Mucha expectativa causó el anuncio de que Carlos Slim, el empresario más importante de México y uno de los más ricos del mundo, daría un mensaje y una conferencia de prensa el pasado 27 de enero. Slim no es proclive al reflector ni a hacer público qué piensa sobre asuntos políticos o de coyuntura. Pero en últimas fechas se especuló mucho sobre su capacidad para “interceder” por México ante Donald Trump, por el hecho de que el nuevo presidente de Estados Unidos se reunió con él en términos amistosos hace unas semanas.
Confieso que comencé a escuchar el discurso del ingeniero Slim con grandes expectativas. No pensé que fuera a anunciar su candidatura presidencial, como algunos andan promoviendo en redes sociales, ni que fuera a lanzar alguna ingeniosa cruzada bursátil contra las empresas de Trump. Pero sí esperaba algún anuncio de inversión en México para fortalecer la confianza en el país. O algún plan de sus empresas para crear empleos para paisanos deportados. O tal vez una fuerte inversión binacional que demostrara, con dólares y pesos, cuán complementarias son las economías de México y Estados Unidos. En fin, esperaba yo que el ingeniero se expresara como mejor sabe hacerlo: con grandes y audaces decisiones de negocios.
Pero nada de eso ocurrió. Slim nos recetó un largo discurso sobre lo que opina de Trump y cómo negociar con él. Esas ideas no fueron tomadas de alguna operación de inteligencia financiera, de investigaciones especiales del New York Times (Slim es dueño de 17% del diario) o de sus conversaciones privadas con el Mussolini de Mar-a-Lago. Para nada. El ingeniero amablemente nos invitó a leer el libro “El Arte del Trato” de Trump, y a darnos cuenta de que nada de lo que está pasando debe sorprendernos. “Todo está aquí” decía confiado, mostrando el libro.
¿Qué le recomienda al gobierno de México su empresario más notable y conocido en el mundo? Que tenga paciencia y astucia en la negociación con Estados Unidos. Que entienda que Trump es un hombre de negocios y que si quiere cumplir su promesa de que la economía estadounidense crezca al 4% o más, necesitará la mano de obra mexicana. Que le tratemos de explicar a Trump que somos complementarios, buenos trabajadores, buenos socios para EUA, etcétera. Y sobre todo, que seamos pragmáticos. Porque, Slim nos recuerda, Trump “no es un Terminator, es un Negotiator”.
La parte más interesante es cuando Slim delinea su propuesta de política económica ideal en estas circunstancias: regresar al “desarrollo estabilizador” que vivió México entre los años 50 y 70, periodo en el que la economía estaba cerrada al comercio exterior y creció consistentemente a tasas superiores al 6% con estabilidad en los precios y el tipo de cambio. Este modelo de desarrollo se volvió insostenible en el largo plazo y degeneró en un populismo que hundió al país en crisis gravísimas. Pero la incertidumbre en la que nos ha metido Trump nos hace mirar hacia atrás y buscar en el pasado algún referente de éxito económico.
“Hay que enfocarnos en el mercado interno” nos dice Slim, algo que será más una consecuencia no deseada de la guerra comercial global que se avecina que una decisión nuestra. “La mejor barda son las inversiones y la actividad económica” nos dice también el magnate. “Y por supuesto, hay que fortalecer la seguridad jurídica y las nuevas leyes de transparencia y anticorrupción”, todo un eufemismo para referirse a la grave situación en esa materia. Si el hombre más rico de México nos dice que hay que cambiar el modelo, es que el modelo realmente ya caducó.
Los medios de comunicación se mostraron muy receptivos al mensaje de Slim. Esto es producto de su enorme credibilidad como empresario y la gran influencia económica de sus negocios, más que de la calidad de su discurso. Pero el éxito de su mensaje también podría explicarse por el enorme vacío en el liderazgo nacional. Para muchos, escuchar a Slim diciendo que hay vida después del TLCAN, que nuestra mano de obra es mejor que la estadounidense y que podemos salir adelante de esta situación tan compleja, fue un bálsamo de optimismo en medio de una semana negra para México.
El mensaje de tranquilidad que debería darnos el presidente de la República terminó llegándonos en voz del ingeniero Slim. Si decide lanzarse en 2018, su lema podría ser “Hagamos a México Grandioso de Nuevo”. Parece que la nostalgia es la nueva visión de futuro.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.