Hablar del personaje secundario en un subgénero tan estrictamente documental como la película concierto parecería un ejercicio inútil. Pero basta ver la primera escena de Stop Making Sense para darnos cuenta de que esta película concierto es un tanto narrativa. La secuencia de créditos (autoría del incomparable Pablo Ferro, con claros ecos a Dr. Strangelove) nos presenta primero a los músicos de la gira, seguidos de los miembros de los Talking Heads, culminando con David Byrne; como si se tratara del reparto principal. Hay una muy clara jerarquía en la cinta de Jonathan Demme que se ve desde ahí y continúa en la primera escena. Seguimos los pies de Byrne entrar al escenario, poner una radiocasetera en el piso y decir “I’ve got a tape I want to play”. La casetera empieza a marcar el ritmo, mientras que Byrne comienza a tocar “Psycho Killer” con su guitarra acústica. Completamente solo, el resto del grupo se irá sumando más adelante. Éste ejercicio le permite a Byrne construir su acompañamiento por capas, haciéndolo progresivo y emocionante. Pero también deja una cosa muy clara: él no necesita una banda.
Termina la canción e inmediatamente vemos a Tina Weymouth entrar con su bajo para “Heaven” donde Byrne apenas y la mira. En todo momento Byrne está un plano más adelante. Se escucha una voz femenina que nunca se ve. El escenario es enteramente de Weymouth y Byrne. En las últimas notas de la canción vemos a Chris Frantz entrar a cuadro y saltar a su batería para tocar las primeras notas de “Thank You for Sending Me an Angel”. Termina esa canción y mientras Byrne agradece a un público que nunca vemos, Jerry Harrison es el último miembro del grupo en llegar al escenario para tocar “Found a Job”. Esas primeras canciones dejan muy claro el rango implícito de los Talking Heads.
Para cuando la película llega a la hora, ya tenemos un grupo de nueve músicos sobre el escenario interpretando “Once in a Lifetime”, la canción más emblemática del grupo. Es el clímax de le película y deja con la duda de a dónde irán Byrne y Demme después.
La respuesta es el Tom Tom Club:
La voz de Frantz anuncia a su acto mientras que Byrne abandona el escenario como mago tirando una bomba de humo. Por un momento el proyecto en paralelo del matrimonio Weymouth-Frantz se adueña del escenario para interpretar su más grande éxito, “Genius of Love”. La dinámica entre la pareja recuerda a lo que hacían los B-52’s, con Franz hablando sin armonía al estilo de Fred Schneider y Weymouth suavizando con la voz femenina de Kate Pierson. Pero sin nunca perder el humor inteligente y sentido de alegría de los Talking Heads. Y aquí, el resto de los músicos que se habían sumado permanecen en el escenario, haciéndolos sonar más vigorosos que nunca. Y la coreografía de Weymouth durante el último puente muestra que es una presencia igual de rara y única que Byrne en escena. “OK, that’s it for the Tom Tom Club. Nice to be here. Gonna change back into the Talking Heads. But when I say bye, we gotta go. OK? OK, bye!” se despide Franz. Cae la última nota de la canción y se apagan todas las luces del escenario. Se enciende un punto de luz que proyecta una enorme silueta de Byrne al fondo del escenario. La imagen parece decirnos que el Tom Tom Club siempre estará bajo su sombra.
La participación de Tom Tom Club representa dos cosas: por un lado es un acto de falsa modestia por parte de Byrne. Su ausencia en el escenario[1] hace que se sientan como los teloneros de lo que será el encore. Un respiro para el espectador antes de que el grupo regrese formalmente para tocar tres canciones más y terminar en un punto más alto. Es casi un acto de caridad.
Pero por el otro, se trata de uno de los momentos más significativos para el grupo de Weymouth y Frantz. Vale la pena recordar que fue un acto concebido de cierto modo para antagonizar a Byrne. Para hacer algo más divertido y alejado de las pretensiones en las que trabajaba Byrne de la mano de Brian Eno durante esta época. Su existencia no fue la primera fractura del grupo, el My Life in the Bush of Ghosts de Byrne y Eno los precede por algunos meses. Pero si uno escucha los dos discos del Tom Tom Club y los compara con los primeros discos como solista de Byrne, es claro cómo se dividieron los ingredientes que hacían de los Talking Heads un acto tan especial. Verlos tocar “Genius of Love” en Stop Making Sense deja claro qué fue esa cosa que siempre faltó en la carrera como solista de Byrne: más gente.
[1] El año pasado Byrne sacó un disco con Annie Clark, mejor conocida como St. Vincent, titulado Love This Giant. Salieron juntos en una gira por Norteamérica para promocionarlo. En los conciertos tocaban las canciones del disco, así como algunas de cada uno por separado. Durante las canciones de Byrne o los Talking Heads, Clark tocaba la guitarra. Durante las canciones de St. Vincent, Byrne no tenía nada que hacer, pero permanecía en el escenario bailando. Su presencia ahí hace más dura su ausencia durante “Genius of Love” en Stop Making Sense.
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