
intacta se guarda
y defiere el descifrarla
al lanceolado deseo
(que en el inocuo papel
la pluma ahora a penas
extrema y silencia) — Traducción de Manuel Ulacia