Las cintas de acciรณn suelen usar la geografรญa de las ciudades como postales. Viajamos como trotamundos de la mano de Jason Bourne, James Bond y sus derivados. Visitamos el trรกfico Moscovita a travรฉs de una persecuciรณn de coches, conocemos el desierto despuรฉs de que se desploma un aviรณn del 007, colgamos del edificio mรกs alto del mundo en la รบltima Mission: Impossible. A pesar de la obsesiรณn turรญstica del gรฉnero, las ciudades rara vez aรฑaden a la simbologรญa de la historia: las locaciones escogidas son tan intercambiables como las armas del hรฉroe, y lo que se lleva a cabo en Praga bien podrรญa ocurrir en Barcelona, Parรญs o Bruselas. La gran mayorรญa de los motivos detrรกs de las decisiones son arbitrarios. La famosa secuencia de Inception en la que Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) le enseรฑa a diseรฑar escenarios onรญricos a Ariane (Ellen Page), parece desarrollarse en Parรญs sรณlo porque Christopher Nolan, el director, querรญa doblar como tortilla a la ciudad mรกs bella del mundo . Hay excepciones, pero son pocas. In Bruges, menospreciada cinta del magnรญfico dramaturgo irlandรฉs Martin McDonagh, da la impresiรณn de que –mรกs allรก de la clave inserta en el tรญtulo- no podrรญa ocurrir en un lugar que no fuera Brujas, mientras que Die Hard, el molde para el 90% de las cintas de acciรณn modernas, funciona en gran medida como un comentario sobre las diferencias caracterolรณgicas entre Nueva York (personificado en John McClane), y Los รngeles, el escenario de la historia.
Sin embargo, quizรกs el mejor ejemplo de una gran cinta de acciรณn haciendo uso de la ciudad que ha escogido es The Fugitive, una de los grandes exponentes del gรฉnero, dirigida por Andrew Davis y protagonizada por Harrison Ford. Richard Kimble (Ford), reconocido cardiรณlogo en el Chicago Memorial Hospital, es culpado del asesinato de su esposa y enviado a prisiรณn, donde esperarรก la pena de muerte. En el camino, su transporte se sale de la carretera, un tren lo vuelca y Kimble escapa de vuelta a Chicago para comprobar su inocencia. La cinta de Davis no escatima en menciones a la ciudad. El nombre “Chicago” aparece en decenas de diรกlogos, pero mรกs que ser un acento auditivo, la urbe misma es un personaje de la historia, y Davis lo subraya incurriendo en una variedad de tomas aรฉreas que resaltan el carรกcter laberรญntico e imponente de la joya del Midwest americano. Una y otra vez, Chicago –como protagonista- le sirve de coartada a Kimble para escapar de su persecutor, Samuel Gerard, interpretado por Tommy Lee Jones, en una actuaciรณn que merecidamente le valiรณ el รscar. Y en ninguna secuencia es mรกs evidente lo anterior que en la persecuciรณn durante el desfile del Dรญa de San Patricio, cuando Kimble se adentra en la procesiรณn para huir de Gerard.
¿Podrรญa The Fugitive haberse filmado en Nueva York, por ejemplo? Quizรก pero a lo largo de la cinta las peculiaridades de Chicago operan en la trama. ¿Cรณmo se da cuenta Gerard y su equipo de que Kimble regresรณ a su ciudad natal tras haber escapado? Porque interceptan una llamada que el doctor le hace a su abogado y, en la grabaciรณn, escuchan un tren elevado, parte esencial del diseรฑo de la ciudad. Mรกs adelante, Davis hace uso de aquel tren en una secuencia clave, justo antes del enfrentamiento climรกtico. ¿Podrรญa pasar lo mismo en Nueva York y con Kimble saliendo de un tren que parรณ entre Penn Station y Times Square?
La secuencia final le rinde homenaje a la ciudad: sitรบa la acciรณn a la mitad de su mรกs famosa avenida, el Magnificent Mile. Y dado que el sรญmbolo de Chicago es el rascacielos (la urbe cuenta con dos de los mรกs grandes edificios del planeta) el clรญmax funciona aรบn mejor porque ocurre en la terraza de un altรญsimo hotel. Hasta el clima de Chicago cobra importancia. Sin excepciรณn alguna, la acciรณn de The Fugitive se despliega bajo cielos plomizos; los personajes jamรกs visten algo que no sea un abrigo o una chamarra. Este recordatorio de la inclemencia invernal sirve para exacerbar el peligro en el que Kimble se encuentra: sin dinero, con el tiempo encima, en una ciudad gรฉlida y viviendo, durante un lapso de la cinta, en el sรณtano de una truculenta familia de inmigrantes rusos.
Sin duda hay elementos aรบn mรกs loables en la pelรญcula de Davis. La acciรณn jamรกs es gratuita y siempre nos regala claves que matizan a los personajes, como cuando Gerard le confiesa a Kimble que no le importa si es o no inocente; o cuando, justo antes de la persecuciรณn del Dรญa de San Patricio, Gerard dispara a Kimble en el rostro, y solo un cristal antibalas salva su vida. Las actuaciones son impecables –quizรกs esta es la รบltima gran cinta de Ford-, la fotografรญa es eficaz y la mรบsica es adecuadamente ominosa. No obstante, vale recalcar el uso que The Fugitive hace de su locaciรณn y recordar que, a veces, las ciudades en el cine pueden ser mucho mรกs que simples postales.
