En aquel tiempo, pasando por tierras de Unaminea, donde hizo sus estudios de licenciado en ciencias políticas, quiso el Maestro referirse a la relación entre su manera de ser y el medio en el que vio la luz por vez primera: el trópico feraz.
Y mirando a su auditorio de unaminitas, habló. Y dijo así: “En verdad, en verdad os digo que
es difícil para quienes nacimos en el trópico atemperar nuestras pasiones. Imagínense lo que es hacer política en el trópico, donde los verdes se amotinan, donde los ríos se desbordan, donde con la canícula brota la pasión de la ya dura franqueza”.
Y algunos de los unaminitas dijeron: “¡Otra vez se amotinaron los estúpidos verdes!”
Y otros dijeron: “Bueno, si los verdes se amotinan pues es cosa de darles más puestos de elección popular o, ya de plano, más dinero…”
Y otros dijeron en voz baja: “Sumémonos a los verdes. En México, motín igual a negocio.”
Pero los discípulos explicaron: “¡No, no entendéis nada! ¡El Maestro no se refiere a esos verdes, sino a los verdes, a los muchos matices del color verde en que se baña su natal Tabasco!”
“¡Ah, claro!”, dijeron aliviados los unaminitas, “¡O sea que Tabasco se baña en verde!”
“Ya deberíais saber que esta frasecita del verde que se amotina está en sus escrituras de Él desde hace 15 años, y le sirve para explicar su convicción de que el tabasqueño debe controlar sus pasiones, tal y como Él lo hace”, dijeron los discípulos.
“¡Oh!”, dijeron más aliviados aún los unaminitas. “¡Qué bueno que Él controla sus pasiones a pesar de ser originario de tierras donde la canícula regentea el carácter sin desviarlo, el calor atormenta el alma pero la fortalece, el solazo chicotea la epidermis pero la curte y el sudor mana a manguerazos mas sin derretir el seso!”
Esta fue palabra del Señor dicha con ya dura franqueza.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.