Las expresiones referenciales. En recuerdo de Manuel Leonetti

La ambigüedad y las dos lecturas posibles de las expresiones referenciales son la principal fuente del efecto humorístico.
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Hace ya casi nueve meses que perdimos a Manuel Leonetti. Un ciclo completo para todos nosotros, la familia de lingüistas, que nos movemos al ritmo que marcan los cursos académicos. Es quizá por eso que es ahora, que se van a cumplir dos cuatrimestres de ausencia, cuando me siento preparada para hablar de él, nuestro querido amigo, maestro y compañero; el que estaba siempre ahí, dispuesto a ver la botella medio llena y a disminuir nuestro síndrome del impostor con una sonrisa y un comentario amable. Y lo voy a hacer de la mejor manera que sé: escribiendo de lingüística y buscando sonrisas en los lectores a través de los mecanismos del humor. Esos mecanismos que él mismo nos explicó en la charla que dio en Zaragoza hace unos años y que podéis ver aquí.

Manuel era un lingüista inteligente y valiente que se atrevió a investigar muchos asuntos distintos a lo largo de su carrera. Pero para mí siempre será el que me abrió la puerta a comprender el modo en que el lenguaje habla del mundo extralingüístico. Por eso, he decidido dedicar esta columna de abril a los tipos de expresiones referenciales. Lo que normalmente se denominan “sintagmas nominales” y que tienen el objetivo comunicativo de nombrar objetos o sujetos de la realidad.

El asunto parece sencillo. Si queremos hablar de algo o de alguien, usamos un sintagma nominal precedido de un determinante o un cuantificador (el coche, esta señora, mi madre, un vecino gruñón). Mi interlocutor escucha ese sintagma y lo relaciona con un sujeto o un objeto real. Hasta ahí todo bien. Y, sin embargo, como siempre ocurre en lingüística, las cosas no son tan sencillas. En primer lugar, las expresiones referenciales nos sirven tanto para hablar de individuos concretos (esta tarde tengo que pasear al perro), como de clases de individuos (el perro es un mamífero). En ocasiones, las dos lecturas están disponibles y surge el efecto humorístico, como en los siguientes ejemplos: 

Esta ambigüedad entre la lectura genérica (de clase) y la individual es especialmente interesante cuando se combina con un verbo. La interpretación puede ser distributiva o no, como en los siguientes casos, en los que cada pensionista o cada riojano pueden recibir el total del dinero o de los huevos o solo una parte proporcional:

Otro asunto interesante surge cuando usamos nombres colectivos. En este caso, la ambigüedad aparece sola, pues el verbo se puede referir al colectivo o a los individuos particulares que lo forman. Como en el ejemplo que aparece a continuación. Aquí, ¿quién crece?

Por otra parte, cuando usamos las expresiones referenciales para hablar de individuos, también existen diversas posibilidades, pues podemos estar hablando de un individuo en concreto (como en el ejemplo: anoche vino un especialista) o de cualquier individuo que cumpla una serie de requisitos (como en necesitan urgentemente un especialista). En el primer caso hablaremos de expresiones referenciales específicas y en el segundo de inespecíficas. ¿Se pueden encontrar ejemplos de ambigüedad aquí también? Por supuesto: 

Tradicionalmente, esta ambigüedad entre lectura específica e inespecífica los lingüistas la solíamos relacionar con los sintagmas indefinidos (introducidos por artículos como un, una). Sin embargo, también es posible encontrarla con sintagmas definidos, introducidos por artículos determinados o incluso demostrativos. Son los denominados Definidos débiles.

El profesor Leonetti, que era un lingüista de raza, se interesó por este asunto y en su trabajo de 2019 titulado “Formas definidas, interpretaciones indefinidas” ofrece una elegante propuesta que explica en qué condiciones y cómo se produce esta posible interpretación. Si comenzamos este pequeño homenaje viendo una charla de Manuel, que culmine de la mejor manera posible: leyéndole. 

Nada es como parecía al principio. Las expresiones referenciales no son tan sencillas como pensábamos y Manuel no se ha ido del todo. Continúa entre nosotros, cada vez que lo leemos.

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Mamen Horno (Madrid, 1973) es profesora de lingüística en la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigación de referencia de la DGA
Psylex. En 2024 ha publicado el ensayo "Un cerebro lleno de palabras. Descubre cómo influye tu diccionario mental en lo que piensas y sientes" (Plataforma Editorial).


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