Virginie Despentes
Vernon Subutex 1
Traducción Naomí Subregués
Barcelona, Literatura Random House, 2016, 352 pp.
Hay algo naíf, y un punto de beatería, en la transgresión de Virginie Despentes, o mejor, en la lectura que la prensa hace de su transgresión. La mayoría de entrevistas con la escritora francesa, autora del ensayo feminista de referencia Teoría King Kong (2006), son casi una caricatura: ¡una novelista que escribe sobre sexo, drogas y rocanrol! En una de ellas en la prensa española, la periodista dice con sorpresa que viste vaqueros y lleva tatuajes. Como Cristina Cifuentes. El personaje, hay que admitirlo, es carne de titular: exprostituta, lesbiana, feminista. En varias entrevistas cita la biblia altermundista La doctrina del shock, de Naomi Klein, habla de revolución, de violencia y de que el sistema nos lava el cerebro. Nadie le pregunta sobre su literatura, porque a los escritores no se les pregunta nunca por su trabajo, sino sobre política.
Vernon Subutex 1, su nueva novela y primer volumen de una trilogía sobre el declive de la industria cultural francesa (y, en definitiva, de la identidad francesa), tiene un marcado tono sociopolítico, pero es mucho más que las cuatro ideas superficiales sobre política de Despentes. Tiene ritmo, su estilo es libre, caótico pero cuidado y depurado –está más cerca de Beigbeder que de Houellebecq, con quien se la compara a menudo; es interesante comprobar que en su lectura moral del declive de Occidente y Francia tiene mucho en común con el autor de Sumisión, a pesar de que está en sus antípodas ideológicas–, y los personajes tienen más contradicciones y aristas que las ideas de su autora.
La Francia que describe Virginie Despentes está en decadencia, como ha estado siempre para los intelectuales franceses, conservadores o progresistas. Los primeros piensan que lo está por el multiculturalismo y el islam, los segundos por el neoliberalismo y la ultraderecha. Despentes forma parte del primer grupo, pero llega a esa conclusión por el mismo camino que los conservadores: la nostalgia. Como escribe Mark Lilla, que ha estudiado a los intelectuales franceses, Francia es uno de los países más conservadores de Europa: “A pesar de su tradición radical en la política y el arte, lo que une hoy a los franceses a través del espectro político es su desconfianza por los cambios.”
Despentes cree que se han producido demasiados en los últimos años, especialmente en el sector cultural. Sus personajes viven atrapados en la nostalgia de los años noventa: no son años de un esplendor cultural especial, pero sí son los años de su educación sentimental. Vernon Subutex, el protagonista de la historia, trabajó durante décadas en una tienda de discos hasta que cerró por la crisis. Tras la muerte de su amigo Alex Bleach, estrella del rock francés, lo desahucian, y sobrevive gracias a la solidaridad de viejos amigos, que le prestan su sofá. Aunque la historia sigue los intentos de Subutex por sobrevivir, primero gracias a su red de amigos y luego en la calle, la novela se aleja de él para abrirse a una decena de personajes marginales: antiguos rockeros, guionistas fracasados, inversores sin escrúpulos, vagabundos, neonazis, periodistas culturales, yonquis, prostitutas, travestis. Todos intentan adaptarse a un nuevo mundo tras la muerte de Bleach, que marca el final de una época.
Hay un intento de historia de suspense, que queda inconclusa: Vernon Subutex tiene unas cintas de vídeo con la última entrevista de Alex Bleach, que se hizo él mismo frente a una cámara, y que varios de los personajes buscan como detectives para sacar provecho de la estrella. Pero Vernon Subutex 1 no tiene mayor trama que la presentación de sus personajes.
La Hiena es una troll que se dedica profesionalmente a publicar en internet, desde identidades falsas, comentarios negativos sobre películas, famosos, novelas; Aisha se aferra a una recién descubierta identidad islámica para superar la adolescencia (Critica mucho el modelo asimilacionista francés: “Decían integraos, y a los que lo intentaban les decían pero ya veis que no sois de los nuestros”) y descubre que su madre era prostituta y se suicidó; Patrice es un exrockero comunista que pegaba a su mujer; Daniel antes era Déborah, se cambió de sexo por probar (“Me he tatuado. He hecho porno. Me he metido crack. ¿Por qué no hacerme tío?”) y ahora siente que la vida le va mejor (el personaje se inspira en Paul Preciado, antes Beatriz Preciado, filósofo feminista y expareja de Despentes); Lydia Bazooka es una periodista que escribe una biografía de Alex Bleach y que tiene una extraña relación con sus fuentes; Xavier es un guionista fracasado de extrema derecha que se intenta convencer de que la paternidad y el matrimonio realmente le hacen feliz, y que necesita constantemente afianzar su masculinidad.
La masculinidad es un tema recurrente, casi siempre construida a partir de un mismo molde: el orgullo masculino herido, el machito resentido. Despentes no suele compadecerse de ningún hombre, salvo del protagonista, pero tampoco cae en el maniqueísmo: la decadencia es general, la degradación transversal. La sensación de declive moral, que comparten todos los personajes, es lo que une las diferentes historias. A veces, en los discursos más revolucionarios, que se asemejan a las ideas de Despentes, hay un punto de conservadurismo: la revolución no es para construir algo nuevo sino para recuperar una arcadia perdida. Esta no es más que Francia, signifique lo que signifique. El género de la novela es, en definitiva, el mismo que el de muchos productos culturales franceses: qué significa ser francés. ~
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).