Imaginemos esta situación: nos despertamos un día y no tenemos acceso a nuestras cuentas de redes sociales o correo electrónico. No se resuelve fácilmente porque no se trata simplemente de reiniciar el router, sino que el servicio de Internet fue suspendido en toda la región por un tiempo indefinido.
Así han sido las mañanas de muchos pakistaníes que se enfrentan a frecuentes suspensiones del servicio de Internet. Durante algunas festividades y eventos religiosos, como el Eid al-Fitr o el Ashura, los ciudadanos pierden acceso a Internet por “medidas de seguridad”, según las autoridades. Muchas veces, estas suspensiones del servicio duran días; el servicio de telefonía móvil solo está disponible durante algunas horas en la noche.
La situación es mucho peor en las Áreas tribales bajo administración federal de Pakistán (FATA, por sus siglas en inglés), donde el acceso a medios digitales ya está bastante limitado. Esas áreas tienen acceso a Internet tan solo desde 2005. Desde entonces, el gobierno ha suspendido el servicio frecuentemente. Por ejemplo, durante una operación militar, interrumpió el servicio desde 2010 hasta 2012. Estas operaciones han afectado mucho la infraestructura del territorio, lo que ha ocasionado suspensiones extensas de diversos servicios, como electricidad, teléfono, teléfono móvil e Internet de banda ancha en casi toda la región. Sin embargo, hasta 2014, las FATA no tuvieron realmente acceso a Internet. Incluso entonces, el acceso seguía siendo limitado: solamente en algunas áreas había redes móviles en operación; los habitantes de zonas cercanas extendían la señal utilizando diversos aparatos técnicos, como routers baratos o amplificadores de señal.
Ahora, ya ni siquiera tienen ese limitado acceso. El 12 de junio de 2016, 4.5 millones de residentes de las FATA descubrieron que el gobierno había suspendido nuevamente el acceso a Internet. Esta vez, el acceso desde dispositivos portátiles 3G/4G, que son el medio más usado para acceder a Internet en las FATA. La suspensión surgió tras una serie de enfrentamientos armados entre Afganistán y Pakistán en la frontera de Torkham el 11 de junio de 2016. Las autoridades implementaron las medidas de seguridad de inmediato y suspendieron los pocos servicios de Internet disponibles a través de dispositivos móviles en las siete regiones de las FATA. Un poco más de un año después, la suspensión continúa.
Hay algunas alternativas, como usar los servicios de telecomunicaciones de Afganistán o, en algunos casos puntuales, pagar precios altos por Internet de banda ancha. Pero el Internet de banda ancha representa menos del 5 % de todas las conexiones disponibles. Abid Wazir, investigador independiente que trabaja en Islamabad, originario de Waziristán del Sur, en las FATA, dijo: “Los hogares no pueden adquirir conexiones de banda ancha, a menos que el solicitante tenga influencias y contactos”. Las instituciones que quieren instalar servicios de banda ancha “primero deben enviar una solicitud al político encargado de la zona, que después transfiere la solicitud a las fuerzas militares. Solamente después del riguroso control y de la aprobación de los oficiales militares se puede instalar la conexión. Pero, incluso entonces, nadie puede predecir la calidad ni la disponibilidad de la conexión”.
De acuerdo con Wazir, a principios de 2016, uno de sus amigos que vive en Wana instaló un cibercafé en su tienda para que los clientes utilizaran sus dispositivos y se conectaran con el servicio de banda ancha que había adquirido. Pero la suspensión ocurrió poco tiempo después, y su amigo perdió el prometedor negocio.
Las FATA son una zona complicada por las operaciones militares contra organizaciones terroristas, que han ocurrido habitualmente en la región desde 2004. De acuerdo con una encuesta realizada por el ACNUR en diciembre de 2016, se han desplazado a un total de 74,826 familias en las FATA. Después de trece años de conflictos, los pakistaníes siguen teniendo vidas nómadas con acceso limitado o sin acceso a necesidades básicas, como a la educación, que es obligatoria según la Constitución de Pakistán. Pero las FATA no son constitucionalmente de Pakistán, por lo que sus residentes no son ciudadanos y no tienen los derechos básicos que respalda su Constitución.
