Comparar para intensificar. Entre la tradición y la creatividad

El uso de construcciones aparentemente de comparación para intensificar es una muestra más de la creatividad del lenguaje humano.
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Comienzan las vacaciones para muchos y es tiempo, por tanto, de parar, descansar y dedicarse una a las preguntas importantes. Esas que durante el año no tenemos tiempo para hacernos. Preguntas como: ¿Quién era Abundio? ¿Hay pruebas de que realmente fuera tan tonto como lo pintan? ¿En qué sentido es sorda una tapia? ¿Tiene más problemas de audición que un murete o una pared maestra? y ¿Realmente son tan brutos los arados como dicen? Os pueden parecer así, a bote pronto, preguntas poco serias, pero os aseguro que no ha faltado quien les ha buscado una respuesta sensata. Así, por ejemplo, una búsqueda rápida en la red nos devuelve un conjunto de propuestas más o menos elaboradas sobre el personaje histórico o de ficción que podría ser Abundio. 

No vengo yo aquí a desmentir teorías sobre el origen histórico de las expresiones. Ya sabéis que no es mi campo de investigación. Pero lo que vengo a contaros es que, en realidad, la expresión ser más (añada adjetivo) que (añada sintagma nominal), que da lugar a frases como ser más tonto que Abundio, más sordo que una tapia o más bruto que un arado, entre otras muchas, no es una expresión comparativa. Vamos, que no está comparando a nadie con Abundio o con la tapia, aunque lo parezca. En realidad, se trata de una expresión evaluativa (superlativa), que significa que alguien es tonto, sordo o bruto en grado máximo. Para ello, el sintagma nominal elegido será cualquiera que suene relacionado con la característica en cuestión. Da igual si existió un Abundio concreto que fuera muy tonto. Es un nombre poco usado y que nos recuerda a tiempos y lugares donde la gente no daba importancia al intelecto; en el nombre tapia creo que interviene el imaginario colectivo de lo inútil que es hablarle a una pared; en el de arado, simplemente, su cercanía semántica con las bestias. Nos vale, por tanto, un prototipo, pero también una palabra relacionada (del modo que sea) con el adjetivo en cuestión.

Los lingüistas que trabajan dentro de la denominada Gramática de construcciones lo tienen claro: hay determinados esquemas oracionales que nos transmiten significados. Y esto es, precisamente, lo que ocurre con la expresión ser más (A) que (N), que aprendemos a ignorar las palabras concretas que lo conforman y lo traducimos directamente como “ser (A) en grado sumo”. Los que estéis muy interesados podéis leer la tesis doctoral que defendió Pedro Iborra en 2021. 

No obstante, más allá del análisis concreto de la construcción, lo que me inquieta es que este tipo de falsas comparaciones se suman a otras muchas expresiones superlativas, como cuando decimos que nuestra suegra hace la mejor tortilla de patata del mundo o que lo que nos ocurrió esta mañana es el colmo de los colmos. Tenemos que reconocer que pertenecemos a una cultura en la que tendemos a la exageración. Todo es buenísimo o malísimo. Y de ahí nuestra necesidad de crear y usar todo tipo de expresiones para reflejar este significado. Y, entre todas las expresiones, la que hoy nos preocupa es probablemente la mejor. Porque, a pesar de ser una comparación falsa, la construcción comparativa ayuda a la hipérbole. Así, pensando en una escala de tontos, Abundio es el más tonto de todos, pero el sujeto de es más tonto que Abundio, todavía lo es más. El sujeto de esa construcción se encuentra, como vemos, más allá de cualquier escala.

Pero acabo de decir que, en una escala de tontos, Abundio es el más tonto de todos y esto me parece interesante. Porque en esta construcción podemos poner el nombre que queramos (más pesada que Rita, más canalla que el vecino de tu hermano). Y sea quien sea al que pongamos ahí, se convertirá, por arte de birlibirloque, en el ejemplar más pesado o canalla de todos. Y es que la relación entre el léxico y la sintaxis es de ida y vuelta. Es cierto que decimos que es más feo que Picio porque Picio suena a una época en la que la gente cuidaba poco su aspecto físico, pero también es cierto que nos parece más feo porque aparece en la construcción. El lenguaje humano, siempre a caballo entre la tradición y la creatividad. 


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