Con el debate sobre la reforma de PEMEX y todo lo que se mueve a su alrededor (a final de cuentas, una redefinición nacional), me pregunto: ¿qué escritor está redactando un diario sobre la trepidante negociación, o qué corresponsal extranjero una crónica o libro de viajes donde se observe esta problemática? Tal vez un puñado de políticos mexicanos se pelean ahora mismo con la sintaxis para perpetuar su nombre en sendas memorias, pero no creo que haya muchos más intentos. Es lamentable ya que, a pesar de ser un tema en apariencia árido para la fabulación literaria, en manos de un narrador con recursos no dejaría de ser sugerente. Esa es la idea que me surge tras la relectura de Robbery Under Law: The Mexican Object-Lesson (1939), del novelista inglés Evelyn Waugh.
Cuando se nacionaliza el petróleo en nuestro país el gobierno inglés está más preocupado por Hitler que por las políticas del general Cárdenas. Aún así, existe indignación en los altos círculos financieros y políticos de Londres, no sólo por lo que consideran un atraco sino por la pasividad de la Corona en torno al mismo. Es en este ambiente de impotencia que el socio mayoritario de la Mexican Eagle Oil Company, Clive Person, encarga a Evelyn Waugh un libro sobre México y sus nuevas y fraudulentas políticas económicas. Ignoramos la cantidad ofrecida, pero debió haber sido considerable: Waugh (o más posiblemente, algún asistente suyo) se recluyó en la London Library hasta empaparse lo suficiente de historia y política mexicana para después viajar a nuestro país, donde estuvo alrededor de dos meses. El resultado: un tomo de considerable extensión (338 páginas en mi edición, la norteamericana) donde uno de los grandes satíricos de la lengua inglesa critica con aguda ironía el gobierno progresista de nuestro prócer, así como a toda la sociedad del México posrevolucionario.
El libro anuncia desde su primera línea: “This is a political book” y, en efecto, de sus ocho capítulos seis están dedicados a resumir, glosar y explicar la situación política mexicana. Pero si Robbery Under Law tiene alguna pertinencia el día de hoy no es por el, hasta cierto punto, superficial, dogmático y tendencioso análisis histórico de Waugh, sino por sus primeros dos capítulos: la introducción y el titulado “Tourist Mexico”.
No soy un especialista en el tema, pero sugiero que Evelyn Waugh fue uno de los primeros escritores que viajó a México como turista. Su visita no es la mística de D. H. Lawrence ni la de Graham Greene, mucho menos la científica y antropológica de un Humboldt, o una Calderón de la Barca. Waugh arriba a nuestro país en un barco –el Siboney– desde Nueva York con un grupo de lo que ahora denominaríamos spring breakers, y nos dice muy claro desde el inicio: su viaje no es introspectivo, carecerá de todo hallazgo trascendental y, mucho menos, se suscitarán aventuras. “The truthful travel book rarely works to a climax” nos dice, porque ahora la figura del turista ha sustituido a la del viajero y el primero, a diferencia del segundo, nada espera encontrar, no aguarda ninguna revelación. Es esta postura un tanto cínica de Waugh la que le da al texto, al menos a estos primeros capítulos, su viveza y actualidad: su encanto.
¿Cómo ve un spring breaker el debate petrolero? ¿Cómo se manifiesta esta discusión en la vida cotidiana de nuestro país, desde los ojos de un turista? Necesitamos ahora a un Waugh para leernos y, tal vez, entendernos. Hace setenta años era evidente para el novelista inglés que la expropiación de las compañías petroleras en México era “a very nice working model of a modern internacional-economic problem”, es decir: el fenómeno mexicano explicaba, a escala, la guerra europea. Desde su punto de vista, el gobierno del “hooligan” Cárdenas era muy similar a los totalitarios en Europa —tanto comunistas como fascistas— y eso se evidenciaba en decisiones dictatoriales que sólo en apariencia eran cabildeadas democráticamente. Si bien la expropiación petrolera fue ejecutada por el gobierno ante la negativa de las compañías por acatar las nuevas políticas de la Secretaría del Trabajo, para Waugh todo esto no fue sino una excusa legaloide para llevar a acabo un fraude con alevosía y ventaja. Desde su perspectiva el gobierno mexicano sólo esperó a que la industria del petróleo se consolidara económicamente para, después, apropiársela.
Según Waugh, “there were more good hours than bad for me, in Mexico”: se hospedó en el desaparecido Hotel Ritz, visitó Cuernavaca, Puebla, Orizaba, el puerto de Veracruz -obviamente-, e intentó llegar a Chalma, pero una serie de equívocos lo hicieron imposible. Sabemos por su correspondencia que, al llegar a Londres, descubrió que aquí le habían robado una corbata y un cepillo de marfil para su ropa, robos cuyo monto ascendía a £2.10. Su seguro de viajero tuvo la bondad de compensarlo.
– Guillermo Espinosa Estrada
es profesor de literatura medieval y autor del libro La sonrisa de la desilusión. Administra la bibliothecascriptorumcomicorum.org, un archivo de textos sobre el humor.