La última vez que la gente se preocupó tanto por los chatbots fue cuando Microsoft lanzó uno que se volvió famoso por sus tendencias racistas. En 2016, Tay pareció confirmar las sospechas de los escépticos de la inteligencia artificial; sin embargo, las cosas han cambiado gracias al éxito arrollador de ChatGPT, que ha dado a los optimistas de la Inteligencia Artificial (IA) un futuro por el cual alegrarse. Lanzado por OpenAI en noviembre, y mejorado hace unas semanas con la introducción limitada de su modelo de aprendizaje GPT-4, ChatGPT ha dejado a cientos de millones de usuarios asombrados (y asustados) por su avanzada capacidad de procesamiento automático de textos, que está destinada a ser cada vez más potente. Aunque es realmente impresionante, también está estimulando la “carrera armamentista” más tonta de la industria tecnológica desde el boom de las criptomonedas durante la pandemia.
En el desarrollo de la inteligencia artificial hay mucho en juego: las batallas entre Estados Unidos y China, las ambiciones de las grandes empresas de tecnología por hacer más negocio, y el futuro del trabajo. No obstante, esto no solo se trata de que ChatGPT haya sembrado el pánico entre gigantes intocables del pasado como Google, empujándolos a acelerar el desarrollo de sus propias herramientas de texto basadas en inteligencia artificial con la esperanza de dar paso a la próxima generación de búsquedas en línea. Resulta que, además, innumerables desarrolladores, nuevas empresas, compañías y herramientas de software se están apresurando a incorporar bots del estilo de ChatGPT en todo lo que pueden, a menudo de formas menos aterradoras, pero simplemente extrañas.
Extraño… y sin sentido. Repitan conmigo: no todo necesita un chatbot.
Algunos ejemplos: ahora puedes “chatear” con copias digitales de tus libros, ensayos y trabajos de investigación favoritos, ¡incluso en formato PDF! (La versión de Google de esta brujería se llama “Talk to Books”, “Háblale a los Libros”. ¿Quién iba a decir que El guardián de las palabras resultaría ser tan perspicaz?). Puedes chatear con artículos de Wikipedia o con videos de YouTube; con una herramienta llamada SolidPoint, incluso puedes obtener “resúmenes” de todos tus vídeos favoritos de YouTube y ver qué otros resúmenes son tendencia (sea lo que sea que signifique en este contexto).
Gracias a empresas nuevas como Interflexion y Kore.ai, puedes conversar con profesionales falsos y empleados falsos e incluso clientes falsos. De paso, también puedes chateat con esta aplicación para generar mensajes que, a su vez, puedes utilizar para chatear con otra aplicación. O hablar con tu NFT favorito con cara de mono, cortesía de Alethea A.I., o con un niño de la Generación Z imaginario para aprender el vocabulario de TikTok, gracias a Studio M64. Incluso puedes transformar tu propio sitio web personal en un chatbot gracias a los servicios de la ingeniosa startup SamurAI. Pero, ¿por qué limitarse al navegador? ¿Por qué no conseguir un mini-ChatGPT para cada uno de los productos de Microsoft o Google que utilices, desde PowerPoint hasta las aplicaciones de mensajería, ya que ambas empresas se están apresurando a incluir la Inteligencia Artificial en todos sus productos? ¿O quizás prefieras agregar un chatbot en tu aplicación de mensajería encriptada favorita? ¿Verdad que siempre has querido conversar con tu aplicación de libreta de notas? ¿O con tus sueños? ¡Quizá también haya un chatbot que pueda tranquilizarme!
Más allá de sarcasmos, existen numerosas aplicaciones útiles para las tecnologías con generación de texto, y varios programas hacen que las posibilidades de más habilidades similares a GPT sean bastante atractivas. Para mí, que soy el peor en el mundo tomando notas y guardándolas, la idea de subir toda mi investigación/borradores /capturas de pantalla/citas, en una gran cantidad de plataformas y dispositivos, en una aplicación todopoderosa que los clasifique y organice rápidamente… suena increíble. Parece increíble. Y, desde luego, si – énfasis en el si – la tecnología de los robots de chat mejora en términos de recopilación de información precisa y citación de fuentes, las posibilidades de descubrimiento serán infinitas.
Aún así, hay una razón clave por la que esa prisa por chatbotificarlo todo parece prematura. A pesar de sus extraordinarios avances, la mayoría de las herramientas de inteligencia artificial y aprendizaje automático son incoherentes y poco fiables, además de ser fácilmente explotables, porque en el fondo son máquinas entrenadas para jugar con asociaciones de palabras y predicciones de la sintaxis, no para mantener una conversación real. Cualquier uso de estas aplicaciones en un contexto de investigación requiere al menos un mínimo de supervisión y escrutinio.
Además, es una incógnita si en realidad disfrutaremos de todos estos bots “personalizados” una vez que estén metidos en nuestros documentos de Word y presentaciones. Llevamos mucho tiempo teniendo chats de atención al cliente para infinidad de servicios como soporte técnico, seguros, recomendaciones de cultura pop, y a una amplia mayoría de consumidores no les gustan estas experiencias lentas, evasivas y poco útiles. Aunque las empresas de inteligencia artificial mejoren su tecnología, ¿nos ayudarán realmente, o será que simplemente los nuevos robots nos manipularán de manera más eficaz en nombre de sus creadores?
Mucho de esto es sensacionalista, pero lanzar chatbots por todas partes cuando hay mucha expectativa pero poca comprensión por parte del público, como en los ciclos de conmoción anteriores con el blockchain y el metaverso, no es una idea exenta de riesgos. Por un lado, si los productos de OpenAI, su socio Microsoft, y su competidor Google, representan la cima de la categoría, no todos los chatbots funcionarán según sus estándares. Las aplicaciones de chat entrenadas con modelos lingüísticos avanzados como GPT-4 pueden tener más barreras y menos margen de error, pero también serán las más caras, gracias en parte al enorme poder de cómputo necesario para funcionar en su mejor capacidad.
Las líneas de productos en auge de chatware barato o gratuito representan lo peor que se puede ofrecer en este campo, en términos de precisión, confianza, estabilidad y “conocimiento” (por no hablar de la conversación real). Las actualizaciones como GPT-4 todavía no pueden proporcionar una solución masiva, en parte debido a los límites de escala y también porque, hasta ahora, las aplicaciones GPT-4 de la vida real, como el motor de búsqueda automatizado de Bing, son más conocidas por su naturaleza errática que por su utilidad.
Llevamos años interactuando con chatbots de todo tipo. Ha sido sobre todo un chiste, y para algunas personas lo sigue siendo, pero la nueva promesa es que estos bots puedan comunicarse como humanos virtuales y mejorar con cada conversación que mantienen con nosotros. ¿Cuál es el problema? Por muy grande que sea tu modelo, no puedes optimizar todas las facetas de una personalidad viva en una computadora. Como demuestran los propios ejemplos de M64, es más probable que un chatbot de la Generación Z acumule todo tipo de slang (jerga) en una frase dada a que refleje realmente cómo hablan los Zoomers.
La fiebre del oro impulsada por ChatGPT está reavivando un mercado de antaño en decadencia, lo que permite un montón de opciones interesantes más allá de los Cleverbots del mundo. No cabe duda de que más adelante se corregirá la precisión y la funcionalidad, y de que habrá posibilidades interesantes. Pero la pregunta más importante es: ¿realmente queremos chatear con todo lo que nos rodea, todo el tiempo? Sospecho que ni siquiera GPT-4 tiene todavía una buena respuesta. ~
Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es editor en Slate.