Los fantasmas de Lockerbie

Casi treinta aรฑos despuรฉs de que un vuelo de Pan Am explotara sobre el pueblo de Lockerbie, Ken Dornstein sigue en busca del culpable de la muerte de su hermano.
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El 21 de diciembre de 1988 un aviรณn de la aerolรญnea Pan Am que viajaba de Frankfurt a Detroit explotรณ sobre el pueblo de Lockerbie, Escocia, matando a los 243 pasajeros, los diecisรฉis miembros de la tripulaciรณn y once personas mรกs en tierra. Un grupo de terroristas libios hicieron detonar una bomba, oculta dentro de una reproductora de casetes, cuando la aeronave volaba a mรกs de nueve mil metros sobre el nivel del mar. Entre las vรญctimas se encontraba David Dornstein, un joven escritor estadounidense, que volvรญa a casa despuรฉs de pasar una temporada en Israel. Dornstein iba a volar en Navidad, pero decidiรณ adelantar el vuelo para sorprender a su familia.

Su hermano Ken, de 19 aรฑos, recibiรณ la noticia en casa de su padre. La muerte y la vida de su hermano lentamente se convertirรญan en obsesiรณn. Durante dรฉcadas, Ken se dedicรณ a entrevistar a amigos de David y a recopilar y leer toneladas de manuscritos, notas y diarios que su hermano habรญa escrito durante su paso por la Universidad de Brown y sus numerosos viajes. La investigaciรณn lo llevรณ a Israel, donde conociรณ a una mujer con la que David estuvo involucrado, a Nueva York, donde su hermano viviรณ por un tiempo, y a Lockerbie. En el proceso entablรณ una relaciรณn sentimental con Kathryn, exnovia de David. Toda esa historia –desgarradora y sui gรฉneris– se encuentra documentada en The boy who fell out of the sky, escrito por Dornstein y publicado en 2006.

Desde que leรญ un fragmento, publicado en una revista estadounidense (posterior al breve artรญculo que Dornstein publicรณ en The New Yorker, titulado “Where my brother fell to earth”, en 1998), la historia me atrapรณ. Cuando finalmente comprรฉ el libro, lo leรญ dos veces seguidas. Se lo recomendรฉ a medio mundo, aunque no todos lo acabaron. Mi madre no pudo pasar de un pรกrrafo en el que Ken lee la autopsia de David y le duele enterarse de que el mรฉdico forense se equivocรณ al registrar la estatura y el color de ojos de su hermano. “In its simple wrongness, it shocked me like none of the other details I had found”, cuenta Dornstein. “David measured not quite six feet tall, and his eyes were an intense, luminous shade of blue. What might have happened to him on the night of the bombing to alter such essential details?”

The boy who fell out of the sky retrata con honestidad descarnada la pรฉrdida de un ser querido y lo que provoca en los familiares de la vรญctima. Aunque mรกs reporteril y menos elegante, en ese sentido tiene similitudes con el estupendo El olvido que seremos, de Hรฉctor Abad Faciolince, asรญ como con My dark places, de James Ellroy. The boy who fell out of the sky se resiste a darnos closure, esa palabra hollywoodense tan frรญvola. Dornstein hace las paces con su hermano y al poco tiempo vuelve a extraviarse en los vericuetos de su corta vida; se promete librarse de la obsesiรณn y una vez mรกs emprende la caza del fantasma fraternal. Ni la condena de Abdelbaset al-Megrahi, el supuesto autor intelectual del atentado, ni el hecho de que forma una familia con Kathryn cierran la llaga.

No me sorprendiรณ encontrar un artรญculo, publicado hace una semana en el New Yorker, dedicado a รฉl. A partir de la caรญda de Gadafi y la liberaciรณn de Megrahi por parte de las autoridades escocesas, Dornstein se dio a la tarea de hallar al verdadero culpable de la tragedia de Lockerbie. Titulado “The avenger”, el artรญculo escrito por Patrick Radden Keefe cuenta cรณmo la publicaciรณn del libro no sanรณ sino que atizรณ el celo de Dornstein, quien ha pasado aรฑos viajando por el mundo entrevistando a testigos del juicio y a presuntos culpables, en busca de claves. El resultado aparece en un documental en tres partes, transmitido la semana pasada en el programa Frontline de PBS (donde Ken trabajaba), llamado My brother’s bomber.

Radden Keefe revela muchos de los secretos que el documental poco a poco saca a la luz. Quien lo haya leรญdo sabrรก hacia dรณnde se dirige Dornstein, quiรฉn lo engaรฑa o lo apoya. El artรญculo tambiรฉn nos da la identidad del misterioso autor intelectual de Lockerbie. De modo que, pese a ser una lectura fascinante, recomiendo no leerlo antes de ver los tres documentales.

Es evidente que Dornstein conoce el formato. Aรฑos de trabajar para Frontline no pasaron en balde. Sin embargo, quizรก porque leรญ el texto de Radden Keefe antes de ver la primera parte, y porque le tengo tanto aprecio a The boy who fell out of the sky, me pareciรณ que My brother’s bomber funciona mejor como elegรญa que como investigaciรณn. Como anotรณ “The avenger”, hay escenas que se sienten montadas, sobre todo con la familia de Dornstein, y otras que resultan frustrantes porque no le suman nada a la cacerรญa (aunque esa frustraciรณn quizรกs es un sentimiento que el documental busca suscitar en la audiencia). No obstante, Dornstein nos lleva a sitios surreales en Libia: hogares bombardeados de miembros del gabinete de Gadafi, barrios de clase alta que han sido saqueados y festejos multitudinarios en edificios derruidos donde la juventud celebra disparando al cielo.

Mรกs allรก de los mรฉritos de My brother’s bomber, lo que llama tanto la atenciรณn es la historia y el luto de Dornstein, registrado a travรฉs de artรญculos, un libro y tres documentales: un chico que pierde a su adorado hermano mayor y que por el resto de su vida intenta redimirlo, ajusticiarlo, salvarlo y, sobre todo, recordarlo. ¿Quรฉ es la bรบsqueda de Dornstein sino un intento por preservar una parte de David? Al ver el documental y leer el artรญculo de Radden Keefe tuve la impresiรณn de que Ken seguirรก condenado a armar el rompecabezas de su hermano, aunque se enfrente cara a cara con el verdadero culpable de Lockerbie, consiga una confesiรณn y asegure su sentencia. El dolor no es una lรญnea. Es una espiral.

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