Hugh Macdonald (1940) es profesor emérito de música de la cátedra Avis Blewett de la Universidad de Washington en San Luis, Misuri; fue profesor de música en las universidades de Cambridge, Oxford y Glasgow, y ha publicado, entre otros libros, Berlioz (1989), Selected Letters of Berlioz (1996), Beethoven’s Century: Essays on Composers and Themes (2008) y Music in 1853: the Biography of a Year (2012). En este último, dice el autor, no se procede del modo usual de las biografías que recorren la vida de un solo individuo en varias décadas, simultáneamente señalando las influencias que en ella tuvieron otras personas, sino que se recorren los sucesos de la vida de varios individuos durante un breve periodo, para intentar “escribir la ‘biografía’ de lo que, a largo plazo, se podría considerar un momento autónomo”.
En efecto, en Música en 1853, Macdonald hilvana detalles de las vida cotidiana de los compositores, escritores, directores e intérpretes de música clásica y ópera Johannes Brahms, Hector Berlioz, Franz Liszt, Richard Wagner, Ede Reményi, Joseph Joachim, Robert Schumann y Clara Schumann entre abril de 1853 y febrero de 1854, hasta construir el tapiz de un periodo en el que pueden captarse sucesos trascendentales.
El 19 de abril, Brahms emprendió un viaje en el que conoció a algunos de los músicos más importantes del siglo, gracias a los contactos con los que contaban Reményi y Joachim. El 1 de octubre, Robert Schumann anotó en su diario: “Visita de Brahms, un genio”. Berlioz encontró, con el reconocimiento que alcanzaron sus direcciones en Londres y sus obras en Leipzig, el fortalecimiento energético que necesitaba para reanudar sus trabajos como compositor después de tres años de sequedad. A finales del año, Wagner concluyó el primer borrador de El oro del Rin y empezó a componer El anillo del nibelungo. Durante aquel año, Liszt tuvo, como de costumbre, una agenda sumamente agitada: dio clases, dirigió óperas, interpretó el piano, estuvo activo con sus obligaciones sociales de la corte y con la correspondencia con varios músicos, revisó composiciones antiguas, publicó algunas propias y escribió otras nuevas.
Entre los eventos más destacables que se produjeron en aquellos diez meses del periodo seleccionado por Macdonald, el Festival de Karlsruhe que se realizó entre el 3 y el 6 de octubre ocupa el primer lugar, en tanto representó, al decir de un crítico de la época, la “entrada del Arte Moderno en el sur de Alemania”. Liszt preparó una programación que incluyó “música de Wagner, Berlioz y él mismo, con una interpretación de la Novena sinfonía de Beethoven como acontecimiento principal, y homenajes a Meyerbeer y Schumann”.
Además de los detalles sobre los músicos, Música en 1853 contiene indicaciones y precisiones de sumo interés. Entre otras, la importancia destacada de la ópera en París, incluso por sobre su tratamiento en Italia. La ausencia de escuelas de música en Londres que les permitió a los músicos extranjeros tocar allí. Los grandiosos intérpretes de los Países Bajos de los que poco se tiene noticia en la llamada cultura musical europea.
Música en 1853. La biografía de un año, de Hugh Macdonald es, sin duda, un libro sumamente rico en detalles sobre la vida cotidiana de algunos de los músicos más representativos del siglo XIX. Sin embargo, su mayor fortuna, considero, reside en la forma adoptada por el autor, que ha escrito un libro de historia con un valioso contenido académico que se puede leer como una novela o una crónica extensa. De las cartas y diarios de los artistas, Macdonald extrae sucesos de los viajes y de las vidas privadas; también de las comunicaciones que tuvieron entre sí, con mecenas y nobles de la época, y de la preparación y ejecución de conciertos individuales y colectivos.
Articulando los catálogos y la ingente bibliografía de libros y artículos especializados sobre los contextos sociales, culturales y políticos de la época, Macdonald compone un texto liberado de la captación fría del discurso académico, lo carga con expresiones literarias que generan deleite y se provee de una escritura que consigue transfigurar la biografía de un año en un relato de aventuras, vibrante y emocionante.
Mateo Navia Hoyos es historiador.