He aquรญ algo tal vez mรกs รบtil que una sinopsis de Drive, del danรฉs Nicolas Winding Refn: la pequeรฑa lista de lugares comunes que conforman su trama:
– Piloto que se renta para manejar autos en asaltos de toda รญndole
– Lobo estepario (lone wolf, Hombre sin Nombre, strong silent type, etc)
– El asalto que sale mal (o bueno: heist-gone-wrong)
Sรณlo habrรญa que agregar que el piloto y lobo estepario es el hermoso Ryan Gosling retomando a Ryan O’Neal, que la damisela en apuros es la todavรญa mรกs hermosa Carey Mulligan y que el รบltimo trabajo, convertido en asalto que sale mal, es para sacarla de esos apuros. Cualquiera que haya visto algo de cine de gรฉnero gringo (y francรฉs: Le Samouraรฏ y Le Doulos, por ejemplo) puede llenar los huecos.
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Se ha escrito por todos lados (ejemplos: aquรญ, aquรญ, aquรญ) que Drive es una pelรญcula tarantiniana. Esto es no comprender a Tarantino mรกs que en la superficie –gusto por los muscle cars, por el cine de acciรณn de los setenta y principios de los ochenta, por poco mรกs– y no comprender la esencia de Drive en absoluto. Tarantino es verbalmente barroco, estilรญsticamente explosivo, narrativamente arriesgado; Drive es verbalmente parquรญsima (el guiรณn tiene apenas 60 cuartillas), estilรญsticamente contenida y, aunque elรญptica, narrativamente prudente. Tarantino es un hiperinformador: de muchos de sus personajes nos enteramos vida y obra –pensemos en Ugo Stiglitz, en Mr Orange–; en Drive la mayorรญa de los personajes estรกn subescritos: los desconocemos casi a la perfecciรณn –no sรณlo no sabemos su pasado: su presente, sus motivos, sus objetivos tambiรฉn nos son ajenos. Tarantino puede ser extremadamente divertido; Drive carece por completo de sentido del humor. (Hay algo en que sรญ se parecen Tarantino y el Winding Refn de Drive: la fascinaciรณn onanista y fetichista que sienten por su cรกmara.)
Detectives de influencias: esta no es una pelรญcula de un “nuevo Quentin Tarantino”. Es, si acaso y para los interesados en estas genealogรญas, de un revisitado Michael Mann –ahรญ estรก el estilo, la iluminaciรณn, la mรบsica como salida de discos descartados por Tangerine Dream (o del soundtrack de Thief), el lobo estepario, el tema del trabajo bien hecho– o de un Paul Schrader 1980-1992 –mismas caracterรญsticas: cf. Gigolรณ americano y, sobre todo, Light sleeper, cuya parquedad verbal, fotografรญa y estado de รกnimo son casi idรฉnticos a los de Drive–:
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Nicolas Winding Refn parece interesado en sus personajes nada mรกs como cifras o representaciones de una mitologรญa del cine de acciรณn. Los actores, tambiรฉn. (Refn ha dicho que despojรณ al chofer de sus diรกlogos para que no perdiera “cualidades mitolรณgicas”. Gosling agrega que el chofer es un personaje que “ha visto demasiadas pelรญculas”.) Las emociones, si existen, importan poquรญsimo. El chofer no deja entreverlas sino en una secuencia memorable, en un elevador, donde padece un estallido entre erรณtico y paranoico que lo lleva a destrozar en pedazos ร la Irreversible a un tipo que puede o no venir a buscarlo a รฉl. Su (relativo) interรฉs amoroso lo mira, perpleja; รฉl, como en un trance, le devuelve esta mirada:
Y por una vez sentimos que detrรกs de esos ojos no hay un tรณpico cinematogrรกfico sino un ser humano, tembloroso y vivo.
Las emociones –de los personajes, del pรบblico– importan un carajo. No asรญ la composiciรณn, la ediciรณn, el cรณdigo de colores. Si un dรญa le encargan a Winding Refn la undรฉcima secuela de Rรกpido y furioso (ojalรก lo hagan) podemos confiar en que no nos quedaremos dormidos. Las dos persecuciones de Drive estรกn filmadas con gran soltura; su enorme tensiรณn que deriva de la paciencia con que la cรกmara puede ver la carretera a doscientos por hora o las manos enguantadas del chofer. La composiciรณn es imaginativa y a veces atareadamente inspirada:
Otras, gracias a grandes espacios “vacรญos”, puede llevar a compartir la indefensiรณn, la soledad de su objetivo:
(Entre parรฉntesis: Refn peca a veces en la ocupaciรณn de esos espacios del cuadro con comentarios supuestamente desesperanzadores. Ejemplo: cuando el chofer, por ver a la damisela, le da la espalda a su posibilidad de salir con vida de todo el asunto, o cuando, a la espera en el asalto que sale mal, nos recuerda la vida sin dios que padecemos todos –en la imagen de abajo, sobre la bandera gringa se lee “Godless America”–:
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Y el cรณdigo de color. Despuรฉs de sus primeras dos secuencias –mezclas de รกmbar, negro y, por momentos, rosa– Drive se convierte en una lucha constante entre el azul y el rojo. Apacible azul atacado de rojo, peligroso rojo apenas apaciguado por el azul y, cuando la violencia ya explotรณ, hiriente rojo cuyo filo ningรบn azul podrรญa atenuar:
Para quienes busquen identificaciรณn, emociones, hondura o acciรณn Drive serรก, probablemente, una pelรญcula hermosa pero hueca. Pero de casi todo lo que vemos en nuestros cines se puede decir que es hueco; de casi nada, que es hermoso.
Escritor. Autor de los cรณmics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)