Tal vez el Internet haya llegado un poco tarde a las FATA, pero su uso como herramienta para aumentar la participación y la concientización políticas se expandió rápidamente. Un estudiante me dijo que los habitantes de las áreas tribales usaban plataformas en línea para crear conciencia sobre los problemas de la región, como la falta de electricidad o el trato abusivo de las fuerzas de seguridad. Por ejemplo, el movimiento político en contra de la severa ley sobre delitos en distritos fronterizos, que fue decretada en 1901 por el gobierno británico y que le niega cualquier derecho humano básico a los habitantes de las FATA, cobró impulso con Internet en 2015. Ahora, ese activismo político fue apagado. Samrena Khan, presidenta de la Organización de Estudiantes de las FATA, dice que la interrupción al servicio es un intento de detener el progreso que las personas han obtenido en las FATA y agrega: “Las autoridades tienen miedo de nuestro potencial. Saben que una conexión con la comunidad global solo puede significar revolución. Por eso, interrumpieron todos los canales de comunicación que tenemos”. El 19 de julio, su grupo realizó una protesta en contra de la suspensión de Internet.
Khan dijo: “El año pasado, había 70,000 estudiantes inscritos en las instituciones educativas de las FATA. De esa cantidad, 40,000 estudiantes no tenían los libros obligatorios para sus clases. Si tuviéramos acceso a Internet, los alumnos podrían haber accedido a los libros en versión digital”. Muchos estudiantes dejaron su institución por eso. Ahora, Khan se preocupa por que esos estudiantes no terminen con problemas de drogas, algo muy común en las FATA. Otro estudiante me contó que la interrupción del servicio afecta gravemente sus intentos por obtener una beca en el extranjero.
Las mujeres, que ya están en una situación muy vulnerable en la sociedad pakistaní, están aún más oprimidas en las áreas tribales. Su movilidad está muy restringida y, ahora, también su capacidad para obtener información. Además, muchos hombres de las FATA se van a países del Golfo para realizar trabajos manuales en proyectos de construcción. Antes de la interrupción del servicio, varios emprendedores locales instalaron cibercafés para que los residentes pudieran hablar con sus familiares en el extranjero. Como esos lugares ya no existen, las familias pueden llegar a pasar meses sin poder comunicarse.
Y, como es de esperarse, la suspensión también complica el trabajo de los periodistas en la zona. Rasool Dawar, periodista en Peshawar, señala que los periodistas de las FATA suelen tener que viajar largas distancias para apenas obtener señal de telefonía móvil y poder informar a sus editores. “Como en las FATA no hay medios de comunicación, todos los días, los periodistas tenemos que viajar entre 50 y 60 kilómetros entre Bannu y Peshawar para enviar las noticias a nuestras respectivas empresas. Esto suele ocasionar retrasos en las noticias, que además casi siempre son urgentes”. Por ejemplo, en Parachinar —la capital de la región de Kurram en las FATA—, el 23 de junio, una organización terrorista realizó dos atentados de bomba. Los residentes, que han tenido que convivir con actividades terroristas durante las últimas décadas, organizaron una protesta para exigir justicia y para que el gobierno rindiera cuentas. Pero tanto la protesta como los dos atentados recibieron muy poca cobertura de prensa, en gran parte, debido a la inaccesibilidad de Internet.
Periodistas y defensores de derechos civiles en las FATA han enviado solicitudes a las fuerzas de seguridad para que restauren las redes móviles y de Internet en la región. El gobierno solo ha respondido que quiere ayudar a los habitantes de la zona, pero que existen ciertos problemas técnicos. Recientemente, el gobierno de Pakistán anunció que tres regiones del área tribal contarán con, al menos, acceso a redes de telefonía 3G, pero se cree que las redes no volverán al resto de las FATA por unos años debido a complicaciones técnicas. Mientras tanto, los habitantes de las FATA merecen recibir apoyo de la comunidad global. “No nos vamos a rendir porque estamos luchando por nuestros derechos, y nadie puede evitar que luchemos por eso”, dijo Khan. Ella y otros activistas creen que algún día obtendrán los derechos constitucionales que tanto les han negado.
Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es defensora de los derechos digitales y especialista en comunicación para el desarrollo (C4D) en Pakistán.