Patricia Highsmith de joven, en el documental "Loving Highsmith".

Patricia Highsmith y su vida nada normal

Por momentos crédulo y poco incisivo, el documental "Loving Highsmith" muestra cómo era la escritora más allá de la imagen pública que cultivó, para deleite de sus admiradores cinéfilos, lectores y escritores.
AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Patricia Highsmith, mito americano, es un emblema de la escritora neoyorquina, encorvada de tanto golpear la máquina de escribir, con el cabello echado hacia un lado y con el flequillo corto sobre la frente, siempre con el cigarro entre los dedos o los labios.

Su imaginario nos acompaña y, más que eso, nos ha calado profundamente, pero no lo sabemos. El responsable de su trascendencia, que por supuesto tiene como punto de partida sus historias insólitas, es el cine –el señor Cine, como diría Agnès Varda para referirse a la fuerza y pulsión escópica colectiva–, que siempre vuelve a la escritora estadounidense.

La excentricidad de las historias de Highsmith está en el destino de los personajes más que en su comportamiento, que siempre es anormal. Hay varios casos, pero quizá los más representativos sean dos. El primero de ellos es Extraños en un tren (1951), película de Alfred Hitchcock que llevó a la pantalla la primera novela de la escritora, poco tiempo después de su publicación. En este filme, un divertimento genial de nuestro querido genio, dos hombres raros –hoy diríamos queers– deciden intercambiar odios y resentimientos, canjear sus planes de asesinato. El otro momento imprescindible de Highsmith en el cine le corresponde al filme de Todd Haynes Carol (2015), que cuenta la historia de dos mujeres que se aman y que –¡sorpresa!– pueden continuar con su vida sin ser castigadas por sus deseos. Son películas importantes de dos momentos representativos de los últimos setenta años en los que ha pasado mucha agua bajo el puente: ahora se puede hablar –por lo menos en ciertos guetos culturales o burbujas sociales– ya no de anormalidad, sino de identidad. En medio hay, claro, otros creadores que han retomado a Highsmith: René Clement, Michel Deville, Wenders, Chabrol, Minghella.

El documental Loving Highsmith (2022), de la cineasta suiza Eva Vitija, muestra el lado íntimo y creativo de la escritora a través de fragmentos de su diario, entrevistas, cartas y testimonios de familiares y de varias de sus amantes; estos recursos están apostillados por imágenes de cintas que recuperan su obra. Es decir, se trata de una película que deleita a quienes conocen sus adaptaciones al cine, y también dirigida al público que quiere saber cómo era Highsmith más allá de la imagen de la escritora que triunfó a los treinta años con su novela debut, de cuya macabra imaginación nació la saga de novelas de Tom Ripley, personaje seductor, amoral, frío y a veces sentimental, un asesino en serie de sexualidad ambigua.

La tesis de Vitija es sugerente, pero también crédula: su memoria, la historia de su vida, fue ficcionalizada por ella misma. Las afirmaciones de la película surgen de sus propios escritos biográficos y de la ficción de sus historias. Según Highsmith, su madre, con la que mantuvo un tortuoso vínculo que la marcó para siempre, quiso abortar antes de su nacimiento. Aunque no es explícito, el montaje de Loving Highsmith apunta a que la escritora siempre buscó la imagen materna en sus relaciones amorosas.

Nacida en la conservadora Fort Worth, Texas, que con su madre y su padrastro dejó a la edad de seis años para vivir en Nueva York, Highsmith prefirió, ya adulta, alejarse de todo para vivir en Europa. La visión de Vitija muestra un lado menos conocido de la creadora de Ripley, su alter ego, como declaró en una entrevista que recupera el documental: su alocada juventud y la manera libertaria de vivir su sexualidad, como aseguran varias mujeres que compartieron experiencias importantes con Highsmith, algunas efímeras y otras duraderas. Por el filme también desfilan algunos curiosos familiares texanos que prefieren no saber los detalles de la vida amorosa de su célebre parienta. 

Con delicadeza y quizá con excesiva distancia para sorber su complejidad, Vitija sobre todo acaricia a Highsmith. Por el contrario, evita enjuiciarla por rasgos escabrosos como su antisemitismo, algo que le ha reclamado un sector de la crítica internacional. Decíamos que el filme, que tampoco se centra en su personalidad malhumorada, es un tanto incauto al confiar en las palabras que la autora escribió en múltiples diarios; se sabe que Highsmith solía escribir en sus cuadernos y fechar los textos de manera arbitraria, consignarlos con fechas anteriores, algo muy común entre el grupo de mentirosos en el que cabe cualquier escritor.  

Para entender a cabalidad la historia de Patricia Highsmith, hay que detenerse en Carol, su segundo libro. Es un punto importante en el documental. En su día publicada con el título de The prince of salt (1952) y con el seudónimo de Claire Morgan, es la primera novela estadounidense lésbica que tiene un final que no es condescendiente con la moral de la época. El desenlace, más que feliz, es abierto. Mucho tiempo después, a inicios de los años 90, Highsmith la volvió a publicar, esta vez ya como Carol y con su nombre. Para entonces su familia ya sabía que ella era la autora del libro. Ahora hay más interés en la vida de Highsmith que en su obra, posiblemente se debe a que su figura de escritora lesbiana se adapta bien a las políticas de identidad tan influyentes en el pensamiento actual. Por eso a Carol le sentó de maravilla que Todd Haynes la haya moldeado en la pantalla; es el mismo director de Lejos del cielo (2002), una de las primeras películas de este siglo que aborda los conflictos de género y raciales en la acartonada y restrictiva felicidad de los años cincuenta en Estados Unidos.

Loving Highsmith es sobre todo una película para la gente que escribe y menos para la que quiere revolver la ropa sucia de la escritora o sacar los cadáveres del armario. “Escribir es un sustituto de la vida que no puedo vivir, que me es imposible vivir”, apunta en su diario y abunda en que la realidad no es suficiente, que es necesario alterar su intensidad para poder crear, inventar, desplazarse en otras direcciones. Es un poco como ocurre en la escena inicial de Extraños en un tren, donde solo se ven los zapatos de los protagonistas. Uno de ellos lleva un calzado simple, sin un estilo particular, y el otro, un par extravagante y llamativo; ambos se van a cruzar para tejer una trama insólita, nada normal.

Mientras, hay Highsmith para rato. Se sabe que Anton Corbijn prepara una película centrada en los últimos años de su vida en Suiza. La va a interpretar Helen Mirren. ~

Loving Highsmith puede verse en salas de cine al momento de la publicación de este texto.

+ posts

es periodista cultural, crítico de cine y traductor literario.


    ×  

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: