El choque fue aparatoso. Mirones se acercaron a ver el remolque desprendido del camión completamente boca abajo. Corrieron la voz y en pocos minutos decenas de vecinos llegaron con machetes y cuchillos para completar lo que el accidente había dejado a medias. El remolque llevaba alrededor de cincuenta reses, pero solo diez murieron en los sucesivos impactos contra el asfalto, así que los hombres tuvieron que emplearse a fondo para sacrificar y descuartizar al resto del ganado. En una foto se ven las vísceras y la sangre bajo sus pies; en otra, la sonrisa de quien consigue comida gratis o se roba unas botanas del supermercado. El sábado 22 de febrero esos habitantes de Morón, al oriente de Venezuela, salieron a matar animales sin saber muy bien cómo hacerlo. Matar a un ser vivo es un ritual sin vuelta atrás.
El Banco Central de Venezuela indicó que durante el mes de enero el nivel de escasez en el país superó el 26%, mientras que encuestadoras independientes sitúan la cifra de desabastecimiento de alimentos regulados en 42%. Es decir, que de cada diez solo se consiguen seis, llámense leche, huevos, pollo, harina de maíz. Poco antes de que en Morón descuartizaran reses, Henrique Capriles dio un discurso de treinta minutos en la convocatoria opositora más importante de estos días, pero a trescientos metros de la tarima donde hablaba, al menos setenta personas hacían fila en un pequeño supermercado. Había leche.
Capriles comienza su discurso con la esposa del líder opositor detenido, Leopoldo López, a su lado. “Hay muchos habladores de pendejadas”, dice nada más comenzar, y se mete la camisa dentro del pantalón en un gesto que recuerda a quien amenaza con irse a las manos. Lo que vino a continuación fue una enfática defensa de López y varios retos al presidente Nicolás Maduro: “Vamos a ponernos los guantes”, dijo en el momento álgido y los manifestantes enloquecieron. El ex candidato presidencial recordó las torturas de la Guardia Nacional Bolivariana a estudiantes, al tiempo que se desvinculó enfáticamente de las protestas violentas que se han dado en la Plaza Francia de Altamira, el enclave más importante de la oposición caraqueña. En ese momento no pocos comenzaron a insultarlo y a darle la espalda; justamente lo que buscaba, dejar claro que su visión de país es muy distinta a la de Leopoldo López. En la tarima gritaban “¡Unidad! ¡Unidad!”, pero el 22 de febrero quedó claro que la oposición vuelve a tener dos liderazgos y que el 2014 será un año intenso de puertas adentro, apenas López vuelva a la calle y comience a capitalizar esa parte del electorado que vio su entrega como un acto heroico.
Doce muertos, alrededor de 150 heridos y 506 detenidos es la sumatoria desde el 12 de febrero hasta la fecha. El andino estado Táchira ha reportado interrupciones en el servicio de internet, además de fuerte presencia militar en sus principales enclaves urbanos. Las víctimas fatales se reparten ya por todo país. Capriles exigió el cese a la represión, Maduro respondió con una convocatoria por la paz el próximo miércoles, abierta a todos los sectores políticos, pero las denuncias de abusos no cesan y está demasiado cerca en la memoria la noche del 19 de febrero, cuando fuerzas del Estado reprimieron a manifestante con violencia nunca antes vista durante los años del chavismo. Igual disparos a mansalva, igual un disparo certero por la espalda.
El presidente decretó feriado el jueves 27, para conmemorar los caídos de esa día de 1989, en una revuelta popular muy importante dentro de la narrativa del chavismo. Maduro sigue buscando tiempo. Con ese decreto, el fin de semana se suma a los Carnavales, también feriados en todo el país, y se acercan al 5 de marzo, aniversario de la muerte de Hugo Chávez. Es una apuesta por la rumba como antídoto a la memoria: el 19 de febrero esos militares salieron a disparar gente siguiendo órdenes. Matar a un ser vivo es un ritual sin vuelta atrás.
Periodista. Coordinador Editorial de la revista El Librero Colombia y colaborador de medios como El País, El Malpensante y El Nacional.