Imagen: Fidel Gonzalez/Wikimedia Commons

El aire contaminado que respiramos

La Ciudad de México lleva años padeciendo una mala calidad del aire y las medidas para lidiar con esta concentración contaminante han sido insuficientes para reducir los niveles nocivos para la salud. La crisis actual no parece distinta.
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La mala calidad del aire parecer ser una constante para los habitantes de la Ciudad de México. De febrero de 1988 a abril de 2019, las autoridades han activado en 69 ocasiones el Programa para Contingencias Ambientales Atmosféricas en la Zona Metropolitana del Valle de México por contaminación severa de ozono o partículas. En 2016 se alcanzaron máximos históricos en los niveles de ozono y se declararon diez contingencias ambientales. En 2017 se presentaron cuatro, una de ellas la más prolongada. Para 2018, los niveles de contaminantes en el aire se redujeron y solo se registraron dos contingencias. El reporte Las ciudades más contaminadas del mundo 2018, realizado por Greenpeace y IQAir Visual, colocó a la Ciudad de México en el lugar 30 de las metrópolis con la peor calidad del aire, con una concentración promedio de partículas PM2.5 de 19.7.

Después de cuatro días de altos niveles de contaminación, el 13 de mayo, la Comisión Ambiental de la Megalópolis activó una contingencia ambiental extraordinaria por registrarse muy mala calidad del aire debido a los incendios forestales que ocurrieron durante el fin de semana. Más tarde, se activó una contingencia por ozono, una vez que los niveles de ese gas superaron los límites establecidos.

Las partículas PM2.5, llamadas así por medir hasta 2.5 micrómetros, contienen sulfato, nitratos y carbono, sustancias que representan un gran riesgo para la salud humana. Estos contaminantes se producen en la combustión de motores, madera y carbón. Algunos de los efectos de inhalarlos son asma, enfisema pulmonar, bronquitis, cáncer, ataques cardíacos e incluso demencia, obesidad, ataques psicóticos e infertilidad, como prueban los últimos estudios realizados en la Queen Mary University London. Hace un año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que el 90% de la población mundial respira aire contaminado y que anualmente mueren de manera prematura siete millones de personas por enfermedades relacionadas con esto. En términos económicos, estas muertes representan un costo anual de 225 mil millones de dólares, según el Banco Mundial.

A pesar de que la Ciudad de México se comprometió ante la OMS a establecer estándares para usar vehículos más limpios, introducir transporte público con bajas emisiones de carbono y prohibir vehículos particulares que usen diésel para 2025, las políticas públicas actuales para frenar la contaminación son ineficientes.

Los vehículos son los principales responsables de la mala calidad del aire, pues producen entre el 53 y el 56% de las partículas suspendidas en la Ciudad de México, según los Indicadores de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero. En enero, Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, anunció modificaciones al programa de Verificación Vehicular. Mientras que anteriormente los vehículos del año 2006 a la fecha debían someterse a dos pruebas, el Diagnóstico a Bordo (SDB) y el análisis de emisiones contaminantes, ahora solo tendrán que realizar la primera. Eso tiene como resultado que más vehículos tengan derecho a los hologramas 0 o 00, es decir, que límites de nitrógeno están por debajo de los 250 óxidos y pueden circular sin restricciones. Para Sergio Zirath Hernández, director general de Calidad del Aire de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, las medidas no serán más “relajadas” sino que se le otorgará prioridad a los vehículos más nuevos y menos contaminantes. No obstante, los abogados Bernardo Bolaños y Gunnar Hellmund han emprendido una acción legal contra el gobierno capitalino por considerar que dicha medida viola el artículo 4˚ Constitucional que señala que toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano y los tratados internacionales, como la Declaración de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano.

En entrevista, Bolaños declaró que “está prohibido tomar medidas regresivas”. A través de las redes sociales, los abogados iniciaron un movimiento por mejorar la calidad del aire con médicos, académicos y personas cuya salud se vio afectada por el aire contaminado: menores de edad, ciclistas y personas con enfermedades crónicas. El seis de mayo, un juez federal falló en favor de las doce personas que solicitaron un amparo y emitió la primera orden de emergencia que obliga al gobierno a regresar de manera inmediata al proceso vehicular anterior. En tanto el gobierno acata la sentencia, cerca de 200 mil vehículos más circulan libremente y, por ende, emiten sustancias que representan un riesgo para la salud de quienes viven y transitan por la zona metropolitana.

Como recuerda Bolaños, cada estado de la República expide leyes en materia de control de vehículos para limitar la contaminación. “Aunque hay zonas metropolitanas que rebasan las fronteras de los estados, el derecho sigue siendo local o federal, más que megalopolitano”. Además de endurecer el proceso de verificación vehicular, Bolaños sugiere controlar la corrupción que existe en los verificentros, en particular en el Estado de México, renovar y sustituir los camiones y el transporte público que funciona con diésel por unidades eléctricas y reservarles más carriles.

Esta no es la primera ocasión en que un grupo de ciudadanos le exige a sus gobernantes mejorar la calidad del aire. Tras cinco años de luchas legales encabezada por ClientEarth, una ONG británica de abogados ambientalistas, en 2015, los cinco jueces que integraban el Tribunal Supremo del Reino Unido dictaminaron que las autoridades británicas tenían que diseñar planes de acción eficaces para frenar la contaminación atmosférica. Ahora, el índice de contaminantes en Londres ha disminuido gracias a varias acciones, como campañas de reforestación, financiamiento para que los ciudadanos puedan cambiar sus vehículos por unos más amigables con el medio ambiente, la puesta en marcha de la red de transporte público híbrido y cero emisiones más grande de Europa y la introducción de impuestos a los vehículos que circulen por la zona centro de la ciudad.

Por lo pronto, en la Ciudad de México, la crisis ambiental y de salud continúa. Sheinbaum señaló que la administración anterior no contaba con un protocolo para atender este tipo de emergencias ambientales, por lo que se tomó la decisión de suspender actividades de poda, bacheo y pavimentación para evitar congestionamiento vehicular, activar el programa Hoy No Circula y recomendar a la población no realizar actividades al aire libre.

Aunque estas medidas pueden contener parcialmente el incremento de las partículas contaminantes, para Mario Molina “no son tan eficientes”, ya que las partículas PM2.5 son muy pequeñas y difíciles de filtrar. “Por ahora, se deberá esperar a que el aire y la lluvia ayuden a disipar los contaminantes”, declaró en entrevista.

El Premio Nobel de Química también insistió en la necesidad de invertir en programas medioambientales. De la misma opinión es Bolaños, quien considera que una mala política ambiental “no le conviene a nadie”. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) fue una de las dependencias más afectadas por los recortes presupuestales. La Comisión Nacional Forestal, encargada de las tareas de reforestación, prevención y combate de los incendios y protección de los ecosistemas, cuenta con un presupuesto de 2 mil 765 millones de pesos, mil millones menos que en 2018. Ello limita la contratación de brigadistas para atender los incendios forestales que han ocurrido en los últimos meses. El centro, sur y sureste del país se encuentran en llamas, como muestra un mapa de la NASA, pero sin recursos es difícil atender la emergencia.

Las condiciones actuales han incrementado la preocupación en torno a las escasas medidas que se han tomado para frenar la contaminación atmosférica, pero la responsabilidad no es únicamente de las autoridades. Como aconseja Bolaños, los ciudadanos “debemos ser oposición y colaboración al mismo tiempo del nuevo gobierno, según el sentido común y el interés público”. Incentivar el uso compartido del automóvil, evitar la quema de pastizales y desechos, usar el transporte público y la inversión en fuentes de energía limpia son acciones que reducirían las emisiones contaminantes, frenarían el impacto del cambio climático y salvarían vidas.

Con investigación de Karla Sánchez.

 

Actualizado el 16 de mayo a las 13:32 para incluir declaraciones de Bernardo Bolaños.

 

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